DesechARTE

Hacer del desecho arte, esa es la pasión de Grethell Rasúa, joven artista cubana que brinda un servicio muy particular: ella confecciona artículos para portar o usar en casa con los desechos o líquidos corporales de sus clientes.

Suele combinar excrementos, lágrimas, sangre, orina, semen, cerumen, pelo, saliva, con plata, oro, plástico, perlas, telas, resina entre otros materiales, para así crear joyas, prendas de vestir u objetos decorativos para el hogar.

“Con todo el gusto del mundo”, así se titula esta línea de trabajo que viene realizando desde el 2004 y constituyó su tesis de graduación de la escuela de arte de San Alejandro. “Es el resultado de una investigación que hice relacionada con la estética, lo repulsivo, lo que culturalmente es bello, lo que éticamente es correcto o no. Trato de difuminar esos límites, esas categorías concebidas culturalmente entre lo que es bello o no”, explica Rasúa.

El Pabellón Cuba ha acogido este año dos veces su exposición: durante la 11 Bienal de La Habana y luego en el primer mes de verano de Arte en la Rampa. Muecas, ojos sorprendidos, exclamaciones, fotos y cientos de preguntas respondía a diario Grethell. Las personas siempre llegaban interesados en esa especie de boutique-stand donde el cliente tenía una referencia de lo que se puede hacer con el desecho corporal como material, a partir del color, la textura y la forma.

“Los objetos que resultan de aquí son completamente funcionales, útiles, y de alguna manera conservan el período especial de una persona, algún recuerdo, son una especie de fetiches -refiere la artista-; generalmente son artesanías: anillos, aretes, gargantillas, carteras y objetos también para decorar el espacio del hogar no solo el cuerpo. El propósito es que cada uno de esos objetos tenga la idea de belleza de cada persona con su propio gusto, con su propia referencia de lo que es bello o no”.

Para Grethell todos los pedidos son inesperados porque son piezas únicas donde cada universo de esa persona va a trasladarse de alguna manera a ese objeto. Muchas veces ilustra algún momento especial de sus vidas. “Todos los encargos constituyen un reto –asegura-, por ejemplo anillos de compromiso que en algunos casos han estado confeccionados con oro, sangre y semen. En el anillo de la mujer está el semen del esposo y en el de él la sangre menstrual de ella. Es decir, el desecho entendido desde otro punto de vista. Estos anillos tienen un diseño escogido por ambos que tienen que ver con la vida y con la historia de esa pareja. Siempre son pedidos sorprendentes, cada imaginario es único, con su mundo y su historia”.

A ella le interesa con su arte el contexto cubano, documentarlo desde toda la poesía que puede experimentarse con ese juego entre lo bello y lo repulsivo, pero con evidencias muy concretas de cosas que pasan. “Son obras que le pueden funcionar a un sociólogo a un antropólogo como referencia para estudiar al hombre en sí mismo. Son gustos y deseos que juegan con ese sentido estético funcional, sobre todo del comportamiento humano. Y define, también una época, la apariencia”, indica.

Continuar dicha línea temática es un propósito de la artista, ya que ella considera que esta especie de colección seguirá enriqueciéndose con el tiempo.     

Salir de la versión móvil