Nuestro cine, independiente y cubano: presente y futuro inmediato

En los últimos meses, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos ha presentado varias medidas para beneficio del cine cubano independiente, pero aún queda mucho por hacer.

El filme cubano Juan de los muertos, premio Goya a mejor película extranjera de habla hispana en 2013. Foto: fragmento del póster de la película.

En el siglo XXI, el cine independiente cubano ha experimentado un crecimiento notable, avalado por su presencia en importantes eventos internacionales, así como por la calidad estética de sus obras. Ha indagado en maneras diversas de hacer cine y ha abordado temáticas vinculadas con la realidad cubana, dentro y fuera de la Isla.

La posibilidad, o más bien la necesidad de hacer cine con carácter independiente –entiéndase el término como un filme hecho al margen de la máxima entidad cinematográfica del país, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC)– ha permitido a jóvenes cineastas una mayor libertad creativa, tanto en el aspecto técnico-artístico como en las temáticas abordadas.

Estos cineastas, en su mayoría graduados de la Facultad de Medios Audiovisuales de la Universidad de las Artes o de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, llevan varios años buscando vías alternativas para llevar a cabo sus proyectos, no siempre bien vistos en el ICAIC, entidad rectora del cine nacional en los últimos 60 años.

El auge de la era digital ha permitido mayores oportunidades a noveles realizadores, quienes aprovechan las ventajas de la tecnología para realizar productos cinematográficos de alta calidad artística, pese a las carencias en materia de producción, financiamiento y recursos en general.

Al respecto, la productora Claudia Calviño comenta a OnCuba: “No comparto la idea de que el cine independiente sea pobre. Sí entiendo que pueda haber cierta agilidad y austeridad en las fórmulas y las maneras en las cuales se hace cine independiente. A veces esos no son criterios de producción y financiamiento, también artísticos. En ocasiones las películas independientes tienen otra expectativa de alcance”.

Si bien esas características fueron parte del movimiento de cine independiente en un momento, los patrones han ido variando con el paso del tiempo. En la actualidad, podemos encontrar filmes independientes realizados con los mismos requerimientos técnicos de las grandes casas productoras, una particularidad que se aplica al entorno cubano también, gracias al trabajo de productoras independientes como Island Films, Producciones de la 5ta Avenida, El Ingenio, entre otras, ahora con un reconocimiento legal por parte del Estado cubano, a raíz de las medidas adoptadas el pasado año.

El cine cubano que no se ve

Precisamente, el Decreto-Ley No. 373, emitido a mediados de 2019, cubre varios reclamos de antaño, imprescindibles para una renovación del cine nacional, necesitado de nuevos aires en materia de creación artística.

“Es algo muy nuevo, de lo cual no tenemos muchas certezas, pero esperamos que las cosas funcionen de la mejor manera posible y que respondan en la mayor medida que se pueda al cine cubano y al interés de los cineastas, a partir de las demandas que se han hecho en los últimos años de grupos como el G-20 y movimientos como El Cardumen, varias generaciones con reclamos similares”, nos comenta el joven realizador José Luis Aparicio.

El surgimiento del Registro del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente y la aprobación del Fondo de Fomento Del Cine Cubano (FFCC), en fecha reciente, vienen a satisfacer ansiadas demandas de los creadores del país, nos comenta Calviño: “El documento del Fondo fue primero una propuesta que hicieron los cineastas, aunque el resultado final fue elaborado por el ICAIC. Durante muchos años, el mecanismo del Instituto para la producción de sus películas no ha sido inclusivo ni democrático, o abierto para todo el mundo, pero el Fondo no es eso, está diseñado para que realmente sea un concurso donde los mejores proyectos ganen y los mejores no son las mejores historias, sino también los que tengan las mejores posibilidades de realizarse, los planes más elaborados y convincentes, que se pueda comprobar en efecto que son los más factibles”.

En su primera etapa, el FFCC lanza la convocatoria para la categoría de largometrajes, divididos en las modalidades de escritura de guion, desarrollo y postproducción de proyectos de largometrajes de ficción, documental y animación, cada uno con sus especificidades. Destaca en cada categoría la presencia de un jurado compuesto por cineastas cubanos y extranjeros, para dar mayor credibilidad y profesionalismo al momento de seleccionar candidatos factibles.

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“Como fue concebido el Fondo, la directiva del ICAIC no debe influir en las decisiones que se tomen. Esta selección está mediada por un jurado de artistas con un currículum y trayectoria en el cine cubano, así como un jurado internacional, para lograr una imparcialidad”, precisa Aparicio.

