Roberto Salinas y la identidad mixta

En su más reciente documental “El bailarín cubano”, el cineasta aborda el panorama migratorio entre Cuba y Estados Unidos desde la perspectiva de un bailarín emigrado.

Roberto Salinas graba a Alexis Francisco Valdés para el documental El bailarín cubano. Foto: perfil de Facebook del artista.

Lograr insertar el enrevesado mundo de la danza en medio de un contexto migratorio como el de Cuba y los Estados Unidos, puede ser una tarea compleja, más incluso cuando añadimos a estas variantes el entorno social e íntimo de un adolescente, sin dudas material suficiente para lograr un montaje cinematográfico exitoso.

En medio de estas problemáticas transcurre el documental El bailarín cubano (A cuban dancer), del cineasta italiano Roberto Salinas, estrenado en la sección Cultura de la primera etapa del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

En alrededor de 90 minutos el realizador aborda la vida de Alexis Valdés, un joven bailarín estudiante de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, quien emigra hacia los Estados Unidos junto a su familia, enfrentando todos los conflictos que supone encontrarse con un nuevo mundo, sin abandonar la pasión para la cual nació: ser bailarín.

“El documental nace de mi interés por contar el mundo de la formación artística en Cuba, porque el caso de Cuba es especial por su naturaleza gratuita, como el caso de la escuela de ballet Fernando Alonso, que es gratuita para quien la quiera”, confiesa Salinas a OnCuba.

Añade el cineasta de origen latino: “Me interesaba reflexionar sobre esto, captar la mirada de los muchachos, de los adolescentes cubanos de esa época, en el 2015, cuando estaba muy fuerte el tema del diálogo y de la abertura con los Estados Unidos, de ahí decidí sumergirme en el mundo de la danza, a través también del encuentro con la familia Valdés, con Alexis quien en ese entonces era el más brillante de su clase en la Escuela Nacional de Ballet”.

El bailarín cubano es una coproducción italiano-chilena-canadiense, “con el apoyo también de una sociedad de los Estados Unidos”, esclarece su director, quien expresa que “lo lindo del documental es que nunca sabes a donde te va a llevar la historia, en este caso comenzamos filmando en Cuba, tratando sobre todo de captar un momento en particular que era 2015-16, la posibilidad de un cambio fuerte, las relaciones con Estados Unidos, el fin de la era Obama… y nos interesaba mucho qué cambio tendría en el mundo de la cultura y la formación de la educación cubana contemporánea”.

A lo largo de tres años el documentalista retrata el entorno personal del talentoso adolescente, a la vez que busca mostrar las interioridades de su vida y los ambientes que lo rodean. “Alexis lleva en sí todas aquellas problemáticas que me interesaban abordar: por un lado su desarrollo como artista y bailarín, una identidad cultural fuerte, la realidad de la danza y la cultura cubana, todo esto debe dejarlo atrás y proyectarse repentinamente en un mundo que es muy fascinante por muchas cosas, pero al mismo tiempo muy distinto, tan cercano y tan distinto culturalmente, lo cual pasa por varias etapas” nos dice Salinas.

Seguir el desarrollo humano y artístico de Alexis fue una experiencia interesante, en palabras del director, “porque creo que es algo que le pasa a cualquier migrante que por una razón u otra tenga que dejar atrás una patria para rehacerse una vida en otro lugar. La síntesis poética de su experiencia hace que cualquiera pueda entender, revivir e identificarse con ciertas cosas que le pasan a él”.

De ahí que se decidiera a tratar el tema de la emigración, el cual le toca muy de cerca y ha sido recurrente en su obra: “El tema de la migración es de los más importantes en este momento, lo he tratado en otros trabajos. Me interesa mucho el tema de la identidad mixta, siendo yo también hijo de un nicaragüense y de una italiana, teniendo una relación estrecha entre Europa y América Central, Latinoamérica”.

“Ese tema de la definición de la identidad puede ser muy complejo —explica— por lo cual se trató de seguir los pasos de un largo proceso legal y burocrático de reunificación familiar, el cual solo seguimos en su etapa final pues duró ocho años, pero que nos dio la posibilidad de entender qué tan duro puede ser y cuánto sacrificio se necesita para tomar un paso tan fuerte y dejar la patria atrás”.

