Showroom: la dualidad del arte

DanzAbierta

DanzAbierta viajará a los Estados Unidos en septiembre / Foto: Alejandro Calzada

Por: Deydri Delgado Avila

 

“La Danza nació con el ritmo y el ritmo –en el hombre-, con el primer latido del corazón; es pues tan vieja como el hombre mismo”[1]. Pareciera que esta frase de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso pauta, desde los primeros minutos, la obra Showroom de la compañía Danza Abierta, que se retomó por estos días como parte del Festival Habanarte. Esta creación formó parte de la cartelera de la nueva sede del Teatro El ciervo encantado, cita en la calle 18 entre 9na y 11, en el Vedado.

La mencionada agrupación danzaria, fundada por Marianela Boán y actualmente dirigida por Guido Gali, se ha ganado el aprecio del público nacional y extranjero con piezas como Chorus Perpetuus, Qué se puede esperar cuando se está esperando yMalson. La reposición el pasado fin de semana de Showroom, de Susana Pous, no constituyó una excepción. La obra recicla y homenajea el espectáculo de cabaret cubano; esta actitud de la coreógrafa de sondear en las raíces tradicionales de la música cubana ya se habían manifestado en una anterior relectura del son.

El título de la obra retomada recientemente[2] anuncia la bipolaridad que signará la escena. Show actúa concomitante con lo visible, lo expuesto, lo público, el oropel, la algazara. Por otra parte, room designa lo íntimo, lo reservado, lo personal. La frontera entre ambos espacios virtuales está marcada por un telón móvil, que gira o se desplaza a conveniencia de la trama. La iluminación y el vestuario acentúan el binomio: las luces estridentes en oposición a las tenues; el brillo, la lentejuela y los etéreos vuelos contrastando con el mimetismo de unos cuerpos semidesnudos. También la música aporta a la idea central de la función. Esta, como de costumbre en la compañía, estuvo a cargo de X Alfonso, quien fusiona fragmentos de su conocido repertorio con música popular cubana, sonidos electroacústicos y toda aquella melodía que pueda aportar significación y riqueza a la obra.

Showroom presenta la auto-referencialidad típica del arte postmoderno, al discursar desde el medio sobre el propio quehacer danzario. La coreografía hace uso de la narratividad para discursar acerca del mundo del espectáculo, representando así aspectos medulares como los celos, la envidia y la competitividad profesional, la obsesión laboral, el estereotipo de la homosexualidad de los bailarines masculinos, y la promiscuidad en sector artístico. Discurre, además, sobre la disciplina y la perseverancia que implican el oficio. Por otra parte cuestiona sobre el límite existente entre movimientos mecánicos y acrobáticos, automatizados durante los ensayos, y la intensidad, expresividad y fluidez de la danza. También se representa el ajetreo y esfuerzo que se realiza en los bastidores para que todo salga al proscenio, bien y en tiempo. Igualmente se refiere como el artista da lo mejor de sí al público, a pesar de sus asuntos existenciales y personales.

Una de las escenas de la obra se destaca por su organicidad, coordinación grupal y fuerza: la deconstrucción del papel que desempeñan las diferentes partes del cuerpo en el acto de bailar. Así se ilustra la importancia de cada fracción y, al mismo tiempo, del trabajo en conjunto. La ejecución de esa idea exigió un alto nivel técnico de los danzadores, al tener que enfatizar el potencial expresivo y técnico de una de las porciones de su morfología en detrimento de las otras. Además, la interpretación demandó de los artistas el dominio de la pantomima y de la sincronía entre ellos, pues en algunos momentos dos miembros del grupo se unen para representar a un solo bailarín.

Aunque en la obra se enfatice el tránsito y la metamorfosis que sufre el artista al atravesar el telón, se expresa implícitamente que el bailarín nunca deja de ser él mismo en el escenario, ni abandona totalmente su arte tras bambalina. Su vida está marcada por la dualidad del showroom.

 

[1] Haskell, Arnold L. ¿Qué es el ballet? La Habana, Cuadernos Populares, 1973,  p. 8.

[2] El título es anunciado en inglés a la manera de los espectáculos de Tropicana.

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