Ahí resalta una de las principales dudas de muchas personas, aunque las bases del Fondo dejan claro que “los miembros del Comité de Selección evalúan cada proyecto de forma individual a partir del sistema de puntuación que se establezca, en un plazo determinado. Luego de finalizado este plazo, cada miembro del comité de selección entrega al grupo técnico sus puntuaciones y consideraciones sobre cada proyecto”.

Este comité se compone de un representante del ICAIC, quien lo preside, y hasta seis 6 creadores audiovisuales y cinematográficos “con amplia trayectoria”, precisa el Reglamento para la Asignación de Financiamiento a Proyectos Cinematográficos por el Fondo de Fomento del Cine Cubano (Resolución 22/2019).

“Cuando se evalúa en un Fondo como este, que existe en casi todo el mundo, no creo que tenga que pensarse en palabras de ‘control’ o ‘pérdida de independencia’, todo lo contrario. El ICAIC pasará a jugar el papel que tiene que jugar en estos casos: organizar y ayudar a promover y realizar estos proyectos, y no para decidir qué se hace”, afirma Calviño.

La propuesta final y los montos a otorgar para cada uno de estos proyectos, “se presentan al presidente del ICAIC para su aprobación final”, precisan las bases del FFCC en cada una de sus especialidades. Solo quedaría, entonces, esperar.

“Este decreto ley que pone en funcionamiento el Fondo de Fomento para el Cine Cubano y el Registro del Creador, entre otras cosas, todavía no ha sido implementado en su totalidad. Por lo tanto, esto es un camino por recorrer, que viene de un camino ya recorrido de mucho debate y mucha pelea de años entre cineastas de todas las generaciones y el Instituto de Cine y la dirección política y gubernamental de nuestro país. Así que como todo, toca andarlo, y ver”, nos dice Carla Valdés, joven cineasta y presidenta de la Muestra Joven Icaic, antes de los sucesos ocurridos en la última edición.

Ya en otros asuntos, precisa José Luis, que “el cine independiente, en el aspecto burocrático y productivo, va a ganar mucho más con estas medidas, como se supone que deben funcionar. A través de este registro del ICAIC, tienen la posibilidad de acceder a cuentas bancarias, facultades aduaneras y posibilidades de operación productiva que antes no tenían, al no tener vínculo oficial con el Estado”.

En ese sentido, el director Armando Capó, merecedor del premio Coral a Mejor Ópera Prima en el pasado Festival de Cine de La Habana, señala que “es cierto que este es un gran paso, ahora falta entenderlo y ver cómo funciona en la práctica. Creo que la aparición del Fondo y el Registro del Creador es un paso de avance increíble. Ahora, con este vienen cuestiones propias del funcionamiento, a lo cual no estamos acostumbrados. No es solo cuestión de la cultura necesaria para hacer uso de él, en la práctica significa casi funcionar como una empresa”.

“El Fondo de Fomento es de lo más importante que ha sucedido en el cine cubano casi desde la formación del ICAIC. Hay que ver como irá funcionando”, sentencia Calviño.

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Es cierto que aún es temprano para suposiciones. Tiempo al tiempo, para ver cómo se desenvuelven los acontecimientos en torno a estas primeras medidas, las cuales benefician mucho a realizadores y colectivos, en términos de legalidad y posibilidades reales de financiamiento.

“Esto significará –aborda Aparicio– un aumento en la producción y además en la calidad del cine cubano. No será un proceso instantáneo, pero el hecho de que se produzcan más películas va a producir, entre esta multiplicidad de miradas, propuestas artísticas de mayor acabado técnico y estético”. Agrega que “lo que pasa con el cine cubano es que se produce muy poco y no hemos logrado construir esa industria con una estabilidad productiva, donde se puedan formar profesionales del medio, de todo tipo. Falta ese filmar constante, que nos va a garantizar a la larga un cine cubano más variado, diverso y más maduro”.

“A nivel temático, hay una gran variedad de temas necesarios, que la institución no está dispuesta a plantear y se hacen visibles gracias a estas películas. También gracias a los reconocimientos y a las ayudas otorgadas por los fondos internacionales, otros realizadores hemos logrado nuestra ópera prima, aunque nuestros proyectos no estén dentro de la política editorial de la institución. Me parece que el reconocimiento obtenido por este cine ha ayudado al gremio a impulsar un Fondo, un Registro, trasformaciones en el Instituto, etc. Significa estar en el presente y mirar al futuro”, afirma Capó.

Coronavirus, cine… ¿el fondo?

En las actuales circunstancias que vive el planeta, toda ayuda es necesaria, pues no han sido pocos los presupuestos destinados al cine que se han visto afectados debido a la crisis por el nuevo coronavirus. Si bien el Fondo dispone de un presupuesto otorgado por el Estado cubano, el financiamiento extranjero, por diversas vías, ha sido el sustento de la producción nacional independiente en los últimos años.

