“Vivo” y Andrés en una Habana imaginada

Entrevista con Juan de Marcos González, músico cubano que se estrenó como actor poniéndole voz al personaje de "Andrés" en la reciente película musical de animación "Vivo", estrenada en Netflix.

Juan de Marcos González es tresero, productor, director y compositor cubano. Voz de Andrés en el filme "Vivo" estrenado en agosto en Netflix.

Juan de Marcos González vuelve a ser noticia, en clara muestra de una versatilidad que ni el confinamiento ha logrado detener. Reaparece justo cuando se cumplen 25 años del fenómeno que devolvió la música cubana a los escenarios del mundo –el Buena Vista Social Club-, del que el tresero, productor, director y compositor cubano fue uno de sus principales artífices y pieza determinante en el re-descubrimiento y cohesión de aquellos colosos musicales en el mundialmente exitoso proyecto de Nick Gold y Ry Cooder. Profundo conocedor de la música tradicional cubana y de la esencia de la vida en los legendarios barrios habaneros de donde sale la música más auténtica, Juan de Marcos ha logrado, como pocos, estudiar y comprender los nuevos escenarios en que la música cubana debe defender sus altos quilates, frente a modos diversos y no tradicionales de consumo, que acercan e imponen la tecnología y la gran industria del entretenimiento, en tiempos que no solo se quiere escuchar, sino también “ver” la música.

Cuando ya había recorrido el camino iniciado en la Universidad de La Habana como sonero aficionado, y continuado con Sierra Maestra, el septeto que fundó y lideró por años, para llegar a Buena Vista Social Club, triunfar y trascenderlo con Afro-Cuban All Stars, la banda que creó para perpetuar la música tradicional cubana desde sus esencias hasta las nuevas sonoridades, Juan de Marcos debuta ahora en la cuerda dramática, como actor de voz en el filme musical de animación «Vivo». Dirigido por Kirk DeMicco, el filme cuenta una historia que sus autores —Peter Barsocchini y Quiara Alegría— ubican en La Habana y Miami, con personajes y hechos relacionados con Cuba en ambos sitios. El guion de Alegria y DeMicco desatará innumerables —y polémicas— fantasías, reforzadas por la dirección de arte y la creación de los personajes y escenarios. «Vivo» muestra el sello indeleble del experimentado Lin-Manuel Miranda, autor de la música del filme, además de ser uno de sus productores ejecutivos.

Juan de Marcos asume la voz de uno de los personajes principales de la historia: el viejo Andrés, músico cubano, que, en improbable mutación, de tresero se convierte en organillero que anima la vida en la Plaza Vieja de La Habana, acompañado de un kinkajú que nadie sabe cómo fue a recalar en La Habana. Juan de Marcos/Andrés alineará en las voces junto a artistas experimentados y consagrados: el propio Lin-Manuel, Gloria Estefan y Zoe Saldana, entre otros. De esta singular experiencia, del filme y otras obsesiones hablamos con Juan de Marcos González.

¿Cómo llegaste a «Vivo»?

A finales del 2017 y estando de gira en Europa mi agente norteamericano me contactó para decirme que había recibido un mensaje de Sony Pictures Animations que mostraba su interés en contratarme como voice actor para una película animada. Me sorprendió mucho, pues nunca en mi vida había realizado ese trabajo. Sin embargo, me pareció algo interesante. Entonces los productores del filme me enviaron algunas líneas del guion para probar mi capacidad. Me estudié los textos y los perfeccioné con la ayuda de Gliceria y mis hijas. Luego grabamos las partes usando el ipad que me regaló Glicerita. A los pocos días de enviarles los ficheros de video respondieron positivamente. Para mi absoluta sorpresa estaban encantados con lo que hice. Llegamos entonces a un acuerdo preliminar respecto a la compensación, etc., y a partir de entonces entré a formar parte del cast. Aunque nunca hablamos de ello, creo que la razón de que pensaran en mí estuvo basada en mi historia con la música cubana y en el hecho de que mi inglés es bastante bueno y acusa, indiscutiblemente, cierto acento cubano. Además, necesitaban a alguien que pudiera cantar un par de temas en la banda sonora, para lo cual se necesita un músico. La actuación constituía un reto que estaba dispuesto a afrontar. Al final, me divertí muchísimo haciendo mi papel.

Juan y su esposa y asistente Gliceria Abreu.

Cuando leíste el guion ¿qué fue lo que te “enganchó” para aceptar el papel?

