Fábrica de Arte: la seducción en tres palabras

El sitio más poliédrico para consumir arte en Cuba.

Foto: Danay Nápoles.

En su puerta de entrada, la Fábrica de Arte Cubano debería acoger la siguiente advertencia: No es el mejor lugar para aburridos. ¡Es el ideal!

Sin estar obligado a poseer el don de la ubicuidad, en una noche cualquiera se pueden ver par de piezas de teatro –¡una de ellas de Virgilio Piñera!–, disfrutar de un concierto de jazz, más adelante escuchar otro de música clásica y, para el cierre, si todavía queda adrenalina, saltar en medio de la jungla de luces y sonidos de un espectáculo electroacústico a la manera de Iván Lejardi, de los DJ más seguidos en la Isla.

A seguidas de tal frenesí de los sentidos, salpicado de algunos cocteles, lo más recomendable es el buen descanso. Téngase la edad que se tenga.

Espectáculo de danza. Foto: Danay Nápoles.

A 150 kilómetros del XWorld

El consejo no se lo toma muy en serio Joel Manuel. Tiene 21 años, rastas azules y verdes, energía sobrante y domicilio en Cárdenas, pueblo costero a 150 kilómetros de la capital.

Algún que otro fin de semana, en meses, “brinca” hasta aquí con un “grupito de socios” conectados con la música rock –Zeus, el preferido–, el diseño y “el ambiente cool” del lugar.

Joel y su pequeña tribu no le llaman la fábrica, como a secas acuñan casi todos por economía verbal, sino el XWorld. “Esto es un parque temático, con la diferencia de que aquí se aprende”, establece este técnico en refrigeración que lleva un escapulario con la silueta de Jim Morrison, su “ídolo desde que era un fiñe”.

Cuando “termina la fiesta”, bien entrada la madrugada, él y sus amigos pernoctan par de horas en un parque cercano o en el muro del malecón. Al despuntar el sol, regresan haciendo autostop o virando los bolsillos al revés con la poca plata que les queda.

¿Vale la pena el sacrificio? Joel Manuel responde con el refranero: “A un gustazo, un trancazo”.

Jazz band de New Orleans actuando en F.A.C. Foto: Danay Nápoles.

Moneda al aire

Aunque hay horarios escalonados para las funciones, a veces, pocas, la simultaneidad es inevitable. Entonces hay que cavilar dónde entregarse y suele suceder que la elección de cada quien, dada las apetencias individuales o el gancho de la programación, en ocasiones se pone en manos de la suerte. En esa cuerda andan algunos, como Fernanda Pérez, quien echa mano a un viejo azar: cara o cruz.

“No es fácil escoger cuando hay tantas buenas propuestas. A veces me entra la duda y lanzo mi monedita turca (cinco kurus) que llevo siempre conmigo”, dice esta estudiante universitaria, que debe su nombre a la admiración paterna hacia el director cubano de cine Fernando Pérez.

Monotonía en off

Pero antes de que comiencen las funciones, a las ocho de la noche, la monotonía se muere de hambre aquí. No tiene de qué alimentarse. Tanto Joan como Fernanda, si entraron a las seis de la tarde, cuando FAC abre su portón, han podido recorrer las laberínticas estructuras de FAC.

Pueden haberse detenido ante una pasarela de moda prêt-à-porter, admirado una multicromática Isla de Cuba totalmente conformada con llaves auténticas y quedar meditabundos ante una Habana del pasado, del presente y del futuro, manipulada en Photoshop por los fotógrafos Liudmila & Nelson, en una serie de imágenes perturbadoras. Tampoco sería un imposible que ambos chicos hayan asistido a una de las clases abiertas para adultos de tango, afrobeat, bailes afrocubanos o breakdance, tal como precisa Lourdes García Bereau, especialista de Comunicación de FAC.

“Es un trabajo complicado de programación y producción, porque tratas de no repetirte y abrirte a todos los invitados que puedas tener… De modo que puedes pasarte toda la noche disfrutando. Eso es a tu elección”, certifica García Bereau, ella misma una participante en los cursos danzarios.

Pasarela de varios diseñadores cubanos. Foto: Danay Nápoles.

Una fábrica revolucionaria

Salida de la garra creativa del músico cubano X Alfonso, en 2014, la FAC defiende líneas de acción tan nítidas como firmes: rescatar, apoyar y promocionar la obra de artistas de todas las ramas del arte: cine, música, danza, teatro, artes plásticas, fotografía, moda, diseño gráfico y arquitectura. Mediante la integración arte/artista promueve el intercambio y acercamiento directo entre el público y el creador a nivel masivo. En un futuro, la literatura “desembarcará” en el programa interactivo del centro.