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“El cine independiente cubano aplica a fondos de ayuda internacionales, fondos públicos en países de Europa y América Latina. La crisis que vendrá por la pandemia hará que haya menos espacios de financiamiento, haciendo más difícil el poder ‘levantar’ las películas”, precisa José Luis Aparicio.

Sin embargo, los realizadores cubanos, adaptados a trabajar de manera autónoma, por esa parte cuentan con cierta ventaja. “No solo ahora con el coronavirus, el cine independiente ha estado aportando muchísimo a la cinematografía cubana en los últimos años. El cine es la cara de los países. Si no fuese por el cine cubano, hubiéramos perdido parte de lo que es Cuba. El cine independiente ha estado mostrando eso, no solo internacionalmente, aquí también”, comenta Calviño, quien ha estado en el equipo de producción de reconocidas películas del entorno internacional como Juan de los Muertos, Santa y Andrés, El viaje extraordinario de Celeste García, Yuli y A media voz.

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Añade: “En estos últimos tiempos, es mucho lo que podemos aportar. A veces los mecanismos de las grandes industrias son más complejos, en el sentido de que necesitan muchas personas, no solo recursos, también personas y tiempo. Nosotros, que en ocasiones hemos trabajado con poco acceso, pues sí, es posible que tengamos algunos mecanismos que se puedan emplear en estos tiempos”.

Bajo esos preceptos, precisa Valdés que “el coronavirus pone todo de cabeza. Cómo vamos a pensarnos nuevamente, de cabeza y en un hilo, es una gran pregunta. El cine cubano siempre se ha hecho en situaciones de escasez, crisis y necesidades, desde que se fundó el ICAIC como institución e incluso desde antes. Somos un país del tercer mundo, bloqueado económicamente y con una política cultural muy específica: estamos y estaremos marcados y pautados por eso. Así que yo diría que ajustarse a una crisis no es algo nuevo”.

Apunta Aparicio que, considerando el aspecto práctico-productivo, “el cine cubano independiente está habituado a trabajar en condiciones de desventaja, precarias, con lo que tiene a mano, con recursos mínimos, usando la imaginación y la solidaridad para lograr resultados artísticos y de trascendencia, en ocasiones mucho mayores que en el cine institucional, que trabaja en mejores condiciones productivas y de presupuesto. El cine, en sentido general, va a sentirse afectado”.

El cine cubano, a decir de Carla Valdés, “es algo entre jíbaro y clandestino”. “Si algo ha caracterizado al movimiento de cine independiente es tratar temas más vinculados con lo cotidiano, buscando una mayor cercanía e identificación con el público o con audiencias específicas”.

“Lo que sí me interesaría imaginar –precisa Carla– es cómo podría cambiar la temática con esta nueva experiencia. ¿De qué hablaremos? Historias más intimistas, tal vez una vuelta a historias más familiares. Tal vez, como ya venía sucediendo, una mayor fuerza de los géneros: más cine de terror, más ciencia ficción. Aunque yo soy de las que cree que en los próximos años tendremos mucho más cine sobre memoria, construcción de identidad, reescrituras del pasado y escrituras de historias pendientes. Estamos en una vuelta de página y toca volver a preguntarnos: ¿quiénes somos como país?, ¿de dónde venimos?, y ¿hacia dónde vamos?”

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Fuera del fondo

Varios son los aspectos que aún quedan por abordar alrededor del cine cubano en el futuro, con problemas a resolver, cuyos primeros pasos, de momento, inician con el pie derecho.

“Si sucede lo que entiendo aún como la gran meta, que es la Ley de Cine, el cine cubano entero tendrá una formación y organización sistémica, que abarque desde la formación de profesionales, hasta la distribución de los materiales, la conservación y el patrimonio… Hay mucho por hacer y organizar. Una Ley de Cine pudiera agrupar todas estas pequeñas disposiciones que han ido sucediendo en un gran sistema organizado”, comenta Calviño, una de las tantas defensoras de la ansiada Ley de Cine Cubano.

El Decreto 373 resulta trascendental en la historia del cine cubano, aunque no podemos dejarnos cegar por la euforia y analizar desde ya aspectos que pudieran mejorar las propuestas iniciales que ofrece el ICAIC con estas medidas. Una de estas la expone Aparicio: “Para aplicar por un proyecto, tienes que estar inscrito en el Registro del Creador. Esta es una limitación. Es, en teoría, lo más limitante, pero igual funciona como mecanismo del ICAIC para decantar propuestas de proyectos”.

