Endedans danza a Camagüey transfigurado en viento

El coreógrafo norteamericano Pedro Ruiz abrazó la ciudad de Camagüey cuando compuso “Momentos en el viento” para el Ballet Contemporáneo Endedans. Cuando hace semanas declaró públicamente su encanto por esta urbe de la región central de Cuba, no tributaba halagos de cortesía sino auténtica euforia por esa provincia fundada como villa hace 500 años.

Un público compuesto mayormente por cubanos y norteamericanos que viajaron a la isla expresamente para contemplar esta temporada, cayó en una especie de estado de embriaguez ante la excelencia técnica y dramatúrgica del conjunto dirigido por la reconocida creadora Tania Vergara.

Ruiz supo trasladar a “Momentos en el viento” la sensación de movilidad y dinamismo que invade al caminante en esta laberíntica ciudad, ubicada a unos 500 kilómetros de la capital de la isla. Mientras los bailarines de Endedans integraron a esa perspectiva ritmo, sensualidad y una brillantez en la ejecución de los pasos que realzó la excepcionalidad de esta provincia con sus calles intrincadas y arquitectura sorprendida por una mezcla de estilos desde la colonia hasta la misteriosa depredación del siglo XXI.

Montones de aplausos confirmaron el éxito de la puesta en tres días consecutivos de funciones que culminaron el domingo 26 de enero en el Teatro Principal de Camagüey.
Endedans trascendió hace tiempo la barrera de la compañía de autor y se ha abierto más puertas en la danza con la invitación a diversos coreógrafos para trabajar con el conjunto. Ejemplos recientes constituyen “40 palillos por 10 pesos”, de Maura Morales, con el cual recorrió gran parte del país, un montaje de Pepe Hevia para acompañar en un concierto a la cantautora Liuba María Hevia en La Habana y “Momentos en el viento”, de Ruiz, quien fuera durante dos décadas bailarín principal del Ballet Hispánico de Estados Unidos.

Queda claro un estilo de dirección basado en el reconocimiento del talento y de la diversidad de estilos como fuente de enriquecimiento de la danza y de los bailarines. La humildad de Tania Vergara ha fortalecido la compañía en tanto su ingenio creativo y sensibilidad estampan un sello típico dentro de la isla.

A los confines de la tierra/ Foto: Yuris Nórido
A los confines de la tierra/ Foto: Yuris Nórido

El programa comenzó con la obra ganadora del Premio Iberoamericano de Coreografía en 2008, “A los confines de la tierra”, en la cual Vergara escudriña límites del alma a partir de la necesidad del otro, la partida, la ausencia, los encuentros y desencuentros. Al placer estético contribuye el empleo de telones en la segunda escena para ocultar a los partenaires de las cuatro bailarinas a fin de subrayar los efectos de la ausencia, la clemencia de las luces y la dulzura interpretativa de la agrupación de música gallega Luar Na Lubre.

Ninguna compañía del país ha sido capaz de interpretar esta pieza con tal sublimidad y poesía como la concebida por Endedans.

“La muerte del hombre”, coreografía también de Vergara en conjunto con Lainier Bernal, además de exponer el hastío ante la desmesura estructural y tecnológica de la sociedad moderna, transmite a su vez una esperanza de escape o transformación de la vida al margen de la firmeza del entorno.

El bailarín René Montes de Oca en La muerte del hombre/Foto: Yuris Nórido
El bailarín René Montes de Oca en La muerte del hombre/Foto: Yuris Nórido

El bailarín René Montes de Oca alcanzó esa figuración idílica con mayor madurez en cada puesta y convenció al público que comienza a ver esta obra con escepticismo pero termina por sucumbir a la necesidad intrínseca de expresión sin ataduras. Bien vale el esfuerzo por lograr la diferencia y sí merece la pena morir en el intento de cambiar en favor de lo que realmente somos o amamos.

 Si todos fuéramos tan valientes no existirían Bernaldas, otra composición fabulosa de la Vergara que habla de consecuencias, de encierro y de delirios, de demonios internos y la inevitabilidad. En “Las Bernaldas; el entierro de la vida”, la coreógrafa camagüeyana sugiere una comprensión de la recia mujer henchida de temores que Federico García Lorca describió como una gran déspota.

La solista en esta creación, Maisnelys Lavín, asumió con la dosis exacta de teatralidad el conflicto del ser enjaulado a voluntad, acechado por demonios personalísimos, mientras seis bailarinas encarnaron con plena convicción otras proyecciones del personaje.

Momentos en el viento/ Fotos Yuris Nórido
Momentos en el viento/ Fotos Yuris Nórido

Si bien las féminas de la compañía merecen elogios, resulta justo reconocer que el desempeño de los varones aporta plenitud sentimental, multiplica energías, pues Endedans cuenta con excelentes partenaires aficionados al lucimiento técnico y a la danza como arte y medio de disfrute.

 Esto, a menudo olvidado por las agrupaciones danzarias en aras del mercantilismo y la simple demostración de movimientos como un acto circense, define en la actualidad a la compañía de Camagüey, inmersa en motivar sensaciones de placer que el auditorio agradeció en esta última temporada.

Los intentos de algunos por aplazar sus pasajes a fin de dilatar la estancia en aquella ciudad cubana para ver todas las funciones, fueron prueba suficiente. Dichosos quienes pudieron conseguirlo.

Momentos en el viento/ Foto: Yuris Nórido
Momentos en el viento/ Foto: Yuris Nórido
Momentos en el viento/Foto: Gabriel Dávalos
Momentos en el viento/Foto: Gabriel Dávalos
El coreógrafo de Momentos en el viento, Pedro Ruiz, y la directora de Endedans, Tania Vergara, saludan al público junto a los bailarines/Foto Gabriel Dávalos
El coreógrafo de Momentos en el viento, Pedro Ruiz, y la directora de Endedans, Tania Vergara, saludan al público junto a los bailarines/Foto Gabriel Dávalos

 

 

 

 

 

 

 

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