Me encantaría que todos los actores cubanos regresaran a trabajar aquí

Entrevista a Pablo Guevara, actor cubano-argentino residente en España, por su participación en la película Caballos, de Fabián Suárez. 

Pablo es hermoso. Tiene una mirada muy especial y un aura misteriosa. Quizás por ser sobrino de Ernesto Ché Guevara, que sobre todo, fue un hombre muy bello. Pero quiero creer también que por haberse formado en un momento de vanguardia teatral en Cuba y por llevar en la sangre un tiempo que ha quedado, desgraciadamente, bastante atrás.

Nació en Buenos Aires pero desde niño estudió en La Habana. Se graduó del ISA, y desde que era estudiante de actuación se vinculó al grupo de teatro Buendía, con su maestra Flora Lauten. Estuvo en espectáculos como Las perlas de tu boca, La vida en rosa y Otra tempestad. También se integró a Teatro El Público y bajo la “diversión y tranquilidad”[1] de Carlos Díaz, hizo La gaviota, Ícaros y La loca de Chaillot. Participó en la película Ché, de Steven Soderbergh, como couch del acento de Benicio del Toro, en Roble de olor[2], y en otras producciones internacionales.

Ahora está en La Habana, rodando Caballos, la ópera prima de Fabián Suárez[3], una película independiente, donde interpreta a Salomón, un gay procedente de una familia aristocrática cubana que se está despidiendo.

¿Cómo llegas a Caballos?

No lo tengo claro todavía. Y no he querido preguntar mucho tampoco. Creo que Carlos Díaz, al leer el guión, dijo que yo podía hacer ese personaje. Fabián me contactó. Y desde que leí el guión dije: por supuesto que sí.

¿Qué te pareció el guión?

Es un guión de relaciones, de miradas. Lo fundamental es lo que no está escrito. Tiene eso del tiempo en Cuba, que es otro tiempo. La gente está, no hay preocupaciones de otro tipo, están, pueden pasar horas mirando el mar. Y ese ritmo me gustó mucho. Creo que va a ser una película muy bonita.

¿Qué te relaciona con Salomón, tu personaje en Caballos?

Fabián me dijo que había escogido a los actores porque intuía que los personajes tenían que ver con ellos. No tiene mi edad ni un conflicto que me toque. Puede que tenga algo de mi gestualidad. Es un personaje riquísimo, a cualquier actor le encantaría hacerlo y sobre todo por ese tiempo que se está acabando. Y para mí es un reto porque este es un cine más calmado, más de conversación, más de esperar. Yo siempre he hecho cosas más histriónicas y actoralmente me fascina.

¿Qué diferencias ves en este guión con el cine cubano que se ha hecho últimamente?

Yo no estoy muy al tanto de lo que se está haciendo en Cuba. Lo último que vi fue La película de Ana, que es una película sobre la supervivencia de la gente. Caballos no tiene nada que ver con la falta de pan, ni con el período especial. Viene con un vuelo distinto, intenta situarse en otro lugar. A mí de todas maneras no me gusta ubicar un producto en relación a lo otro que se hace, no solo por desconocimiento sino porque los creadores van por sus caminos y ninguno es más válido que otro. Sé que hay gente más joven que está haciendo otras cosas pero no sé qué los diferencia de Caballos.

Hay varios actores cubanos que no viven en Cuba, interesados en trabajar otra vez aquí, ¿qué piensas, por así decirlo, de ese regreso?

Yo estoy muy contento con eso. La diáspora aquí ha sido una cosa tremenda. Se han perdido por el mundo muchas generaciones, no solo de creadores, de gente común como somos todos. El hecho de volver no solamente quiere decir que no nos está yendo bien en el lugar donde vivimos sino que además estamos apostando por hacer cosas en el lugar donde nos creamos. Porque a pesar de que yo no nací en Cuba, vivo aquí desde los ocho años y me formé aquí.

La vida afuera es muy complicada. Tienes que empezar de cero para que te conozcan, competir no en igualdad de condiciones y llega un momento en que te planteas si eso vale la pena. Si no es mejor volver a un lugar donde ya tenías un cierto espacio, donde de alguna manera se te conocía y la cosa se te hace más fácil. Nunca se tiene todo en la vida, aquí no se tiene la seguridad material pero sí la seguridad de hacer algo que realmente te gusta. A mí me encantaría que volviera todo el mundo. Yo sé de gente que está pensando en volver, que vive en España y que considero muy valiosa. No es lo mismo estar preocupado por cómo decir un texto, una intención o por un mínimo gesto, que es la preocupación que a mí me gusta tener en la vida, que estar preocupado por cómo me va a quedar el plato que tengo que servirle a un cliente. Creo que nos pasa a todos los que necesitamos volver para trabajar. Yo ahora me siento vivo.

¿Qué te falta por hacer?

Me he acostumbrado a aceptar solo cosas que me interesan y no tengo grandes sueños, pero quiero vivir muchos años y hacer de todo.

Por: Rogelio Orizondo



[1] Pablo asegura que Carlos Díaz le mostró un modo de hacer teatro muy diferente al que estaba acostumbrado.

[2] Filme cubano de Rigoberto López.

[3] Director de cine, guionista, dramaturgo y poeta. Ha ganado varios premios con su obra teatral y poética, como el Premio Virgilio Piñera 2012. Su corto Kendo Monogatari, ha participado en varios festivales internacionales y ha obtenido disímiles reconocimientos. Está por estrenar su segundo corto,  Fiodor en el fiordo.

Salir de la versión móvil