Debates y participación ciudadana: los cimientos de la nación se mueven

Desde hace décadas, incluso siglos, La Habana se erige como el centro fundamental de la producción ideológica cubana.

Con los cambios económicos, políticos y sociales que hoy promueve el presidente Raúl Castro, “el debate” ha sido una de las consignas y, también, una de las mejores ganancias que ha conseguido su gobierno, al punto de que muchos cubanos sientan que “esto no vuelve a atrás”, refiriéndose a tiempos donde la población no gozaba de las “aperturas” de opinión que hoy, poco a poco, ejercen y ganan.

Con base en esa necesidad de debatir la Cuba actual, varios espacios en la capital –-fatalismo u oportunidad geográfica mediante-– convocan todos los meses a dialogar sobre temas polémicos y desde las visiones de varios intelectuales y especialistas cubanos.

Creado en mayo pasado, el espacio de debate “Dialogar, dialogar” que auspicia la Asociación Hermanos Saíz, invita los últimos miércoles de cada mes en el Pabellón Cuba a conversar sobre la realidad nacional.

Luego de romper el hielo con “El cambio de mentalidad”, ahora puso miras en “¿Qué significa ser revolucionario en la Cuba de hoy?”, invitando al profesor Jorge Luis Acanda, al bloguero Harold Cárdenas Lema (La Joven Cuba), y a Israel Rojas, del dúo Buena Fe.

Las continuas resemantizaciones del término, si nos interesa ser revolucionarios o no, a quiénes, y hasta dónde y cuál revolución, fueron algunos de los criterios de Acanda, quien consideró como esencial punto de partida “la condición humana” para la adjudicación de este calificativo.

Con una sociedad altamente envejecida, sin el protagonismo necesario de los jóvenes en la construcción del sistema social cubano, y con influyentes diferencias generacionales en la interpretación de la realidad, Cuba se enfrenta hoy a una renovación, si no forzosa, al menos sí inminente de los cargos y líderes públicos, lo que impone la urgencia de cavilados puntos de entendimiento y confluencias de “los revolucionarios cubanos”. Esta fue una de las ideas amasadas por los asistentes al debate, quienes analizaron las influencias del término en la historia de la Revolución Cubana.

Harold Cárdenas, desde su posición de bloguero, y luego del “bloqueo” al que fue sometido el blog La Joven Cuba, opinaba que “Ya estamos cansados de los estereotipos, lo que fue revolucionario en otros tiempos puede que ya no lo sea, es más, no lo puede ser por una razón cronológica básica.” Y apuntaba más tarde que “habría que estudiar hasta qué punto la juventud cubana es revolucionaria o hasta qué punto la realidad en la que se ha formado le ha permitido serlo.

Más allá de las interpretaciones, o de “cuán revolucionario” se puede ser, Cuba se enfrenta hoy a la conceptualización y definición en resultados reales de su proyecto de país, lo que Acanda hizo notar en la opción de la Revolución Cubana por el socialismo, que no puede ser otra cosa que “socialización del poder y de la propiedad”, aspectos en los que hoy la nación vive interesantes transformaciones.

“No es posible analizar con nuevos códigos viejos tiempos ni actitudes, sin embargo, es también imposible aplicar viejas concepciones a nuevas realidades, y esto último está ocurriendo demasiado en nuestra realidad”, opinó Harold Cárdenas, quien concordó con Israel Rojas en que la realidad cercana es la principal modificadora de las concepciones de los cubanos, más allá de cualquier lección anticapitalista y antiimperialista, por muy correctas que sean.

Con el salón abarrotado, gente de pie, manos alzadas que no pudieron intervenir por la urgencia del tiempo, “Dialogar, dialogar” abre otra brecha para la interpretación de la realidad cubana y, quizás más temprano que tarde, sirva de canal para una creciente participación ciudadana en los cambios y derroteros que se construyen hoy en Cuba.

 

Salir de la versión móvil