‛Riquimbili’ Betancourt está en Cuba

Un receso breve en las Grandes Ligas, de apenas cuatro jornadas, resultó suficiente para que el pelotero cubano Yuniesky Betancourt se animara a cruzar el Estrecho de la Florida destino Cuba, a fin de solventar asuntos netamente personales.

Así lo pudo conocer OnCuba, que contactó con el jugador -oriundo de Villa Clara- a su llegada a la Isla este lunes, cuando dijo que no concedería ninguna entrevista durante su corta estancia en la Mayor de las Antillas.

‛Riquimbili’, como es conocido popularmente en el universo beisbolero, aprovechó el parón por el Juego de las Estrellas en Estados Unidos, que se celebra desde el lunes en el parque Citi Field de Nueva York, y solicitó permiso a su equipo, los Cerveceros de Milwaukee, para realizar un viaje relámpago a su tierra natal e incorporarse a la franquicia el próximo viernes, cuando se reanudan las acciones en Las Mayores.

El ‛utility’ villaclareño, que escapó de Cuba el 28 de noviembre del 2003, no es el primer pelotero antillano radicado en Estados Unidos que regresa a su país, pues ya otros como José Ariel Contreras y Rey Ordóñez habían viajado a la Isla tras la ampliación de la política migratoria de octubre del 2012, cuando el gobierno cubano anunció la posibilidad del retorno temporal de miles de emigrados ilegales, profesionales, médicos, artistas y deportistas de alto rendimiento que escaparon del país desde 1994.

Betancourt fue titular el pasado domingo en la victoria 5-1 de su conjunto sobre Arizona Diamondbacks, partido en el cual se fue en blanco en cuatro oportunidades y descendió su promedio ofensivo a 198.

Pese a sus pobres guarismos madero en ristre y las constantes críticas por su filosofía apresurada en el home plate, Betancourt es inamovible en la alineación de los Cerveceros, con quienes ha disputado 85 de 93 encuentros de la actual temporada, en la que alcanzó sobrepasar la marca de mil indiscutibles tras nueve campañas en la Gran Carpa, donde ha vestido la franela de los Marineros de Seattle (del 2005 al 2008), Reales de Kansas City (2009, 2010 y 2012) y Cerveceros de Milwaukee (2011 y 2013).

Los motivos para la titularidad radican en su versatilidad y utilidad, principales virtudes de un hombre que se ha desempeñado en cinco posiciones durante el actual curso, entre ellas la primera base, territorio absolutamente desconocido en su andadura por las Grandes Ligas, donde ha jugado 951 partidos en el campo corto, 57 en la intermedia, 46 en la antesala y dos en el jardín izquierdo, además de los 43 pleitos en los que ha defendido la inicial este año.

Reconocido fundamentalmente por su defensa, ‛Riquimbili’ ha sobrevivido nueve campañas en el béisbol norteamericano, por lo que es el cubano en activo de mayor experiencia.

HISTORIA DE UNA FUGA

Para Yuniesky Betancourt regresar a Cuba tiene una tremenda carga sentimental. Aquí, según contó en una entrevista al sitio de la Major League Baseball, no recuerda el día en que no jugó béisbol.

“Lo hacía en todas partes, las calles los parques, con amigos. Donde quiera. Yo jugué todo el tiempo”, declaró poco después de comenzar su aventura en las Grandes Ligas.

Aquí, además, dejó a Maura y María, su madre y su abuela, quienes lo criaron y toda una vida lo han apoyado y aconsejado, aún en la distancia.

“Mi madre siempre me animó a que hiciera lo mejor y usara lo que Dios me dio. Ella siempre me dijo que siguiera mis sueños”, confesó.

Y él la escuchó. Intentó cumplir sus anhelos, primero en Cuba, donde brilló como torpedero en las selecciones nacionales juveniles y luego en la intermedia con la novena de Villa Clara, en la cual no tenía la posibilidad de jugar el campo corto por la presencia del estelar Eduardo Paret, por quien sentía profunda admiración.

Pero en segunda base los entrenadores no lo veían. Pasaron olímpicamente de él, lo dejaron fuera de las escuadras principales y un día se cansó, agobiado por la impaciencia y la frustración.

Durante una oscura madrugada del 28 de noviembre del 2003, sin avisar a nadie, Yuniesky partió en una balsa rumbo al norte junto con nueve personas, incluido el también pelotero Zaidel Beltrán. La peligrosa travesía los condujo a México, con previa e inesperada escala en una isla remota debido a la fortaleza de las olas.

Tras cuatro días, ‛Riquimbili’ llegó a Cancún y más tarde trabajó con el equipo de Culiacán en la Liga Mexicana, hasta que chequeadores de los Bravos de Atlanta, los Cachorros de Chicago, los Dodgers de Los Ángeles, los Marineros de Seattle, los Mets de Nueva York y los Medias Rojas de Boston se presentaron para pruebas de audición individuales, en las cuales hizo su trabajo, que le valió para firmar un contracto de 3.65 millones de dólares con los Marineros el 26 de enero del 2005.

Desde entonces no ha cesado el esfuerzo, la intención perenne de ser mejor cada día a fin de consolidarse en el mejor béisbol del planeta, lujo nada sencillo, más para un pelotero foráneo.

Al respecto, aseguró hace unos años que “todo el mundo tiene la meta de mejorar, de llegar hacia lo alto y ser el mejor. En Cuba, uno llega a un punto y no puede llegar más alto. Uno puede estar en el mismo nivel por años y estar cómodo. Uno no usa todo porque tal vez uno no lo necesite. Puedes jugar con tan solo 80 por ciento de tú habilidad y hacerlo bien. En Estados Unidos no existen límites para cuanto uno puede mejorar porque los mejores peloteros del mundo están aquí”.

Con los pies en la tierra trabajó hasta el cansancio junto a su amigo José Ariel Contreras con la mente enfocada en cumplir sus sueños a nivel profesional y volver a estar cerca de su familia.

En el 2006, expresó: “No puedes hacer nada en la vida si no tratas. Si no sigues lo que está en tu corazón, no habrás cumplido. Parte de mi meta se ha cumplido. He ayudado a mi familia y ahora quiero volverlos a ver. Quizás no sea hoy o mañana, pero tal vez en el futuro”.

Ese futuro es ahora.

Salir de la versión móvil