Danza Contemporánea de Cuba: 55 años no se bailan tan fácil

Obra Compás / Foto: Cortesía de la compañía

Obra Compás / Foto: Cortesía de la compañía

Cincuenta y cinco años atrás, las técnicas de la danza moderna entrarían en la Isla de las manos –y las piernas– de un grupo de jóvenes convocados por el maestro Ramiro Guerra desde el Departamento de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba. El 25 de septiembre de 1959 es la fecha oficial de creación de la compañía que luego de varios cambios en su nombre terminaría por llamarse Danza Contemporánea de Cuba (DCC), bajo la tutela del propio Ramiro y de la norteamericana Lorna Burdsal, quienes deben ser considerados, según Miguel Iglesias, actual director de la compañía, como los padres de la danza moderna en Cuba.

Obra La ecuación / Foto: Cortesía de la compañía
Obra La ecuación / Foto: Cortesía de la compañía

Desde el 19 de febrero de 1960 y hasta la fecha, DCC ha estrenado piezas que van desde la encarnación misma de las raíces afrocubanas hasta el neoclasicismo europeo, pasando por creaciones más posmodernas, atrevidas e inquietantes. El trabajo con coreógrafos extranjeros (Jan Linkens, Cathy Marston, Rafael Bonachela, Itzik Galili, etc.) les ha permitido no solo incluir en su espectro las tendencias foráneas de la danza moderna, sino moldear las técnicas más vernáculas con verdadera autenticidad. Piezas como Folía, Demo-N/Crazy o Mambo 3XXI le han valido a la compañía el privilegio de actuar en los mejores escenarios de Europa y Estados Unidos. Sin hablar de Compás, donde se entrecruzan a un tiempo la sensualidad y agresividad yoruba con la búsqueda de un ritmo quizás más cubano.

Pero para Miguel Iglesias, casi treinta años de dirección pudieran resumirse en la obstinación de asumir siempre cada montaje, cada presentación y cada ensayo con increíble pasión. Pasión y riesgo. “Que cada salida a escena sea como la primera vez”, dice y los ojos le brillan por el orgullo de guiar a la compañía por la que han pasado la mayoría de los grandes bailarines modernos de Cuba.

Este miércoles, víspera de su 55 aniversario, Danza Contemporánea de Cuba inició las celebraciones con un homenaje a la memoria. Un toque para recordar a todas las figuras que hicieron de alguna manera lo que la compañía representa hoy para el movimiento danzario y cultural del país.

“Que esa memoria convertida en presente siga fecundando a la danza cubana, al interior y al exterior de la compañía y que el camino sea seguir incrementando esa larga cadena de aportes a la danza, a la cultura y a la nación”, dijo Omar Valiño, director de la Casa Editorial Tablas Alarcos.

Obra DemoNCrazy / Foto: Cortesía de la compañía
Obra DemoNCrazy / Foto: Cortesía de la compañía

Julián González, ministro de Cultura, hizo entrega de una carta del presidente cubano Raúl Castro, elogiando precisamente el trabajo de DCC desde sus inicios en 1959.

“Creo que lo que une a aquella compañía con esta es que él (Ramiro Guerra) usó el riesgo durante toda su vida y nosotros constantemente nos estamos arriesgando, violentando los límites. Esta compañía se convirtió de una compañía de autor a una con dirección artística, coreográfica, que escoge lo que se pone en la escena, pero es justamente la diversidad y la no aceptación en la escena de lo mediocre, lo que nos une. Yo creo que verdaderamente DCC es diferente en este 55 aniversario, pero mantenemos la energía con que bailan los bailarines, el nivel de entrega, el riesgo que usan, la electrificación que se vive en el escenario, de esa manera solo se baila en este país…”, dijo Miguel Iglesias.

Como parte de las celebraciones por el aniversario, la compañía ha preparado una serie de presentaciones entre las que se encuentran dos estrenos en el mes de noviembre de los jóvenes coreógrafos Luvyen Mederos y Norge Cedeño, mientras en el mes de diciembre presentarán The family, creación de Julio César Iglesias. Para el próximo año, DCC ofrecerá proyectos donde música, danza y arte digital se mezclan sobre el escenario, además de encontrarse trabajando en dos propuestas cinematográficas, el largometraje La saga de Daniel, del realizador Rolando Almirante, y el documental Danza, del cineasta chileno Fernando Valenzuela.

Obra Folía / Foto: Cortesía de la compañía
Obra Folía / Foto: Cortesía de la compañía
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