Hay varias razones por las cuales el guion me engancha. En primer lugar se trata de una obra donde nuestro país y su gente ocupa un lugar importante. Como habrás visto, aunque la trama no siempre se desarrolla en Cuba, nuestra nación es el fundamento, la raíz de la misma. Además, me encantaba que la película se desarrolla apoyada en la música (como light opera o musical de Broadway), que va coloreando las sucesivas escenas y constituye el hilo conductor del argumento. También vi reflejadas en mi personaje a mucha gente que conocí y, en cierta medida a mí mismo, en la época en que, para poder mantener a mi familia en pleno Período Especial, tuve que hacer basking por un tiempo en el Metro de Londres. Por último, como sabes, soy un admirador de los grandes músicos de la tercera edad (a la cual me acerco peligrosamente). Y Andrés representa a esa generación que lamentablemente va desapareciendo. Como casi todos los artistas cubanos, pienso que la obra precede al producto, por lo que nunca me preocuparon razones económicas ni comerciales. Consideré que era una buena obra y me entregué a ella tratando de dar lo mejor de mí.

Aparte de poner voz y sentimiento a Andrés —y también el tres, supongo—, ¿qué otra participación tuviste en la pre-producción y realización de la película?

No tuve ninguna participación en la pre-producción del filme. Simplemente, como te dije antes, me contrataron para hacer un personaje. Tampoco grabé el tres porque el Productor Musical quería hacerlo en Nueva York, a donde yo no quería ir en tiempos de cruda pandemia, tomando un riesgo innecesario. Entonces sugerí a dos amigos treseros de esa área, Pablo Moya (ex director y arreglista de Karachi) y Yuniel Jiménez, que forma parte de la generación de treseros virtuosos actuales. Pablo grabó algunas frases, pero se quedaron con lo que hizo Yuniel. Durante todas mis sesiones de actuación hice muchas sugerencias (algunas de ellas quedaron) respecto a la utilización de frases del habla popular cubana que cabían en la escena correspondiente. «Vivo» es una obra de Lin Manuel Miranda y él, su equipo (Quiara Alegría, Alex Lacamoire, etc.) y el director (Kirk DeMicco) tenían todo absolutamente preparado a priori. De hecho, la idea data de hace muchos años, aunque nunca pudo ejecutarse debido a varias razones. 

Juan es el fundador y director de la banda Afro-Cuban All Stars.

«Vivo» ha generado disímiles opiniones no sólo en el público de origen cubano, sino también entre cineastas y actores, entre otros. El punto común de esta valoración crítica y diversa es cuán auténtica es la representación de lo cubano en el trabajo creativo de los escenarios, de la dirección de arte y de la música. Teniendo en cuenta estos elementos, ¿qué opinión te merece el resultado final del filme?

Resulta lógico que al valorar el filme predomine en muchos la impresión general de la falta de autenticidad al representar a Cuba. Pero hay que tener en cuenta que el arte en las sociedades de mercado está subordinado a la posibilidad del éxito comercial. Por supuesto que existe, han existido y existirán muchos rebeldes como Sartre, Pollack, Modigliani, Buñuel o Tzara. Pero la rebeldía, indiscutiblemente, no es la tendencia general. Es decir, el objetivo de lograr una alta probabilidad de generar un producto tiende a preceder a la obra en sí. En el caso particular de un musical animado destinado mayormente a niños, resulta lógico que no aborde problemas sociales complejos y que brinde una visión idílica de la sociedad y sus locaciones. Por otra parte, considerando que el destinatario principal de la película es el público norteamericano que, como sabes, por lo general resulta un tanto al margen del “resto del mundo”, el director y la guionista lograron efectivamente mostrar las cosas en el estilo de su sociedad, el que resulta potable a sus destinatarios. Sin embargo, es bueno destacar que se muestran algunas características esenciales de la cubanidad, como por ejemplo la solidaridad de los vecinos del barrio con Andrés y su respeto por el viejo. El hecho de que el objetivo fundamental de la película sea mostrar los sentimientos más puros del ser humano (amor, amistad, inclusión, etc.) hace de la misma una excelente pieza de arte. No se trata de Bertolucci, Fernando Pérez o de cine de autor en general, sino de un musical animado para entretener a través de una trama sencilla y comercialmente válida.

Es de agradecer, en particular, la música urbana —el rap— en la banda sonora del filme, pero me ha asombrado que la canción argumentalmente más importante —la que Andrés, músico cubano, le compone en Cuba a su amada Marta Sandoval, sea una bachata. ¿Qué opinión te merece la banda sonora del filme?

Te digo mi opinión. Los Estados Unidos a pesar de ser un país extremadamente heterogéneo, también es uno donde, por razones que me resultan incomprensibles, se presta especial atención a la etnicidad. Y este “etnicismo”, socialmente impuesto, tiende a agrupar a las masas en conglomerados donde el idioma y la cultura fungen como elementos de identidad. De esta forma, en la visión global norteamericana, ni tú ni yo somos negros. Estamos clasificados como hispanics junto a españoles, argentinos y guatemaltecos de cualquier color. Esta realidad define un cierto panamericanismo en el público latino, lo cual, como sabes, fue aprovechado muy eficientemente por Jerry Masucci et al cuando fundaron Fania Records. Luego, a menos que se trate de un trabajo específico, con intenciones bien definidas, resulta indispensable atraer al público de habla hispana y sus descendientes a través del mencionado panamericanismo.

