Lo que Kirk Douglas te dice en cinco escenas

“La muerte es la única liberación para el esclavo, por eso no le teme”, gritaba Espartaco con la voz de Douglas.

Una leyenda de Hollywood ha muerto: Kirk Douglas.

La muerte a los 103 años del actor norteamericano Kirk Douglas, padre del también actor Michael Douglas y representante de una época ya lejana de Hollywood, invita a repasar su vida en cinco de sus filmes memorables.

1-Spartacus (1960)

Quizá el primer trabajo que le diera fama internacional rotunda fue Spartacus, la adaptación que Stanley Kubrick realizó de la novela del Howard Fast, y gracias a la cual todos los ojos recayeron en el actor de 44 años.

Douglas encarna a Espartaco, el esclavo tracio que, según cuenta la historia, llevó a cabo la rebelión más importante contra el imperio romano entre los años 73 y 71 a.c.

“La muerte es la única liberación para el esclavo, por eso no le teme”, grita.

La cinta obtuvo cuatro Premios Oscar; ninguno para Kirk, quien para la fecha ya había sido nominado dos veces.

2-El ídolo de barro (1949)

En su primera nominación como Mejor actor a los premios de la Academia, Douglas encarna al obsesionado boxeador Midge Kelly, hombre que sueña con alcanzar el profesionalismo a cualquier precio.

Arthur Kennedy, Kirk Douglas y Paul Stewart. (1949)
Arthur Kennedy, Kirk Douglas y Paul Stewart. (1949)

“Sea mi manager y yo ganaré para los dos”, dice un envalentonado Migdey a Tommy Haley. A ese descreído manager entregará su talento.

Mark Robson dirigió la historia cuyo guion pertenece a Carl Foreman. La idea original, sin embargo, yace en un cuento de Ring Lardner, un periodista deportivo fuera de serie y uno de los grandes cuentistas norteamericanos

3-Cautivos del mal (1952)

Los productores de cine, abusadores y tiránicos, son tema viejo. Pero, de hecho, Vincente Minnelli fue de los primeros en rajarle la panza a la industria para mostrar al espectador sus inmundicias.

Además de rodarse en blanco y negro, Cautivos del mal mostró a Douglas en la piel de Jonathan Shields.

Cautivos del mal - Para dirigir hay que tener humildad

“Para ser director hay que tener imaginación”, dice Shields, productor apasionado en el que se encuentran, dicen, el espíritu de íconos de Hollywood como Orson Welles.

4-El Loco del pelo rojo (1956)

Otra vez bajo la dirección de Vicente Minneli, Douglas es ahora uno de los más grandes pintores de la historia del arte. No le encuentro hoy demasiado parecido con Vincent Van Gogh, pero la crítica dice lo contrario.

Y también queda una frase que revela algo de su pensamiento: “Yo quiero vivir como un auténtico cristiano, me tiene sin cuidado dónde y cómo duermo. Vean las tumbas recientes de los niños en el cementerio, frieguen suelos y recojan carbón con las mujeres, ensucien sus finos trajes con la sangre y el sudor de los mineros y luego vengan a darme lecciones de caridad cristiana.”

Van Gogh se fue, a tono con su karma, sin premios. Pero el actor Anthony Quinn esa vez se llevaba el Oscar gracias a su interpretación de Paul Gauguin

5- Senderos de Gloria (1957)

Cuando se vio en Cuba el título era La patrulla infernal. Uno de nuestros mejores críticos de cine escribió que Stanley Kubrick había rodado el filme de guerra ideal: “aquel que ayuda a conseguir que las guerras sean lo que siempre debieron ser: no una visión premonitoria, sino un mal sueño, una pesadilla que se olvida, una película”.

Eso dejó dicho G. Caín (Guillermo Cabrera Infante) en “El testamento púrpura”. En tanto, el recuerdo de Douglas en el filme es el de un coronel honrado al que agobia las vilezas de sus superiores, al punto de explotar en una de las escenas finales.

“Han ocurrido demasiadas cosas, alguien tiene que sufrir, el caso es quién”.

La carrera de Kirk Douglas (Nueva York, 9 de diciembre de 1916 – California, 5 de febrero de 2020) incluyó teatro y televisión, pero en el cine alcanzó el reconocimiento internacional y desarrolló un talento que había formado en la Academia Estadounidense de Arte Dramático, la célebre American Academy of Dramatic Art.

Pese a esto, no fue hasta 1996, con ochenta años, cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas lo distinguió al fin con un Oscar, pero honorífico.

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