Una carrera “De acero y nube”: biografía de Viengsay Valdés

Otra vez doblan las campanas por Viengsay Valdés y la estelar bailarina en lugar de convocar a la prensa para provocarla con alardes técnicos de los que cultiva como una religión, guarda sus zapatillas, luce un vestido a tono con el clima tropical y pide permiso para agradecer a los espíritus que la ayudaron en su formación, incluso en las épocas en las que muchos desconfiaban de ella. La primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) presentó la versión electrónica de un libro sobre su vida, de la autoría de Carlos Tablada, con un título ilustrativo del temple necesario en una carrera como la suya, “De acero y nube”.

El sociólogo y Premio Casa de las Américas 1987 conoció a Viengsay en 2001 cuando ella esculpía su cuerpo con el fisioterapeuta Miguel Capote y en casa del propio médico le propuso escribir un libro sobre su experiencia artística. La joven, que aún no había alcanzado el rango de primera bailarina y se veía a sí misma diminuta, pensó que el hombre bromeaba o alucinaba; pues no se creía merecedora de algo semejante y olvidó la proposición.

El autor de “El pensamiento económico del Che” probó una vez más su capacidad de visionario. Aquella chica tenaz a la que saludaba a menudo en casa del fisioterapeuta común se convirtió en lo que él había previsto, una profesional de gran reconocimiento dentro y fuera Cuba.

Para Tablada aquello era previsible no solo por el perfeccionamiento de las capacidades técnicas de la Valdés, sino por la personalidad escénica arrolladora. “La danza de Viengsay tiene ángel, tiene alma”, confesó desde Brasil en un mensaje enviado para la presentación de la obra en la 23 edición de la Feria Internacional del Libro de Cuba.

El intelectual, asiduo a las funciones de ballet, veía a varias bailarinas interpretar los mismos personajes; pero ninguna conseguía transmitirle la espiritualidad de la Valdés. Sin embargo, no escribió un libro para prodigar alabanzas sino para ahondar en una carrera singular, exponer cómo nació una profesional de respeto, qué decisiones debió tomar, cuáles actitudes asumir y las maneras de enfocar cada etapa de trabajo. Por supuesto, tuvo que esperar a que la prensa mundial considerara a Viengsay entre las mejores bailarinas del mundo y lo repitiera muchas veces para que ella por fin aceptara que su historia podía ser de utilidad e interés para otros.

De sucesivos encuentros con la bailarina nació “De acero y nube”, libro que a criterio del historiador del BNC, Miguel Cabrera, tiene la virtud de no cantar loas. “Tablada explica muy bien la génesis de una artista que con el paso del tiempo no se ha conformado con los logros y que ve en cada triunfo un nuevo punto de partida”, comentó.

Según Cabrera, Viengsay logró ser famosa y popular en su isla natal pues hasta quienes no la han visto bailar la conocen como heredera de una calidad inaugurada por Alicia Alonso y seguida por otras grandes que la Valdés conoció también en persona.

A juicio del historiador, la bailarina rescató algunas características de la escuela cubana de ballet que con el relevo generacional a fines del siglo XX parecían perderse, como los fouettés ejecutados sin moverse del lugar –así los hacía Alicia- y los prolongados equilibrios.

El director del Museo Nacional de la Danza, Pedro Simón, coincidió con Cabrera en que el tesón y la disciplina de Valdés no se han resquebrajado por el éxito pues continúa trabajando con el mismo esfuerzo de hace años, cuando todavía no era la artista del presente. Por estos valores la consideró un ejemplo para las nuevas generaciones.

Además de elogiar la actitud de Viengsay ante el trabajo y el arte, Simón instó a que el poderío técnico de Valdés no haga olvidar sus grandes cualidades teatrales, en especial las dotes para el drama demostradas en obras que no requieren a veces de ningún paso académico complejo pero sí una interpretación acorde a una historia.

