Humoristas al poder

Foto: Greg Capullo

Foto: Greg Capullo

¿Usted se imagina que pasaría si el presidente de Cuba fuera un humorista? Acaba de ocurrir en Guatemala, donde eligieron este domingo 25 de octubre al comediante Jimmy Morales como su próximo gobernante. Si por la gestión del nuevo cómico presidente Guatemala pasa a ser Guatemejor probablemente se sumen otros países de la región a la tendencia y se vuelva moda elegir a humoristas en las urnas. Y Cuba, como es su costumbre, se sumará a la novedad 50 años más tarde.

Pongamos que elejimos a Luis Silva, el actor que nos regala su Pánfilo cada lunes (en 50 años ya no tendrá que maquillarse para su personaje) ¡Entonces sí les aseguro que no desaparecerá la libreta de abastecimiento! ¿Y quién querría perderse sus chispeantes discursos? Seguramente la gente no se quejaría cuando suspendan un programa de televisión en horario estelar por un acto político. De hecho, viendo cómo están algunos de esos programitas en estos días, la gente preferiría la interrupción.

De todos modos, se sospecha que algún humorista debe estar ocupando algún cargo de importancia. Algún día se descubrirá, por ejemplo, que lo de los precios de los autos fue una broma. Tiene que serlo. Ya el chiste ha sido un poquito largo, pero todavía provoca risa, sobre todo a los que no teníamos cartas para los carros.

Que se legisle con exactitud la cantidad de blúmeres o calzoncillos que uno pueda entrar al país debe haberse fraguado en el Centro Promotor del Humor. De hecho, si al leer esto usted está al ir para Cuba y lleva más de 2 docenas de esos artículos de ropa interior en su equipaje, pues deje solo 24 o mejor 23, porque no sé si se cuenta el que trae puesto.

Conozco a muchos humoristas cubanos que no mandan ni en su casa. Tampoco son delegados del Poder Popular, ni presidentes del CDR, o sea, que para llegar a Presidente del país les será difícil, al menos mientras el sistema electoral sea el actual. Quizás si alguno lo consigue lo primero que cambie sea precisamente eso: el sistema electoral.

En una reunión con humoristas y asesores de espectáculos de televisión, un vicepresidente de cierto organismo, de cuyo nombre no quiero acordarme, nos alertó de lo peligroso que éramos: “¡El humor ha tumbado gobiernos!”, nos dijo convencido.

Yo entonces me arrepentí de haberme perdido las clases y libros de historia donde relatan como un grupo de comediantes asaltaron a los guardianes de la Bastilla en 1789 y soltaron un chiste que mató de la risa al Marqués Bernard de Launay, su gobernador. Y luego, guiados por algún bufón, actuaron hasta que “perdió la cabeza” en una carcajada el alcalde Jacques de Flesselles en el ayuntamiento. O que la famosa Libertad guiando el pueblo, pintada por Delacroix, (por cierto, erróneamente asociada a la Revolución de 1789, pues es relativa a los sucesos revolucionarios de 1830) no era otro que el Osvaldo Doimeadiós de aquella época, disfrazado de Margot.

Supongo que si un humorista llega al poder tengamos al fin más programas humorísticos en la televisión, se acabe el miedo de muchos dirigentes por lo que va a decir el cómico en su espectáculo y la censura que nos persigue disminuya un poco.

También quizás ocurra que por decreto la gente se sienta estimulada a reír un poco más cada día y dejemos de discutir en colas, tiendas, bancos, paradas, estadios, carnavales…

De todos modos, no hay que preocuparse, aún falta mucho para que podamos votar directamente por un presidente humorista, o por un presidente, a secas.

*El autor es miembro del grupo humorístico La Oveja Negra.

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