«Jama» barata

(Sobre el título: Nada que ver con el Mahábharata, Maja-bharata, Mahabarata o cualquiera de las maneras de escribir el texto épico-mitológico de la India.
Sobre el texto: Cualquier semejanza con la realidad… es lo que pretendemos. Y por si no lo sabe: en Cuba y Nicaragua decimos “jama” a la comida)

Un reconocido politólogo popular repitió con insistencia hace algún tiempo, y lo cito: “Lo que hace falta es jama. ¡Jamaaa!”… Aún sus sabias apreciaciones, al parecer, no han sido tomadas en cuenta porque sigue sin haber suficiente alimento, al menos bajaron sus precios según leí recientemente en un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en inglés solo FAO, según el cual «los precios internacionales de los alimentos básicos (cereales, carne, productos lácteos, aceites vegetales y azúcar) siguieron disminuyendo en agosto como consecuencia del elevado volumen de suministros, el descenso de los precios de la energía y la preocupación por la desaceleración económica en China, factores que contribuyeron a la mayor caída del índice de precios de los alimentos de la FAO en casi siete años”.

Y ya que hablamos de cereales, voy al grano: El problema es que yo leí el informe anterior en un medio de prensa cubano. Inmediatamente dejé todo lo que tenía que hacer y me mandé a correr para las tiendas pues, suponía yo, las filas, colas y aglomeraciones o matazones en esos lugares sería épico. Por suerte las cosas que tenía pendientes podían esperar: pagar la cuenta de la electricidad y del teléfono fijo que ya estaban en el día límite, bajar la olla de agua hirviendo de la candela y llevar a mi papá de urgencia al hospital porque estaba con amenaza de infarto.

Al llegar a la tienda más cercana no había cola. Pensé que la gente aún no había escuchado la noticia. Me alegré entonces de lo aburridos que son ¿algunos? de nuestros noticieros, porque ya la gente no les hace caso y yo, al menos esta vez, pude llegar primero.

Lo malo fue que los trabajadores del establecimiento y sus jefes tampoco sabían nada al respecto. Los precios estaban igualitos. Comprobé primero el de la leche en polvo, porque cuando subió su precio a nivel mundial enseguida nos pusieron los más altos a nosotros… y ahora nada, todo inmutable. Seguramente los dependientes querían robarme y pedí ver al gerente. Me atendió. Lamentablemente siempre atienden cuando no tienen la solución del problema, si el remedio estuviera en sus manos seguro habría estado reunido. Por supuesto, explicó que él no decide la política de precios de su unidad y ahí acabó todo.

Seguí dispuesto a enfrentarme con los precios del agro y de la carne de cerdo, pues cereales y carnes estaban en el listado del informe. Además, los cuentapropistas siempre están más actualizados que los trabajadores estatales.

Pero los vendedores que consulté parece que tampoco oyeron la noticia. La carne de cerdo, que hace un tiempo costaba 35 pesos la libra de bistec y luego 40, desde hace rato está, y sigue estando, a 45. Casi igual que el de la carne de res que, en ventas ilegales, vale 50 pesos la libra. Eso de la res lo supe porque alguien lo dijo ¡y no vi quién fue! Yo no compro eso.

Aclaro porque hace poco soltaron más de 3500 presos exceptuando a sancionados por delitos de Asesinato, Homicidio, Violación, Pederastia con Violencia, Corrupción de Menores, Tráfico de Drogas, Robo con Violencia e Intimidación en las Personas en sus modalidades agravadas, contra la Seguridad del Estado y también a los condenados por Hurto y Sacrificio Ilegal de Ganado Mayor. Y como también tiene tanta culpa el que le aguanta la pata… yo me meteré a vegetariano, de todos modos ya he estado dando pasos agigantados en ese sentido.

En fin, mis pesquisas fueron infructuosas y llegué a pensar que, o leí mal, era una noticia falsa o la FAO estaba de jodedera. Posteriormente comprobé que el informe se refería al mundo y que, lamentablemente, eso está muy lejos de aquí, de nuestros países del tercer… mundo.

Regresé derrotado a casa y tuve que lamentar que se me haya derretido la olla en la que hervía el agua, alumbrarme con una vela y llamar desde el celular a una ambulancia porque la amenaza de infarto de mi padre ya se había consumado. Al llegar los paramédicos, éramos dos los que necesitábamos de una camilla.

Lo que hace falta es Jama! (EL ORIGINAL!)

*El autor es humorista del grupo La Oveja Negra.

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