Somos creyentes aquí

Foto tomada del blog Habanero 2000

Foto tomada del blog Habanero 2000

Algunos insisten en decir que los cubanos no somos creyentes. Pues se equivocan.

Cada año hay miles de cubanos creyendo que esta vez si estará buena la programación de verano de la televisión cubana. Es verdad que este tipo de “creyente” va disminuyendo apresuradamente. Su pastor, la televisión, cada vez con más fuerza les mata las ilusiones, pero no se puede negar que los que aún creen en eso son muy optimistas.

Y eso que la televisión cubana ha mejorado. Es más, el policíaco Tras la huella aventaja a cualquiera de los tantos CSI que hay. Los detectives de CSI derrochan miles de dólares en última tecnología y rayos láser y equipos que parecen de ciencia ficción. Eso es mucho gasto, los de Tras la huella, para resolver sus casos, solo necesitan un perro y una cámara fotográfica (la misma desde la primera temporada). Y el perro muchas veces ni sale pues, al igual que las fotos, solo sirve para corroborar el caso, que siempre le llega a la policía solucionado por “alguien de confianza” como se le dice allí al agente encubierto, que – según lo visto – tampoco les cuesta ni un salario.

El oficial que atiende a dichos agentes es el que más combustible gasta paseando en su carro, pero esperemos que esto disminuya en futuras entregas. El agente encubierto lo mismo es el que te vende los tamales como la muchacha que el delincuente cree que es su novia. Así, este programa ha provocado el aumento de otro tipo de creyentes: los que creen y desconfían en que todos somos “agentes encubiertos” y hasta para venderte un pomo de yogurt te investigan para saber si eres de confianza.

Debo aclarar que hay un alto grupo de cubanos que sí prefieren la programación de la televisión cubana tal y como está y que rezan porque siga así. Incluso los hay en todos los barrios. Son los vendedores del “paquete” y los de discos y DVD quemados.

Hay otro tipo de “creyente” que no sabe que lo es, o al menos, son los demás quienes nos lo informan. Es el caso de un grupo de mujeres (bellas, como todas las cubanas) que miran con desprecio a otra y opinan: ¡ella se cree que es bonita! Les aseguro que, generalmente, cuando miro a la “creyente”, no es que ella se lo crea, es que ella está buena…pero, para gustos se hicieron los colores. Por cierto, hay un grupito de mujeres criticando las preciosas actrices de “A otro con ese cuento”. Dicen que las cubanas no son así tan bonitas y bien vestidas. Lo dirán porque o son feas o no salen a la calle, porque a mí se me parte el cuello en cualquier acera cubana con los bellos ejemplares de cubanas que las inundan.

Hay otro grupo de creyentes cubanos que son más difíciles de soportar, y no porque te toquen la puerta temprano en la mañana para captarte, sino porque se creen que son actores o cantantes y lo mismo te llegan a cualquier hora desde el molestamente alto equipo de audio del vecino que protagonizando una telenovela cubana. Por suerte hay muchos artistas muy buenos. Algunos llegaron para quedarse. Por ejemplo, Carlos Otero: llegó a Estados Unidos para quedarse.

Está también el grupo de creyentes de la Bola (no de su hija más mentada en susurros, la bolita). Bolas son, por estos lares, los bulos o noticias falsas. La prensa cubana no cubre las necesidades noticiosas de los cubanos y entonces nos vemos inundados en los noticieros de empresas cumplidoras de planes cuyos productos no vemos nunca en las tiendas. Mientras, en la calle nos enteramos que una locutora mató al marido (antes lo había matado otra). Luego aparece la locutora, precisamente en un noticiero, y se desinfla la bola, aunque no totalmente, sigue estando el creyente fanático que dice que sí lo mató, lo que encubrieron el caso porque ella es quien es y conoce a “alguien”.

Hay muchísimos más creyentes en Cuba: los que creen que somos los mejores en béisbol, los que afirman que vamos a ganar nuevamente el segundo lugar en Juegos Panamericanos, los que creen que es más rico un campismo que un hotel 5 estrellas, los que creen que el café con chícharos es café, que el pan de la bodega es pan y que lo que llevamos a la mesa es comida.

Están también los que, al leerse el título de esta cosa que se cree artículo, creyeron que el escrito iría sobre otro tema. No hizo falta. Tantas personas recibiendo al Papa Francisco y asistiendo a sus misas se encargaron de eso.

 

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