La Jeringa: una inyección para el arte emergente cubano

El emprendimiento cobró vida durante la pandemia y es una de las plataformas de divulgación artística de mayor visibilidad en Cuba.

Presentación de la revista impresa La Jeringa en La Habana. Foto: tomada del perfil oficial del proyecto en Facebook.

Hace tres años un grupo de jóvenes se unió para dar a conocer el arte cubano contemporáneo. Sobre todo, aquel que no encuentra suficiente promoción en el sistema institucional del país. La idea cobró vida en medio de la pandemia de la COVID-19, cuando no había más escenario de interacción que la casa y las redes sociales.

En tan singular contexto, muchos creadores se reinventaron y hallaron en la virtualidad un cauce para sus ideas.

Así nació La Jeringa, un proyecto de promoción de arte emergente cubano que pretende inyectar conocimiento y contenido cultural a sus seguidores. Nombrarlo no fue  fácil, pero los fundadores hallaron en el símbolo polisémico (la jeringa, jeringar) el sello perfecto.

De izquierda a derecha: Arístides Torres, Daniela Arteaga, Roberto A. Hernández, Annette Granda Barroso, Joaquín Borges Triana, María Victoria Pérez Rodríguez. Foto: Daniel Álvarez.

En poco tiempo la iniciativa ha logrado saltar de la virtualidad al espacio físico y producir exposiciones, talleres, conciertos y encuentros con artistas noveles y consagrados, entre otras acciones, como la reciente presentación de la primera edición de la revista La Jeringa, en versión impresa.

Presentación de la revista impresa. Foto: Amanda Gómez.

Jeringar por la cultura

Desde los inicios, su objetivo estaba claro: impulsar el arte, la crítica y la investigación cultural emergentes, a partir de la producción y gestión de espectáculos, conferencias, actos o exposiciones; la edición y publicación de materiales publicitarios, revistas, catálogos y otros soportes; y la producción y exhibición de materiales audiovisuales con fines promocionales, educacativos y de capacitación.

Durante sus dos primeros años (2020 y 2021), La Jeringa se mantuvo trabajando de manera virtual. El período le sirvió como espacio de formación, investigación y consolidación de sus propósitos. Amplió sus relaciones y ganó público en sus redes sociales.

Annette Granda, jefa del proyecto, confiesa que al principio quería crear una página web para promover principalmente el trabajo de sus amistades. La idea derivó en el diseño de una identidad visual y en el lanzamiento de una cuenta en Facebook y Medium, el 31 de enero de 2020. Varios de los amigos y colaboradores de Annette se sumaron a este proyecto personal.

Lo convirtieron en un laboratorio en el que se cuecen los deseos y energías de este grupo que defiende el concepto de equipo y el trabajo colectivo.  

Identidad visual del proyecto. Diseño de Emmanuel Cantón.

Los miembros de La Jeringa provienen de ramas diferentes del conocimiento (Relaciones Internacionales, Historia del Arte, Psicología, Letras, Comunicación Audiovisual, etc.), en algunos casos alejadas del mundo artístico. Todos, sea como creadores o como consumidores, poseen afinidades con el universo cultural.

El proyecto cuenta hoy con más de ciento cincuenta colaboradores, entre artistas, diseñadores y escritores de varias provincias, además de cubanos residentes en España y Alemania, quienes contribuyen con materialización de las ideas del núcleo gestor. En otros casos, los creadores aportan sus obras para que dialoguen junto a otros artistas en esta gran plataforma en línea, gestionada por el equipo de La Jeringa.

Durante tres años, la comunidad “jeringuera” se extendió a otras redes sociales: Instagram, Telegram, Twitter y YouTube. En el equipo hay quienes prefieren una u otra, y en esta diversidad generan contenidos que parten de un mismo propósito, pero con la particularidad y el lenguaje de cada plataforma.  

De lo virtual a lo presencial

En 2022 La Jeringa comenzó a darse a conocer fuera de internet. Asumió la organización de eventos como las exposiciones Cromaterapia y Concordia, en el centro cultural Habana Espacios Creativos.

Muestra “Concordia”. Foto: Victor Lefebre.

Además, organizan La Letra Inyectada, un encuentro literario que ha convocado, en diferentes sitios de la capital cubana, a intelectuales, poetas y escritores como Joaquín Borges Triana, Margarita Mateo, Soleida Ríos, Arturo Arango, Astrid Santana y Leonardo Padura, entre otros. 

Encuentro con el escritor Leonardo Padura en la terraza del restaurante La Guarida, organizado por el proyecto La Jeringa. Foto: cortesía de La Jeringa.

Con un público diverso que rebasa las fronteras nacionales, La Jeringa no solo promueve el arte que se hace dentro de la isla. Difunde las obras de creadores cubanos que viven fuera de Cuba. El proyecto tiene un inevitable alcance transnacional.

Su principal premisa es difundir el arte y la cultura emergente del país, lo cual no lo aleja de otros referentes de la cultura niversal. De ahí el acercamiento en sus redes a escritores como Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y tantos otros; o las llamadas “semanas temáticas”, dedicadas a Argentina, el Caribe o el Jazz, referenciadas en sus plataformas.

Póster de presentación para la semana de la cultura colombiana, una iniciativa creada del equipo del proyecto durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus. Ilustración: Alejandro Cuervo.

En el empeño de multiplicar las formas de compartir el arte, La Jeringa combina textos, listas de música, fotos y videos en sus publicaciones, a la vez que abarca la mayor cantidad de manifestaciones artísticas, en especial la literatura, las artes visuales y la música.

Muestra de carteles “Kinocúlate”. Foto: Nosdiel Bello.
Exposición Bipersonal “Gourmet”, como parte del III Aniversario de La Jeringa. Foto: Daniel Álvarez
Botiga, un evento de venta de libros organizado por La Jeringa. Foto: Victor Lefebre

Sus ambiciones son grandes, pues siguen expandiéndose y nutriéndose de otros eventos e instituciones afines, como la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, el Taller Chullima del artista Wilfredo Prieto y la Bienal de La Habana, por solo mencionar algunos.

Ahora los mueve el deseo de convertirse en un proyecto de desarrollo local, una meta mayor con la que podrán ganar presencia en el ámbito comunitario. Pretenden, además, mantener el mismo ritmo de sus actividades habituales (encuentros literarios, talleres de baile, cine club) y la periodicidad de su revista, al menos en el escenario digital.

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