Ángel Boligán: El “monero” cubano

Ángel Boligan nació en San Antonio de los Baños, un pueblo “del campo” situado en el occidente de Cuba y conocido principalmente por la Escuela Internacional de Cine y Televisión y por ser territorio fecundo para el humor gráfico cubano. A aquel sitio se le llama la “Villa del Humor” y de allí salieron también otros ases de la caricatura del país como Eduardo Abela y René de la Nuez.

Él mismo afirma ser un guajiro, y nunca hubiera imaginado convertirse el caricaturista más importante del mundo en 2014, según el certamen con sede en la ciudad de Tabriz, Irán.  Hace más de veinte años vive en México y trabaja para el periódico El Universal. Aún tiene dirección y documento de identidad de la Isla, carnet de su membrecía en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y hasta inscripción en la libreta de abastecimiento, porque nunca se ha alejado del todo de su país.

Cuando en los años 90, en los peores momentos de la crisis cubana, le ofrecieron laborar en México, Boligan sólo pensó en la buena oferta de empleo y en que estaría a dos horas de su país. “Un saltito y ya estaba en mi tierra”, recuerda.

Según él, fue a “bailar en casa del trompo” debido a la gran tradición de la caricatura azteca, sin embargo con el tiempo pasó de la sección de cultura de El Universal, a la de deporte y luego llegó a ocupar el editorial, un espacio del rotativo que posee hace casi 15 años. De esta manera, se convirtió en “monero”, como llaman en México a los caricaturistas.

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Toda su historia de más de 150 premios internacionales es notable ahora, ¿pero quién era antes de ser Boligan, el “monero”?

Pues todo el mundo me pregunta y yo no sé. Siempre existió la inquietud como cualquier niño. Si bien no era un gran dibujante, las bienales del Humor en San Antonio, junto al contexto donde se desarrollaban, fueron factores importantes para mi formación.

En 1979, asistí a la primera bienal; no sabía ni qué significaba aquella palabra, pero fui. Tampoco tenía conocimientos de caricatura. Sin embargo, al encontrarme artistas dibujando en las calles para las demás personas y haciendo murales, me fasciné. Inmediatamente tomé una libreta y empecé a dibujar. A partir de ahí en el Museo del Humor de la localidad me motivaron a que si tenía un dibujo fuera y lo presentara.

Esas acciones me estimularon a tomarlo en serio. Hace más de 36 años sucedió aquello y todavía experimento los mismos miedos del inicio, lo cual es saludable. Cuando trabajo no lo hago por dinero, sino porque sea una obra mejor que la de ayer y la gente la aplauda, le guste, le transforme la vida o cambie de opinión.”

1 Historieta de Ángel Boligán -

¿Debe transformarse para publicar en El Universal, en Cuba, el mundo o sencillamente es Boligan?

“He reflexionado mucho sobre eso y soy Boligan aquí y donde sea. Estoy en México y realizo caricaturas de lo que quiera. He dibujado sobre Cuba, y lo hago con mucho respeto y conciencia. No son agresivas, porque no se trata de ello, sino de trasmitir una idea que debe ser respetada cuando está hecha con conciencia.”

¿Cómo ha sido dibujar para Cuba, sobre Cuba…?

“No he dibujado para Cuba porque aquí no me  publican. No tengo un espacio. Pero pintar sobre mi país no es ningún problema porque tengo la ventaja de saber de qué se trata. En el espacio editorial de México los temas cubanos no son los más importantes. Hay tantos problemas allá que necesito un motivo muy grande para hacerlo, como ahora las nuevas relaciones establecidas con Estados Unidos.

Es un reto muy sabroso porque siento que dibujo para mi gente. Lo hago también desde un punto de vista neutro, es como ver los toros desde la barrera. Con más de un colega he comentado que ojalá algún día nos brinden un espacio en la prensa cubana para hacer dibujos sobre este país, sanos, pero fuertes.”