En el primer cierre de inscripciones al Registro del Creador Audiovisual y Cinematográfico, se recibieron 1517 solicitudes. Fueron denegadas 60, para un total de 1457 aprobadas, de las cuales más de 350 son de menores de 35 años. Las cifras corresponden al mes de enero del presente año, nada mal para comenzar.

En el aspecto financiero y administrativo, destacan otras cuestiones e inquietudes por parte de los realizadores. Armando Capó señala: “Ahora mismo me pregunto cómo la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria) puede auditar mi cuenta, qué acepta y qué no, según las regulaciones del país. ¿Cómo voy a contratar abogados especializados en derecho de autor o producción cinematográfica? Se pueden contar con los dedos de la mano y no estoy seguro de que los que ya trabajan para una institución puedan ser contratados. Creo que hay que establecer alguna especie de superación de cómo funciona un colectivo porque, aunque hemos encontrado una fórmula posible, esta no es perfecta y va a ir chocando con muchísimas trabas, o las propias torpezas que podamos cometer”.

Mirando en una perspectiva futura, añade: “En unos años tendremos una producción diversa, estaremos discutiendo cómo recuperar el dinero invertido, el restablecimiento de las salas o los mecanismos de distribución. Y será un cine que no solo represente nuestra identidad, nuestros demonios como nación o el acervo cultural acumulado; también generará público y riqueza”.

Otra de las preocupaciones recae en la censura, un patrón que persiste dentro del ICAIC y que ha traído más de un conflicto, principalmente relacionados con obras de jóvenes realizadores. Sus consecuencias se ven principalmente en la exhibición de los materiales en las salas cubanas.

“Ahora tenemos una nueva legalidad, pero la claridad sobre este asunto sigue faltando”, esclarece Carla Valdés, al frente de la Muestra de Jóvenes Realizadores, que sufrió el pasado año, al igual que en ocasiones anteriores, el lastre de la censura cinematográfica.

“Creo que la exhibición sigue siendo la gran piedra en el camino. Muchas de nuestras películas han podido realizarse, con más o menos trabas y necesidades, pero siempre hay un lugar donde ni siquiera la inventiva, los derechos, la legalidad o la calidad de la obra artística parecen ser lo más importante. Esto ha impedido que muchas de las películas, en su mayoría del cine independiente, no sean exhibidas en salas. Esto estaba dado en principio por la falta de una legalidad que permitiera el camino natural de la película, desde su producción hasta su estreno y exhibición nacional, como derecho de nacimiento”.

Los realizadores independientes se encuentran avalados, sus obras serán sometidas a un jurado parcial y equilibrado, que responderá a la calidad artística y a la viabilidad de los proyectos, por encima de cualquier otro criterio, pero la decisión final recae en manos del ICAIC, órgano directivo de la industria cinematográfica nacional.

No está mal velar por la estética y la calidad de lo que se exhiba al público. El cine es, en muchos casos, un reflejo de la sociedad y una parte de la identidad nacional del país que representa, pero no por eso debe subordinarse un producto cinematográfico a los preceptos de una institución, cuando esta limita la creación artística en sí.

“Ojalá esto (la creación del FFCC) influya en una capacidad organizativa mayor, no solo en el sentido práctico, a la hora de hacer películas, sino en el aspecto gremial, para que nuestras propuestas y opiniones sean más fuertes, de cara a sucesos de censura que han ocurrido, como el de la Muestra Joven y otros espacios”, comenta Aparicio, director del documental Sueños al Pairo.

TRAILER Sueños al pairo

“Muchas de nuestras películas corren el riesgo de realizarse y no ser vistas. Como condenadas al nacer”, nos dice Carla. “¿Cómo debe funcionar el derecho a pantalla en los cines del país? ¿Cuánto cine cubano se exhibe en el año? ¿Cuánto cine cubano se produce o se producirá con estas nuevas posibilidades? ¿Cuánto del cine independiente ya hecho no se ha exhibido en salas? Por eso este año, a raíz de todo lo sucedido con la película Sueños al pairo y las decisiones tomadas por la Junta Directiva de la Muestra Joven, se proponía un debate sobre la censura, en su sentido amplio, sobre las políticas culturales y la posición del cine cubano ante estos problemas, que no son menores. Esto no es un tema coyuntural, es un debate constante de un país que se plantea un proyecto cultural revolucionario”.

Comenta Capó que “debemos pensar que el cine cubano es solo uno. Debería ser ‘cine cubano’, sin etiqueta. Que las obras producidas de manera independiente hayan tenido una mayor visibilidad en los certámenes internacionales, para mí, habla de una manera distinta de entender los procesos de distribución y producción de la obra cinematográfica y una conexión con estos mecanismos a nivel global”. Sin duda, uno de los procesos más necesarios para lograr mayor crecimiento del cine cubano… de todo el cine cubano.

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