Roberto Salinas - CUBAN DANCER - Alice nella Città 2020

Respecto al trabajo en Cuba, le llamó mucho la atención “el apego de los cubanos, ese amor infinito hacia el hogar y el deseo de volver, una amargura constante en quien se va. Es un trabajo delicado desde el punto de vista humano. Para mí ha sido muy divertido e interesante trabajar en Cuba, lo disfrutaba muchísimo. Tenía muchas ganas de trabajar y pasar un tiempo en La Habana, y ese proyecto me dio esa posibilidad”.

En general el trabajo en la Isla, el cual se vive en dos momentos principales de la vida del bailarín, resultó “una tremenda experiencia. Claramente, me enfrenté con muchas problemáticas, sobre todo logísticas, pero en ese proyecto en particular en gran parte filmé solo, con equipos ligeros para mantener cierta intimidad en las situaciones, fue ágil y cómodo”.

En la dinámica de este realizador sobresale la relación que establece con los protagonistas, en un proceso donde gusta de participar completamente de la vida de las personas involucradas en sus proyectos. Significa a su vez un arduo trabajo, “pero hecho con mucho amor y alegría. La comunidad cubana de La Florida ha sido interesante conocerla, una realidad claramente distinta, por diversas cosas similar a las comunidades latinas establecidas en otros países, sea Estados Unidos o Europa, donde tienden claramente a preservar o conservar ciertas costumbres e idiosincrasias, lo que a la vez es sano, pero puede ser un límite en el momento de tratar de integrarse verdaderamente ”.

Respecto al mundo del ballet, el cual le toca de cerca a Salinas por su relación con la coreógrafa cubana Laura Domingo, este director lo describe como “extremamente fascinante por su rigor, disciplina, búsqueda de la perfección y la belleza. Para mí ha sido también una fascinación visual como cineasta la posibilidad de filmar la danza y el movimiento, la energía en los estudiantes, una tensión que me atraía mucho”.

Laura Domingo y el testimonio del arte

Por tanto, este otro proceso narrativo y cinematográfico también supuso sus complejidades porque “nos hemos dado cuenta la cantidad de horas y trabajo que se necesita para ir adelante en este mundo. El nivel de tensiones emotivas en las competencias, pero también la solidaridad y la amistad que se puede desarrollar en situaciones tan extremas como las que enfrentan los estudiantes de ballet. Fue muy fascinante y enriquecedor la posibilidad de poder pasar tanto tiempo con ellos, he desarrollado un enorme respeto para todos los que practican esta disciplina”.

Un recurso para conseguir que los adolescentes protagonistas del documental se sintieran más a gusto fue utilizar el lenguaje de la danza como elemento narrativo, una idea en la cual trabajaron Domingo y Salinas desde el inicio, confiesa este a OnCuba:

“Utilizar la danza como un medio narrativo, no solo como un sujeto en el trabajo documentalístico, también como una forma de dejar que esos muchachos pudieran expresarse de una forma más natural y auténtica, porque sabemos lo difícil que es entrar en el mundo interior de un adolescente, por todas las dinámicas de esta etapa, por eso pensamos en dejarlo bailar y expresarse con el tipo de lenguaje que más dominan y que practican tanto”.

Lo más práctico en el trabajo coreográfico resultó “hacerle preguntas al bailarín y pedir que conteste en movimientos. Todas las coreografías de una manera sirven narrativamente para explicar ciertas emociones del protagonista, que nace de él, es su forma de trasladar en danza las sensaciones y emociones de ciertos momentos difíciles o felices de su viaje en la película”, explica Salinas.

De izquierda a derecha: Alexis Francisco Valdés, Laura Domingo y Roberto Salinas. Foto: perfil de Facebook de Laura Domingo.

“Creo que el mensaje principal de la película es que Alexis con su experiencia puede comunicar a un público joven, y a todo tipo de público, que una integración distinta es posible, no necesariamente conocer o contaminarse significa renunciar a tu cultura original, al contrario, significa valorizarla y portarla con orgullo en el exterior, pero que también los países que reciben migrantes tienen mucho que ofrecer culturalmente y socialmente, y que la experiencia de la migración puede ser positiva.

“Miramos con muchas esperanzas la nueva administración de los Estados Unidos, que mejore condiciones y un diálogo mejor con todos los referentes latinoamericanos de aquí en adelante”.

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