Woody Allen por fin en Cuba

Play it again, Sam, uno de los primeros textos teatrales del dramaturgo y cineasta neoyorkino se presenta en La Habana, gracias a una alianza entre creadores-emprendedores.

Para una feminista, a la que es difícil confesar que ama la misoginia caricaturizada del alter ego patético del cineasta estadounidense Woody Allen (no voy a remitirme a su vida íntimamente pública), no podía ser de otra manera el encuentro: Ford rojo impecablemente, años 50´s y Enrique, ingeniero mecánico devenido taxista, frente a mi reja de 1905.

Enrumbamos al oeste en busca de una casona abandonada por algún ricachón a inicios de los 60´s del siglo pasado (como el Ford de Enrique), en las afueras de La Habana —ni tan “afueras”, si el transporte público no hubiera sido aniquilado por más de 5 décadas de desidia, la verdad.

Antes fue La Campana. Alguna que otra vez me fui a su piscina y pasé madrugadas de fiesta con amigos. Ahora es La Mandrágora, donde sirven tapas al mejor estilo español y otras comiditas que encantan. Si bien,  Kike, su dueño peninsular aplatana´o, se arriesga cada noche de jueves a traer a Woody Allen a La Habana.

Claro que el cineasta neoyorkino irreverente no viene en carne y hueso a esta ciudad. Pero, su alter ego, Allan, es invocado magistralmente por el actor Alexis Díaz de Villegas en una puesta que también dirige: Play it again, Sam —conocida en castellano como Sueños de un seductor o Aspirina para dos—, un texto de Allen estrenado en Broadway y más tarde llevado al cine por  Herbert Ross (1972).

Allan es un crítico de cine, neurótico y destruido por su divorcio reciente, que imagina a su ídolo cinematográfico Humphrey Bogart aconsejándole cómo ser un seductor al estilo del protagonista del clásico Casablanca (Michael Curtiz, 1942).

Las peripecias de este Allan en la búsqueda de una mujer a quien amar, un triángulo amoroso, los celos, la violencia, la soledad, el abandono y la frustración amorosa, son actuadas divinamente por un grupo de 5 actores de la compañía teatral El Público.

Es un texto machista. Se me antoja usar el test de Alison Bechdel para analizarlo, en medio de la noche: ¡definitivamente machista! Pero tanto estereotipo sirve para cuestionar esos modelos de masculinidades hegemónicas mostradas hasta el cansancio por las cinematografías y otras artes, en los que Bogart tiene un lugar destacado dentro del imaginario universal.

Jueves tras jueves, además, nos tomarán por sorpresa el cubano Virgilio Piñera y otros personajes de nuestra historia reciente, gracias a la magia de la improvisación de Yanier Palmero y Carlos Enrique Riverón.

Sin embargo, si interesante es que Allen sea puesto en la escena cubana, por primera vez; disfrutar de las excelentes actuaciones de Palmero (Bogart), Riverón (Dick), Yara López (Nancy) y Linda Soriano“(Linda); y ese diálogo, que al menos en lo personal establecí con el texto desde mi visión femenina-feminista; lo que más me fascina es el rescate de los café-teatros en la ciudad. Aplaudo otra vez la iniciativa privada. Esa que ahora intenta salvar una tradición cubana más reciente (aunque no recuerdo haberla disfrutado), reanimada luego, sin constancia: el teatro fuera de salas formales, en espacios donde se entremezcla y juega con la arquitectura, con la gente, con gustos, sabores, olores; un teatro del que disfrutan todos los sentidos para generar cultura en su espectro más amplio y una recepción más dialógica, menos apabullante.

Este dueto emprendedor-creador, formado por Kike y Alexis, se propone seguir la programación de este espacio con Central Pask West, primer texto de una trilogía también de Allen, aparecida bajo el título de Adulterios, que pretende mostrar íntegra los jueves, en La Mandrágora”.

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