Boligán caricaturas

Boligan es popular también por sus disputas amistosas con Arístides Hernández (Ares) en porfías por quién alcanza mayor número de reconocimientos. Se siente como si el mundo de los caricaturistas resultara un grupo de amigos con un sentido más fraternal del oficio. Quizás el gremio cubano particularmente funcione así ¿Lo sintió de esta manera al llegar con apenas 25 años a México?

Me ha tocado estar en muchos países y conocer gremios donde hay divisiones. Un estudio per cápita demostró cierta vez que existía un caricaturista –más menos- por cada millón de habitantes en el mundo. Es decir, somos muy poquitos.

En México somos 150 por 120 millones de habitantes, tal vez en Cuba cerca de cien. Sin embargo, aquí estamos muy unidos. Las bienales propician un ambiente fraternal, pues resultan el momento cumbre de reunión, organizar exposiciones, competencias.

La llegada a otro país para colaborar en el periódico principal fue difícil, pues uno no pierde la condición de extranjero. Tuve los brazos abiertos de muchos colegas, pero provoqué ronchas en otros. No obstante, cuando posees un espacio ganado por ti y no porque eres amigo del director, pues todo el mundo tiene que aceptarlo.

En estos 23 años me siento amigo de todos. Incluso creo que he motivado a muchos caricaturistas que no participaban en concursos o no tenían una proyección internacional, pues también de alguna manera llegué de Cuba con ese movimiento de participar en concursos. De ahí que en 2006 creara una agencia de caricaturistas llamada Cartonclub S.A.

¿Y de qué se trata este proyecto?

Es una respuesta a sindicatos que reúnen a caricaturistas norteamericanos y latinos para comercializar, promover su obra, sin embargo lo hacen de manera “gringa”. Nos explotan, pues no sabemos dónde se venden los dibujos ni a cuánto.

En esta agencia invitamos a 35 dibujantes de América Latina. La idea es proyectar la caricatura latinoamericana, promoverla, comercializarla y protegerla de alguna manera. Muchos periódicos publican y copian para otros medios los dibujos de otros rotativos, sin pagar los derechos de autor.

La gente a veces no entiende que vivimos de eso. Cartonclub brinda la posibilidad de comprar muy barato a los periódicos que no poseen recursos para solventar el costo real de una obra de un gran caricaturista.

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¿Cómo puede llegar un dibujante, desconocido y por lo general oculto en el escondrijo de un seudónimo, a situarse en circuitos de concursos y ser valorado?

Los caricaturistas somos muy solitarios. Yo me meto en mi estudio  de 4X4 m,  y trabajo desde allí en mi mesita de dibujo, con un foquito enchufado y una cartulina. Mi conexión al exterior es a través de la computadora prendida a internet.

Existe una red internacional de museos, concursos, agencias, sindicatos, que conectado online, pues uno se entera y conoce de todo ello. Pero si permaneces a ciegas, nadie va a tocará la puerta de tu casa ni darte a conocer.

Hago un dibujo, lo escaneo y envío a una serie de sitios. Espero un rato a que salgan publicados y después los subo a Facebook, Twitter, Instagram. Soy un humorista muy serio porque trabajo diariamente, lo cual me ha permitido de alguna manera visibilizarme.

¿Qué es el buen humor?

Cuando vivía en el campo era el “bárbaro” de la familia porque hacia chistes de borrachos o “pegadera de tarros”, cosas así. Ahora nadie los entiende. Ellos van a las exposiciones, pero los ves con las manos atrás mirándose de reojo y no saben ni qué decir porque no entienden nada. Si quedo bien con la familia y el vecino, pues estoy a un nivel de humor más popular.

Pero el buen humor es inteligente, sin chabacanería, burlas o chistes grotescos. Te hace reflexionar con una sonrisa. Es un arma que apunta a la sonrisa para pegar en la cabeza.

Este país se encuentra lleno de absurdos que el artista debe reflejar. No somos payasos o chistosos solamente, también cuestionamos. En México he dicho que somos vengadores del pueblo porque criticamos a todos los niveles, con libertad, pero sobretodo con la conciencia de ser siempre creíbles.”

Boligan / Foto: Raúl Medina
Boligan / Foto: Raúl Medina
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