Fallece el poeta Sigfredo Ariel a los 58 años en La Habana

Con su literatura no solo se convirtió en uno de los referentes de su generación, sino que se instaló entre los poetas de mayor vuelo en el espectro más amplio de la literatura cubana.

El poeta cubano Sigfredo Ariel murió este domingo a los 58 años en la Habana a causa de un cáncer de próstata. Ariel desarrolló una obra literaria de gran profundidad desde que se dio a conocer como parte de la generación de los 80 en la poesía cubana, una generación que aglutinó a autores de peso en la literatura nacional. Su fallecimiento causó una ola de mensajes de condolencia de artistas e intelectuales de la Isla desde las primeras horas de esta mañana

El dramaturgo Norges Espinosa, al reconocer la trascendencia de su obra, lo calificó como uno de los “mejores poetas de Cuba, uno de los de mejor oído, y de mayor compromiso con la escritura”.

Todo comenzó antes

La investigadora Rosa Marquetti, una de las más avezadas estudiosas de la música cubana, lo consideró “un amigo, un talento renacentista, un poeta admirado,  un escritor e investigador a quien la música cubana le debe mucho”.

Marquetti, autora de títulos como Chano Pozo: la vida, recordó que gracias al poeta descubrió “zonas del son cubano que solo una inteligencia prodigiosa como la suya podían encontrar”.

Mujeres prodigio

Sigfredo Ariel nació en la ciudad de Santa Clara en 1962. Ganó el Premio David de Poesía en 1986 y obtuvo el Premio Nacional de Poesía Julián Del Casal y el Premio Nacional de la Crítica.

Desde que comenzó a incursionar en la literatura cubana entregó obras que calaron hondo no solo entre los lectores sino también entre sus colegas de generación y el ámbito intelectual cubano.

Entre sus textos imperecederos aparece el poema «La luz, bróder, la luz», que luego dio título a un minucioso libro del investigador Joaquín Borges Triana sobre la música alternativa cubana.

Sigfredo Ariel desarrolló una prolífica obra y publicó en notables revistas cubanas y extranjeras. Su obra descansa en títulos como «El enorme verano», «Manos de obra», «Born in Santa Clara» entre otros. Su estilo, con una aparente sencillez en las construcciones del lenguaje, ha sido muy destacado por la crítica debido a la fluidez y el dinamismo que logró en el manejo literario.

Con su literatura no solo se convirtió en uno de los referentes de su generación, sino que se instaló entre los poetas de mayor vuelo en el espectro más amplio de la literatura cubana.

Su nombre no se puede desligar de la historia de la música cubana. Aparte de ser un acucioso estudioso de nuestra música, se caracterizó por tener una mente prodigiosa que le permitía recordar cada hecho, cada artista o cada ficha técnica sobre cualquier creador con un trabajo que haya aportado de alguna manera al mundo sonoro del país.

Conspiración de la memoria

Escribió guiones para la radio y la televisión, impulsó un relevante trabajo como promotor cultural y fue asesor de la película del alemán Wim Wenders sobre el Buena Vista Social Club.

El poeta mantuvo un vínculo estrecho con los trovadores y con la revista El Caimán Barbudo. Por eso era común verlo compartir un trago o una cerveza en el Patio de la discográfica Egrem donde se presentan habitualmente un amplio número de trovadores del país. 

Uno de sus textos más recientes lo publicó en la revista de música AM:PM. Se trató de una profunda entrevista al historiador de la música y coleccionista Cristóbal Díaz Ayala, un texto de referencia para los investigadores y melómanos de todo el mundo.

Sigfredo Ariel fue columnista y colaborador de OnCuba, nuestro equipo lamenta profundamente su pérdida.

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