Desaparece Alegrías de sobremesa. ¡Qué gente, caballero…!

Foto: habanainsomne.blogspot.de

Foto: habanainsomne.blogspot.de

Acostumbrados a una dosis de buen humor radial dos veces al día durante 50 años, los cubanos están ante el peligro de ver desaparecer el programa Alegrías de sobremesa si su escritor, Alberto Luberta, no encuentra quien lo sustituya cuando escriba el último libreto de su magnífico espacio.

Y está resuelto a terminar porque considera agotado el programa. “Hemos tenido muchas fallas. Murió Aida Isalbe, Michel Labarta está en España, Hilario Peña viaja mucho, Mario (Limonta) andaba por Los Ángeles, Diana Rosa Suárez estuvo un mes en Estados Unidos. Una situación que me tiene loco porque no tengo reparto. Y no quiero meter más personajes”.

Con 68 años de labor radial, iniciada con 17 años el 1 de julio de 1947 en la CMQ de Prado y Monte, y ante la probabilidad de que no aparezca un escritor para el programa que mucha gente llama todavía de Rita y Paco –el matrimonio legendario del espacio–, Luberta desea concluir ahora que está lúcido “para que la gente recuerde bien a Alegrías de sobremesa, y eso tiene que ser antes de que yo empiece a hacer churros”.

De todos modos ha tranquilizado a la dirección de Radio Progreso al asegurarle que escribirá hasta que aparezca quien lo reemplace.

Sin embargo, Luberta no espera por los “mecanismos” y ha salido a gestionar las cosas. Lo más inteligente fue pasar “la pelota” al Centro Promotor del humor, cuyo director, el actor Kike Quiñones, quejoso por la apatía con que han asumido el asunto Alegrías de sobremesa, ofreció la solución que está en sus manos: poner a Luberta delante de los escritores de humor que el próximo día cuatro se reunirán en La Habana en medio del Festival Aquelarre, a ver si de entre ellos emerge la tabla de salvación.

Estelvina y Sandalio el boláo, pata de plancha. Foto: habanainsomne.blogspot.de
Estelvina y Sandalio el boláo, pata de plancha. Foto: habanainsomne.blogspot.de

Pero Estelvina se va conmigo

Mientras, Aurora Basnuevo, la actriz más antigua del espacio, se resiste a ver enterrar el programa que más ha querido en su larga carrera. “Si me quitan Alegrías de sobremesa me matan, la verdad. Pero Estelvina se quedará conmigo e irá adonde yo voy porque ella soy yo”, advierte, con todo el derecho que le concede el haberle propuesto a Luberta ese personaje, inspirada en una amiga suya.

En una multimedia elaborada a propósito del medio siglo de Alegrías… Basnuevo lo cuenta: “yo tenía una compañera que me ayudaba, Elsa, es de Manacas y todavía vive. Ella era muy coqueta y tenía un forma de hablar y una cosa que cuando iba a la bodega la gente la tenía que mirar, porque si no la miraban ella creía que no estaba linda, y tenía una forma de hablar y de mirar que yo empecé a imitarla. Entonces Mario se lo dijo a Luberta. Oye, Luberta, Aurora tiene un personaje que le vendría muy bien a Alegrías de sobremesa. Estaba empezando el programa. Y yo vine y le dije a Luberta como era el personaje. Le gustó y empecé a trabajarlo.”

Más pausada, la otra actriz viva de Alegrías…, Martha Velazco –Teté, la chismosa del edificio- acepta, retirada a sus 89 años, la desaparición del espacio humorístico más antiguo de Cuba, pero lo que no admite es que no haya quien lo siga escribiendo.

“Este es un país de tradición humorística fuerte. Igual creo que siempre habrá buenos actores que puedan ir entrando al espacio. Los actores buenos escasean en todas partes, pero hay que buscarlos”, asegura.

paco

Dime que no es verdad

Si el fin de Un domingo con Rosillo, en julio de 2013, significó un vacío para miles de oyentes asiduos, la salida del aire de Alegrías de sobremesa será quizás el batacazo más duro para miles de familias que sienten ese programa como algo que les pertenece y no conciben perderlo.

Para el actor y comediante Octavio Rodríguez Fernández (Churrisco), sobrino de Leopoldo Fernández (el Tres Patines de La Tremenda Corte), será difícil acostumbrarse a la pérdida de Alegrías de sobremesa.

“Hemos vivido los cubanos muchos años con alegría, incluso en algunos años que no había sobremesa. Será difícil que después de las 12 yo no escuche a Estelvina decir ¡Qué aire más puro! ¡Qué vida más sana! o no recuerde a Rita: ¡Qué gente, caballero, pero qué gente!”

Chacho2

Salir de la versión móvil