Este fenómeno, por supuesto, opaca los límites de identidad de la música y, desde mi punto de vista, es negativo y simplificador. Los cubanos, como sabes, hemos sido perjudicados por ello. Al extremo que incluso, ya sea por ignorancia o intencionadamente, se discute mucho hoy en día la paternidad y el origen de géneros creados en nuestra tierra. Hace un tiempo estuve viendo una entrevista a Ricardo Lemvo, conducida por un periodista peruano. Cada vez que Lemvo, que es un angolano que vivió una buena parte de su vida en Zaire hablaba de música cubana —la cual conoció como “rhumba”—, el periodista recurría a Johnny Pacheco, al concierto de Fania en Kinshasa, etc., sin percatarse aparentemente de que estaban en la misma cuerda, al ser Pacheco un intérprete de música cubana que presentó su orquesta en el Congo. Era algo un poco cómico. Hay muchos otros ejemplos que conoces y no vale la pena mencionar. A veces, por supuesto, me molestan un poco, pero la mayoría de las veces obvio la ignorancia o las malas intenciones ocultas. No se merecen un “toque de guaguancó divino”. No obstante, creo honestamente que se puede luchar contra conceptos errados (o herrados) a partir de la publicación de trabajos bien documentados como los que has hecho tú misma, aunque por otra parte no creo que se pueda evitar, al menos por el momento, que las transnacionales del entretenimiento nos pongan en el saco de Demócrito (“Todo es uno y lo mismo”). La película «Vivo», sin restarle sus indudables méritos artísticos y su mensaje principal, es un ejemplo.

Lacamoire, tanto al escribir la música incidental del filme como al orquestar las composiciones de Lin-Manuel, trató de dar a su música ese contenido latino al abordar géneros populares dentro de esta comunidad. La canción de Andrés podía haber sido un bolerón escrito en el estilo de Ernesto Duarte o de Bebo Valdés, pero Alex entendió —correctamente, desde el punto de vista de su entorno y su público potencial— que sería más efectiva la utilización de un lenguaje más contemporáneo, aunque no se encuentre en consonancia con la generación de Andrés y Marta. Ello parece ser que le resultó más eficiente para el objetivo expedito. Por último, aunque no es importante, considero adecuado decirte que, para mí, la bachata no es más que un bolero-son cubano, al estilo de Ignacio Piñeiro (bajo acentuado en el down beat, etc.) que, en su variante más comercial, se hace utilizando sintetizadores y programación robótica de las percusiones y la guitarra de doce cuerdas. Es música cubana indiscutiblemente. Pero ello no quita que a mí, en lo particular, me hubiese gustado más un son o un bolero para el tema. Tal vez porque soy un tradicionalista.

Puede ser válida cualquier recreación, incluso aquélla que ignora la realidad, pero en este caso ¿crees riesgoso la difusión de un supuesto paradigma erróneo o cuando menos, reduccionista, de los valores musicales auténticos de culturas tan ricas como la cubana, la puertorriqueña, la dominicana, a través de producciones que llegan a muchísimos millones de personas, del modo en que no logra llegar un “file” de audio o un disco?

El mundo cambia, las generaciones se suceden y resultan lógicamente incapaces de desligarse de la conocida categoría de la negación hegeliana. Pero ello no determina en modo alguno la desaparición del arte de raíz. Solo cambia por tiempos el lenguaje, el modo de expresión. Las grandes productoras, como ya te he dicho, saben bien que en una obra artística de carácter comercial debe primar el objetivo de entregar al consumidor lo que este inconscientemente espera. Y en el caso especial del público anglo, existe una visión muy limitada de otras culturas que solo se identifica con ciertos estereotipos. Como sabes, esa fue la razón que hizo a un músico del nivel de Xavier Cugat, desde sus tiempos en el Waldorf Astoria, escribir orquestaciones afrocubanas utilizando una marimba. Y a Desi Arnaz, siendo santiaguero de pura cepa, organizar e interpretar congas estrambóticas. Ambos sabían perfectamente que se alejaban de la realidad, pero trataban de controlar el mercado utilizando ciertas dosis de exotismo. No obstante, siempre hay artistas dedicados a preservar la esencia y la identidad de sus culturas. Y ello, hasta hoy, siempre prevalece.

