Carpentier, los premios y Rodolfo Duarte

Desde que obtuvo el Premio de Narrativa Alejo Carpentier por su novela La Dama del Lunar, la vida del escritor cubano Rodolfo Duarte cambió. Fue un detonante para que el nativo de un pueblecito rural de Puerta de Golpe, de la provincia Pinar del Río, comenzara a recibir otros galardones (Internacional de Novelas Las Américas 2013) y empezara a ser visto de diferente manera en el mundo de las letras.

En La Dama, al decir del autor a una colega, “ella rinde con sus encantos a grandes figuras históricas con quienes coincide, como Guillermo el Conquistador, el legendario Mio Cid, un caudillo musulmán sevillano llamado Motamid y el jefe fundamentalista musulmán Yusuf Iben Taxsin, entre otros», refiriéndose a la protagonista.

La obra se ambienta en la Edad Media europea. Son 400 páginas de juego y reconstrucción retrospectiva que surgen de su vocación por ese período de la humanidad.

Rodolfo se ha convertido en un narrador de éxito, un hacedor de la novela histórica sobre el mundo pero desde su país. También es actor dramático de la emisora local Radio Guamá. En el lobby de esta estación de radio conversamos apresuradamente, por la presión de otros menesteres y por fin tras dos semanas de contactos fallidos.

Duarte me saluda en la entrada de la emisora, sentado sobre un muro de concreto, mientras conversa con otras personas. Hablan, creo escuchar, sobre una moto, un camión y, como cadena ineludible, de algún accidente. Tras la presentación necesaria para quienes no han tenido palabras más que por teléfono, me invita a entrar y nos sentamos

¿Por qué esa predilección por los temas históricos y de lugares tan distantes de tu país?-le pregunto después de una breve charla informal-. 

Roberto Duarte, escritor / Foto: Telepinar
Roberto Duarte, escritor / Foto: Telepinar

A otro les interesan otros temas y a mi motiva la Edad Media.  No tengo una respuesta puntual, es cuestión de vocación y de mis muchas lecturas sobre esa época en mi etapa de formación como escritor. Además, es un periodo crucial de la historia de la humanidad.

¿Cuáles son sus métodos de estudio y preparación para una novela?

Mi método consiste en leer cuanto libro obtenga sobre el tema medieval y por supuesto, frecuentar a los tratadistas históricos fundamentales. Pero mis investigaciones no se avienen a un método científico. Escojo un tema y trato de conocerlo hasta lo último.

Entonces, ¿cuán factible puede ser la novela histórica, como la que usted hace, desde Cuba?

Sí es factible completamente. Hay en las bibliotecas cubanas información cuantiosa sobre la historia e investigaciones al respecto. La cuestión es estudiar, buscar, escudriñar sobre el tema.

Por el lobby de la emisora pasan diariamente muchas personas y Rodolfo, reconocido por todos y requerido a menudo por los medios de comunicación, recibe las miradas de quienes intentan reconocer para quien será la nueva entrevista. A veces, algunos saludan y  en otra, un señor interrumpe con una pregunta inoportuna, sobre un carro, alguien que debía esperar y por supuesto, un viaje.

¿Cómo se comporta el mercado del libro en Cuba-le provoco  a responder sobre un tema algo molesto para muchos escritores-. 

Es muy deficiente, imperfecto. Hay que trabajar en eso porque las editoriales no tienen mecanismos para identificar los libros que se va a vender bien. No hay ninguna disposición que avale cómo promocionar un libro adecuadamente y un producto no promocionado se vendería por puro azar.

¿Qué valoración tiene sobre el estado de la literatura en su provincia Pinar del Río y en Cuba?

En Pinar hay gran vitalidad con escritores interesados en todos los temas y géneros y varios premios. En Cuba es mucho mayor; en toda Iberoamericana hay pocos países que puedan exhibir una literatura más viva, más rica, más versátil que la cubana, una tierra llena de poetas, escritores de prosa, ensayista.

Coménteme de sus planes inmediatos.     

Hay dos cosas importantes con mi obra en los próximos meses y es que Letras Cubanas va a publicar Bodegón con Manuela, la cofradía y la muerte, la novela del premio Internacional de Novelas Las Américas 2013. Aún no se ha publicado en Cuba y están tratando que salga para la próxima feria.

También se está analizando para hacer más adelante otra edición de La Dama del Luna, el premio Carpentier de 2013, porque desapareció de las librerías. Aquí en mi provincia, el libro no llegó a los estanquillos de la feria y quisiera que el público lo tenga porque hay personas interesadas en ello.

¿No tendrá entre sus temas algo sobre la historia de Cuba.

Sí, tengo una que acaricio hace tiempo y se llamará La camisa manchada de Valeriano Weyler. La novela siempre es una pregunta que uno se hace sobre la vida, la condición humana, la realidad, el devenir histórico y tengo muchas y muy profundas preguntas sobre la historia de Cuba. Se va a desarrollar en el siglo XIX en Pinar del Río y tiene que ver con nuestros patriotas más importantes, Maceo, Martí y su presencia en nuestra provincia, ya sea como actores o como personajes referidos, como paradigmas.

Desde el comienzo de la entrevista, entre unas veinte o treinta personas han pasado a nuestro lado. De ellas, la mayoría, curiosas, ha vuelto a mirar a dos personas sentadas en un esponjoso sofá del lobby, cerca de la puerta de entrada. En este punto, apenas han transcurrido 11 minutos de conversación, cuando llega una joven a interrumpir, apurando a Rodolfo, apremiándolo para algún trámite. “Esta es la última pregunta”, le digo, mirando resignado las interrogantes inconclusas del cuestionario que tengo en mis manos. “Ya voy, cinco minutos nada más”, le dice a ella, “Es la última pregunta”, agrega.

¿Cuál de sus novelas prefiere?-le interrogo saltándome varios lugares en la lista, previendo el saludo formal para terminar, segundos previos a que me indique dónde puedo buscar fotos suyas, porque no he podido fotografiarlo-.

Me apasionó mucho la escritura de Tristán e Isolda y quizás me incline hacia esta por un motivo sentimental; pero decir que te gusta más una es como decir que prefieres un hijo sobre el otro, decir que prefiero a Alma o Randy, mis niños, cuando los quiero igual.

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