Los secretos compartidos del son cubano

Adalberto Álvarez. Foto Roberto Ruiz

Adalberto Álvarez. Foto: Roberto Ruiz

Marcan los pasos al ritmo de la clave. Ese es el verdadero enigma de la música cubana. Hay quien dice que ya casi ningún bailador utiliza esa guía para bailar. Pero si no lo hacen, ¿qué los mueve sin parar cuando en el escenario, las locomotoras musicales comienzan a pedir: “Con las manos pal’ cielo, mi gente”?

Lo cierto es que un continuo movimiento de caderas y pasillos sincronizados y vistosos, no se hacen esperar. El secreto pienso que está en el público.

Los compositores se nutren de su sabiduría y sus cotidianidades para brindarle salud a un ritmo esencial en la sonoridad nacional. Esa fue la lección que el sábado último dieron Adalberto Álvarez, Manolito Simonet y Laritza Bacallao en la intercepción de 7ma. y Doble Vía, un sitio muy utilizado para presentar en ese municipio habanero de Boyeros a las orquestas y artistas populares.

Ellos necesitan de ese contacto estrecho, de ese vínculo natural con sus seguidores y Artex por los barrios, la gira que auspicia esa entidad cultural por su aniversario 25, toma esa sutil moraleja y la convierte en un hecho tangible.

Ya con su parada número cuatro, en Boyeros, y con el anuncio de que la quinta será por todo lo alto en la Tribuna Antiimperialista José Martí como cierre de oro del verano, este es un paso acertado que han dado los directivos de Artex y los artistas de su amplio catálogo musical, agrupado en sus dos agencias de representación Musicalia y Clave Cubana.

La iniciativa comenzó en abril cuando tres pesos pesados de la música popular bailable: Manolito Simonet, Elito Revé y Maykel Blanco, se dieron a la tarea de recorrer los vecindarios de una ciudad indudablemente cosmopolita en materia de sonoridades. Sin embargo, a cada parada se le han sumado más colegas.

Darle la voz al público es ahora el objetivo de OnCuba. En breves intercambios con algunos bailadores, todos confesaban que este tipo de conciertos “debería repetirse más a menudo, con más sistematicidad”.

En Mirelsis Hernández, trabajadora del deporte, fue innegable percibir su nostalgia por los bailables que se organizaban en décadas pasadas. “Soy bailadora no de los años 90 sino de los 80. Por eso te pregunto: ¿por qué no voy a venir a bailar ahora? Deberíamos retomarlos, así la juventud no tendría la oportunidad de estar aburrida. “Boyeros es un pueblo de fiestas y siempre tocaban aquí las agrupaciones. Eso se ha ido perdiendo. Es hora que lo recuperemos”, aseguró Hernández.

Su coterráneo Michel Tejeda, de 29 años, hace una observación interesante: “Mira a la juventud como viene aquí”. Le pregunto si siente que el son está pasado de moda y Michel me mira como si no viviera en este planeta.

“Tú estás loca. Venga el género que venga, las raíces siguen siendo las nuestras”, contesta, mientras me hace una pequeña coreografía, aprovechando que tiene de fondo a Ricardo Amaray en Tú me dijiste mentira, ese clásico del Trabuco que aún hoy es recordado por el público.

Existe quien viene a estos conciertos para descubrir un fenómeno que antaño era natural. Edilmaris Cruz, de 21 años, no vivió el glamour de la música popular bailable de hace dos décadas atrás. Trajo a toda su familia el sábado. No quería perderse ¿Y qué tu quieres que te den?, de Adalberto Álvarez y su son; o Marcando la distancia, de Manolito Simonet y su Trabuco.

“Nada de eso está pasado de moda”, opina Edilmaris, quien es cantante de boleros, sones y otros géneros auténticamente cubanos. “Esta es una buena idea porque es una manera de seguir escuchando nuestra sonoridad y acerca a los más jóvenes”, sentencia.

Una reflexión de Laritza Bacallao, en la noche sabatina, puso en órbita la visión de los artistas ante este proyecto: “Estamos creamos un interés máximo hacia esta sonoridad. El son tiene muchísima vida. Es nuestra raíz y de ahí venimos. ¡Qué lindo es podérselo enseñar a la gente para que lo siga apreciando!”.

Poco reconocida por los medios de comunicación, la gira de Artex por los barrios se consolida como un proyecto necesario e inteligente. Muestra que cuando las voluntades institucionales y creativas se juntan, se auguran buenos resultados.

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