La gente de pueblo, a pesar del bombardeo de las transnacionales siempre tiende a identificarse con sus formas de arte originales. Y si por un tiempo —generalmente durante la juventud— no lo hace, al final, como dice el vals peruano, “…vuelve al embrujo incomparable de su son …”.  Los tiburones de la industria, como Netflix o Sony, cuyo objetivo principal es la rentabilidad y la creación de beneficios, no están interesados en preservar identidades. Esa es una tarea de los propios pueblos, la cual, por lo general, se ejecuta. En consecuencia, no creo que la representación exótica de las culturas haga peligrar seriamente la esencia de ninguna nación. En cien años seguirán existiendo el son, el changúí, la plena, el vallenato y el perico ripiao. Y mucho arte comercial habrá pasado a mejor vida. Tal vez pienses que soy demasiado optimista, pero esto es lo que he visto en muchos sitios, incluyendo nuestro propio país.

Lin-Manuel Miranda a partir de sus éxitos en Broadway con “Hamilton”, ha devuelto la presencia latina con su musical “In the Heights”, llevado también al cine. ¿Podría ocurrir con «Vivo» el tránsito a la inversa, es decir, convertir el argumento de la película en un musical de Broadway? De ocurrir, ¿qué impacto crees que tendría a nivel musical?

Lin-Manuel es un gran artista y esta creando constantemente. No podemos descartar que quiera llevar al teatro musical una versión de «Vivo». Pero, en ese caso, tal vez tenga que cambiar el guion para adecuarlo a un público mayormente adulto. La música que escribió para la película es muy buena, pero supongo que para teatro tendría que escribir algunos temas más. Y re-orquestar los que ya tiene. En realidad estoy especulando, porque no conozco bien ese mundo. Ya veremos qué pasa en el futuro. Lo que más admiro de Lin Manuel, al margen de su talento, es el hecho de que nunca ha olvidado sus raíces de newyorrican de Washington Heights y siempre abre espacio a artistas de las comunidades latinas en EEUU. Eso es encomiable.

Hay noticias de otros proyectos musicales de Broadway con temática ligada a la música cubana. ¿Qué tan importante sería el empoderamiento de músicos, escritores, cantantes, actores y actrices cubanos y cubanoamericanos para lograr una mayor presencia de la música cubana en sus teatros, dentro del esquema del musical, que es algo muy propio —diría que inimitable— de la escena norteamericana? ¿Lo ves viable?

Sería algo muy importante y creo que es viable, aunque difícil. Hay antecedentes, como el musical dedicado a Celia en el cual, si no recuerdo mal, trabajaron Lucrecia y Oriente López. Sin embargo, hay un problema, los productores de Broadway, por razones económicas, prefieren utilizar artistas del área de NY y ello limita mucho la presencia de cubanos. Por supuesto que hay muchos en el área, pero no los suficientes. En otros estados, como Florida por ejemplo, hay muchos más. Además, la probabilidad de traer músicos desde la Isla es prácticamente nula en estos momentos. Y no sabemos cuándo ello pueda arreglarse —o mejorar, porque nunca ha estado arreglado. Hace dos años un productor de Broadway se me acercó con su idea de hacer un musical sobre Buenavista Social Club y estuvimos trabajando en eso fuertemente durante 2019. Pero luego vino la pandemia y todo se ha detenido. Sin embargo, creo que ocurrirá. Y de ponerse en escena, puede ser un gran éxito. No puedo hablar más de este asunto sin comprometer a otros.

¿Cómo ubicarías a «Vivo» dentro de tu carrera musical? ¿Qué experiencias te dejó esta nueva faceta? ¿Te quedas con el sabor de hacer el siguiente personaje en un musical animado… o en un musical de Broadway?

Creo que el hecho de trabajar en «Vivo» fue una oportunidad y un reto al mismo tiempo. Me sentí muy bien trabajando con estos profesionales y contento con el resultado de la película. Mucha gente a quien no conozco personalmente me contacta y ello es siempre estimulante. Otra sorpresa para mí fue que el team de doblaje de Netflix —en México— me llamara para hacer la versión en español. Como sabes los mexicanos siempre hacen las versiones en castellano de los filmes de Hollywood y tienen un tremendo team de artistas disponibles. Pero querían mi acento cubano también, tanto en el doblaje como en la música. Lo hice todo en tres horas y suena bien. Como el cine no es mi mundo, no sé si alguien me volverá a llamar para hacer algo similar. Pero si ocurre, por supuesto que lo haría con mucho más desenvolvimiento. Lo mismo en Hollywood que en Broadway, que en cine independiente. Entre nosotros… lo que espero más ansiosamente es la posibilidad de volver a llenar un teatro con mi orquesta y mi música. Ya hace año y medio que no me subo a un escenario. Tengo planes para el comienzo del 2022, pero todo depende de cómo evolucione la pandemia.

Vivo (EN ESPAÑOL) | Tráiler oficial | Netflix

Salir de la versión móvil