Yuliet Cruz, marcada por su realidad

Ha sido Sonia en Conducta, Luz Marina en Aire Frío…, y un montón de personajes que dan forma a una floreciente carrera casi acabada de nacer. La esposa de Leoni, la mamá de Sebastián, la Yuliet de Piso 6 también es hija y mujer de estos tiempos.

Yuliet Cruz es una actriz con talento, y con suerte. Ella misma lo reconoce.

Aunque su cara no sea habitual en el espacio de la telenovela, hora en que más personas rinden culto a la televisión, se ha hecho notar mediante apariciones —principales o secundarias— en teleplays y otros programas.

Asimismo, su continua presentación en la revista musical Piso 6 le ha ganado su nombre por encima del de los personajes encarnados.

En el cine es otra de esas mujeres que ha sido tocada por la varita mágica de los directores, a la vez que anula las dudas sobre su valía.

Nos ha dejado sentir la hondura  de un entrenamiento psicológico, estirando los límites de la interpretación ante la encrucijada de ilustrar a una madre alcohólica y despreocupada, y el hecho de ser la mamá que no quiere ir de noche a trabajar para estar con su pequeño.

¡Y qué decir del teatro!

Las tablas nos han revelado un volcán de sentimientos; mostrando siempre el equilibrio del sentir, la indecisión que nos hace humanos.

Pese a su merecida gloria, no siempre bien reconocida, y a sus oportunidades de trabajo dentro y fuera de la Isla, Yuliet Cruz sigue siendo una joven actriz cubana y como tal, padece.

Cómo te  manifiestas ante la presencia de las mujeres en los medios, desde la presencia física y desde una perspectiva psicológica.

Debo partir de que Cuba es un país machista, tanto hombres como mujeres nos comportamos así. Y así educamos a nuestros hijos. Por tanto, la primacía del hombre es brutal.

No se escriben muchos personajes femeninos atractivos, bien estructurados, creados de acuerdo con las problemáticas reales.

Existen muy pocas mujeres creando, o muy pocas con la oportunidad de realizar sus proyectos.

De los hombres que lo hacen solo algunos poseen una visión femenina profunda para un guión de televisión o de cine, libre de discriminaciones, marcas culturales, estereotipos.

Por otra parte, la presencia de las actrices depende de las condiciones personales. A quienes tienen hijos, como yo, se nos complican un poco más las cosas. Cada día de mi vida debo agradecer a mi madre por su apoyo. Mis logros siempre están respaldados por ella. Pero  muchas de mis amigas no tienen a sus madres cerca o dispuestas a apoyarlas. Han tenido que acudir a vecinas para garantizar el cuidado de sus hijos, pues esta profesión no tiene horarios específicos. En el peor de los casos, ellas han debido rechazar una oferta.

En las producciones realizadas en Cuba no se toman en cuenta estas situaciones típicas de las féminas. En otros lugares, en los mismos espacios de trabajo se encargan de proveer personal capaz de velar por los hijos de las actrices para propiciarles a estas la tranquilidad y un buen desempeño.

Cómo valoras la concepción de personajes femeninos que pasan los cuarenta años…

Hay una etapa muy negra para las actrices en este país. Cuando dejas de ser mujer visualmente deseada y superas los 35 años, hasta que eres ya una abuela reconocida en todos los aspectos.

Para la mayoría de las personas en Cuba una mujer de cuarenta y tantos años es vieja. De ello, por desgracia, no quedan exentos guionistas y directores. Por eso llegado el momento no asumes un papel; te conviertes en la mamá de este, la tía del otro… Resulta bien difícil encontrar un personaje para estas edades con todos sus matices. El período productivo de las actrices en este país se acorta,  y no son unas pocas a las que se les está pasando la vida sin tener trabajo.

De estos contextos nacen contradicciones intergeneracionales que además de quebrantar el equilibrio de la sociedad, mellan los resultados en cualquier ámbito. ¿Qué postura asumes ante tales desencuentros?

 Se han peleado las generaciones con el argumento de que los viejos tienen la verdad y los jóvenes tienen mucho que aprender.

Todo tiene una etapa y un momento. Se supone que quienes pasan de cierta edad tengan acumulado un caudal monetario y una trayectoria de vida suficientes para retirarse a su casa y vivir de su jubilación. Así, continúen  ejerciendo quienes lo deseen; sin anular el momento de los que les siguen.

Lo que pasa en Cuba —y se ha convertido en un fenómeno—, es que no se te reconoce nada, ni tienes un lugar hasta que peinas canas.

Así no vale la pena. No siempre funciona que te den las cosas cuando eres viejo. Hemos sentido que no tenemos la posición que nos corresponde. Entonces paramos y decimos: para qué estoy haciendo esto si pierdo los mejores momentos de mi vida.

Hay que saber estimular a los jóvenes, porque somos la base, los que generamos y hacemos crecer la profesión en nuestras manos.

Todo tiene su lugar y todo debe recibir su valor. No comparto que se categorice a quienes comenzamos como inmaduros o irresponsables; o que un muchacho o muchacha no puedan asumir tal compromiso por falta de experiencia.

Existen jóvenes extremadamente competentes para aceptar responsabilidades específicas. Igualmente considero  que quienes no son capaces de entender el desarrollo y de llevarlo a acabo, no importa la edad, no están aptos para ningún puesto de dirección.

En la actuación se complejizan estos conflictos. En una época hasta los personajes adolescentes se les entregaban a mujeres de treinta años. Hoy son estas las que no tienen oportunidades.

¿De qué manera sorteas los terrenos del goce espiritual de un trabajo y la labor en busca de recompensa material?

Desgraciadamente el arte y el dinero casi nunca van de la mano.

En la vida vienen cosas que debemos valorar, y a partir de ellas, labrarnos un camino, una carrera. Pero esto no solo ocurre en Cuba. Nuestra misión en el mundo es vivir, y para ello necesitamos comprar esto, aquello… Por eso optamos por algo para ganar dinero, sin dejar de hacer las cosas con respeto a uno mismo y a la profesión.

En mi caso, para hacer teatro tengo que hacer cabaret, pues con el salario del primero resulta imposible vivir.

He tratado de tantear para lograr pasos más certeros, y debo agradecer a mi familia y a mi esposo, quienes han amparado mis decisiones.

En los escenarios los teatristas dejamos la vida. Allí se quedan nuestros sueños, todo…  Trabajo en centros nocturnos para obtener el sustento y mantener el teatro, cuando me encanta estar en la casa con mi familia. Asimismo he realizado espacios en televisión de los cuales no obtuve nada, solo el reconocimiento a largo plazo.

Pero no seamos extremistas, en la vida no siempre se podrá hacer lo que se quiere.

Por Dainerys Mesa Padrón

Fotograma de Melaza

 

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