 A criterio de este estudioso de la danza, Viengsay es una bailarina que cuando irrumpe en escena nadie puede ignorarla por su carisma especialísimo que forma parte de una personalidad fuerte y atractiva.

Por su parte, el periodista cubano Yuris Nórido elogió al libro por no evitar aspectos polémicos en la trayectoria de la bailarina y ofrecer una visión integral de la naturaleza de la enérgica mujer aplaudida por muchos en los teatros.

El crítico y fotógrafo alegó que era una biografía inconclusa pues había sido escrita en plenitud de facultades de Valdés, quien reserva muchas muestras de buen arte para el futuro, vaticinó.

Nórido reconoció la voluntad de la bailarina a través de los años en función de pulir su arsenal técnico y recomendó presentar el libro a los estudiantes de la Escuela Nacional de Ballet a fin de que los aprendices conozcan de un extraordinario sentido de la disciplina, una entrega sin límites a la profesión, un afán de superación permanente y una fuerza para sobreponerse a obstáculos. Igualmente, ponderó el interés de la artista por la lectura, el teatro, las artes plásticas y distintas compañías de danza.

El periodista recordó el contexto social en el cual Viengsay estudió ballet porque el llamado Período Especial la obligó a reinventar sus zapatillas de puntas y hacer esfuerzos titánicos ante la escasez de transporte, entre otras carencias.

Pese a haber conocido las principales plazas del ballet en el mundo y haber tenido jugosas ofertas en la mano, Valdés siempre tomó las decisiones a favor de su compañía. Esta apuesta por desarrollarse en Cuba significa desarrollo para el propio país, apuntó.

Con motivo de la presentación del libro, la artista interrumpió su recia jornada de ensayos para explicar a la prensa los valores de una obra que la humaniza y ofrece al público una oportunidad de conocerla más allá de la escena.

Viengsay resaltó cuatro testimonios del libro que calificó de regalos invaluables: el de su padre Roberto Valdés, su abuela Amparo Rivero que la llevó a las pruebas de aptitud para estudiar ballet, la profesora de la Escuela Nacional Mirta Hermida que confió en ella desde el principio y el maestro Fernando Alonso, al cual agradeció tantos consejos de un valor incalculable.

La bailarina consideró a estas cuatro personas ya fallecidas como seres imprescindibles en su carrera pues sin ellos no sería la misma. Añadió a esa lista de ineludibles a su fisioterapeuta Miguel Capote, quien aún trabaja con ella a diario y le brinda apoyo emocional.

Valdés subrayó la importancia de un psicólogo y de un preparador físico que acompañen día a día al bailarín para que este pueda retomar fuerzas cada mañana y superarse técnica y artísticamente. En base a su experiencia con el especialista que fuera durante casi 40 años jefe del departamento de fisioterapia del hospital Dr. Salvador Allende, Viengsay reveló que planea escribir un libro sobre la manera en que Capote guía al paciente hacia la recuperación y el método que ambos han desarrollado en privado durante 15 años de trabajo.

El primer capítulo de la versión digital de la biografía “De acero y nube” se encuentra a disposición de los usuarios de internet en un espacio habilitado para la libre descarga en el sitio web de Ruth Casa Editorial.

Este lanzamiento en la 23 Feria Internacional del Libro fue la antesala de la presentación de la obra impresa, prevista para el próximo mes de octubre, en los días del Festival Internacional de Ballet de La Habana.

Sobra decir que al término de la cita, la bailarina corrió a cambiar su vestido por un leotard y los tacones por zapatillas de puntas a fin de proseguir con su habitual jornada de ensayos.

Tras una presentación como la anterior a nadie podía extrañarle, Viengsay no solo es una profesional consagrada sino una artista con memoria y para que esta se mantenga viva siempre mantiene cerca la postal obsequiada por su querida maestra Mirta el día la graduación escolar con una dedicatoria que ha sido su divisa desde entonces: el éxito consiste en la constancia de los propósitos.

Salir de la versión móvil