Por lo pronto, en este agosto el diseño, tanto escénico como industrial, vivirá su momento de gloria. Se trata de Facultades en FAC, una cascada de exposiciones y debates en torno a los trabajos de cierre de curso de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica (CUJAE), Instituto Superior de Diseño (ISDI), y Universidad de las Artes de Cuba (ISA).

“Creo que FAC es revolucionaria”, define sin rodeos Carla Ramiro, una graduada de ingeniera civil y habitué del establecimiento, a pesar de que echa de menos la falta de música salsa en los conciertos. “No puedo estirar las piernas al final de la noche”. Dada su proliferación, tanto la salsa como el reguetón son géneros desprogramados en FAC, que privilegia músicas menos estandarizadas.

Carla, quien ha salido de la sala cinematográfica “Humberto Solás”, donde pasan un ciclo español, revisa las propuestas de la firma de ropa Clandestina, que ha abierto una línea permanente en FAC. Afincada en La Habana Vieja, Clandestina aprovecha materia prima reciclada para sus colecciones, modelos “muy aterrizados a lo que espera encontrar el usuario cubano”, estima Lourdes García.

Concierto de música de cámara a cargo de la Orquesta de Cámara de La Habana, dirigida por Daiana García. Foto: Danay Nápoles.

Concierto de música de cámara a cargo de la Orquesta de Cámara de La Habana, dirigida por Daiana García. Foto: Danay Nápoles.

Futuro mediato

Ubicada a unos pocos minutos, en auto, del Centro Histórico La Habana Vieja, la FAC mantiene en secreto su homenaje particular por el medio milenio de la ciudad, en noviembre.

“Será en grande”, filtra X Alfonso y ahí se detiene… También adelanta que entre los planes está lanzar el sello FAC Music, a partir del registro de los mejores conciertos que ofrecen sus dos salas habilitadas para espectáculos musicales.

“Ocho conciertos cada fin de fin de semana, de jueves a domingo, pero cuando tenemos eventos como el Jazz Plaza a veces son hasta diez conciertos o jam sessions, algunos en horario diurno”, explica García Bereau.

Pasarela con el estilista Dorian Carbonel, dueño del Salón Donde Dorian. Foto: Danay Nápoles.

Celebridades y turistas

En su primer lustro de funcionamiento, FAC ha seducido a muchos fuera de la Isla, imantando a celebridades del espectáculo y la política. Lady Gaga, Jon Bon Jovi, Mick Jagger, Rhett Miller, Susan Sarandon y la ex primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, entre otros, han visitado sus instalaciones.

Igualmente, meros turistas, como el mexicano Gerardo, quien desde su móvil no pudo contenerse y telegrafió en mayo pasado: “Este lugar es como un museo nocturno lleno de arte y una mezcla de cultura moderna local y extranjera de lo más interesante. Pasé una noche increíble y bailé sin parar. Lo mejor que hay”.

FAC, que cada año acoge el festival de música alternativa Havana World Music, recibió en este 2019 por tercer año consecutivo, una nominación al premio de viajes y turismo World Travel Awards.

Su servicio gastronómico parece haber empujado en esa nominación. El restaurante Tierra, cuya cambiante carta con productos, en su mayoría orgánicos, propone “una vuelta al mundo en veinte platos”, un admirable esfuerzo de cosmopolitismo culinario en un país con fuertes restricciones en ese campo.

Havana World Music Festival, en F.A.C. Foto: Danay Nápoles.

Virgen, grafitis y tiburones

En FAC el arte es espacialmente totalitario. En su fachada aparece la Virgen de la Fábrica, patrona de los fabricantes de arte, una obra del cubano Moisés Finalé, de 5 x 3 metros, hecha a partir de cubos de limpieza y más de 800 tornillos; en tanto en el lateral izquierdo unos imponentes tiburones nadan fuera del agua, en una ensoñación del artista Rafael Pérez Alonso. Afuera, los muros perimetrales están copados por el desparpajo grafitero del Colectivo Vacilante, grupo de autores brasileños radicados en la ciudad de Recife, cuyo arte se sumó a la visualidad ya lograda en los murales por los cubanos Nelson Ponce y Raúl Valdés, Raupa.

Aviso final

Al cierre, en la madrugada, esos grafitos y la chimenea sin humo y solitaria en derredor, son tal vez las últimas imágenes que quedan en las retinas de los visitantes. Aunque tampoco está, debería haber una advertencia de despedida, remedando a Dante: “Los que salís de aquí, dejad toda esperanza de ser los mismos”. El arte cambia.

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