Daína Chaviano: “Continúo soñando con mundos mejores”

A Daína Chaviano, la muchacha que revitalizó la ciencia ficción y la literatura fantástica en Cuba en la década de los ochenta, debo recuerdos entrañables. Senel Paz, Daína y yo ganamos el Premio David de 1979 cuando los tres éramos solo proyectos de escritores. Daína decidió marcharse de Cuba en los noventa pero ni sus lectores ni sus viejos amigos la olvidan.

Modesta, talentosa y bella, nunca tuvo enemigos y su dulzura y carisma siguen cautivando a quienes se le acercan, a pesar de que es uno de los nombres de la literatura cubana más conocidos y premiados en el panorama internacional.

Recientemente, Ediciones La Luz, de Holguín, publicó su libro de poemas Confesiones eróticas y otros hechizos. En ellos está nuestra Daína de siempre, sus mundos esotéricos, su vocación por lo maravilloso y extraño y su amor terrenal y desprejuiciado traducido en una escritura enigmática y sobreabundante.

Apenas terminé de leer este libro sentí la necesidad de comunicarme con ella. Y así lo hice. Reveladora de sus cualidades humanas y su culto a la amistad fue la rápida respuesta que dio a mi cuestionario a pesar de que me habían advertido que para las entrevistas ella era “muy especial”.

En la actualidad, Daína Chaviano está considerada una de las autoras más relevantes del género fantástico en Hispanoamérica. La parapsicología, lo sobrenatural y la magia y la complejidad de las relaciones humanas, son algunas de sus obsesiones más arraigadas. Además de dos premios obtenidos en Cuba (el ya mencionado David y La Edad de Oro) ostenta otros de gran relieve internacional como el Anna Seghers, de la Academia de Artes de Berlín, el Azorín de novela en 1998, el Fernando Gallardos en 2003 y el Malinalli en 2014. Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas.

Sin embargo ella confiesa seguir siendo la misma Daína de siempre. Las respuestas que dio para OnCuba confirman su fidelidad a sí misma y a sus lectores de Cuba y fuera de ella, y evocan lo mejor de sí misma: su vocación por la conciliación y el diálogo entre la Isla y su diáspora. He aquí mis preguntas y sus valiosas respuestas.

¿Por qué publicar en Cuba estos poemas, escritos en los años ochenta en la Isla y no otros libros más recientes?

La publicación del poemario se debe a una invitación que me hizo Adalberto Santos Leyva, editor de Ediciones La Luz, quien me contactó a través de mi página de Facebook. Desde el inicio, la propuesta fue ese poemario. La acepté con gusto, después de que mi agente literaria no pusiera reparos. Aunque había sido escrito en los años 80, se trataba de un libro que no se conocía en la Isla, así es que sería nuevo para los lectores cubanos.

Dedicas tu poemario a Luis Rogelio Nogueras. ¿Qué recuerdos personales y qué valoración literaria tienes de esa persona?

Wichy ha sido una de las personas más importantes en mi vida. Lo conocí poco después de ganar el premio David de ciencia ficción, a principios de la década de los 80. No sé si recordarás que fuiste tú quien nos presentó en el portal de la UNEAC. A partir de ese día se convirtió en mi sombra, en una especie de cómplice y guía existencial que no se separaba de mí. Era un hombre sumamente inteligente, de una memoria extraordinaria, con un sentido del humor muy fino, siempre en función del conocimiento y del chiste intelectual, sin que ese término, en su caso, significara pedante o impostado; todo lo contrario, era un tipo muy chispeante e ingenioso. Me dio a conocer maravillas literarias, desde poetas raros hasta clásicos del erotismo. Fue una relación de cinco años que para mí representaron siglos de aprendizaje. Dejó una huella tan profunda en la joven que yo era entonces que, no solo muchos poemas de esa época, sino incluso dos de las novelas que escribí fuera de Cuba están inspiradas en conversaciones y lecturas que compartí con él. Sigo admirando su poesía, que aún me parece tan buena como la primera vez que la leí.

¿Cómo ha sido tu vida desde que te fuiste de Cuba?

Muy variada y llena de giros inesperados. He pasado momentos difíciles, aunque otras experiencias han sido espléndidas. En términos profesionales, fui traductora, reportera y columnista; también editora y directora de revistas como Discover, Newsweek y Architectural Digest. Impartí clases en la Universidad Internacional de la Florida, mientras hacía un doctorado que finalmente abandoné cuando La isla de los amores infinitos se tradujo a 25 idiomas. Desde ese momento me dediqué a escribir a tiempo completo. Por otra parte, he disfrutado la posibilidad de explorar y acercarme a temas esotéricos que siempre me han interesado, de conocer países y lugares mágicos, de interactuar y moverme en ambientes muy heterogéneos. He recibido reconocimientos y galardones que no esperaba, tanto en universidades como en ferias del libro. Y más importante aún, tengo nuevos lectores que me escriben desde todas partes del mundo. En ese sentido, no me puedo quejar.

¿Qué opinas de la literatura cubana que se escribe tanto dentro como fuera de la Isla?

Como ocurre siempre, hay de todo en calidad y estilos. El problema mayor, a mi modo de ver, es la separación editorial y comercial entre los autores que viven dentro y fuera de la Isla. Los primeros no tienen a su alcance el mercado internacional y los segundos carecen de sus lectores naturales. Esto es algo que obstaculiza el crecimiento y la promoción de cualquier literatura. Es cierto que hay autores que brillan por sí mismos, pero si la nación (y me refiero al conjunto formado por sus habitantes, vivan donde vivan) aspira a contar con una literatura de peso, la peor política posible es el mantenimiento de esa separación. Lo ideal sería que tanto los autores que viven dentro de la Isla como los que viven fuera pudieran publicar libremente en el extranjero y en Cuba, para que los lectores cubanos (estén donde estén) puedan tener acceso a sus autores. Sé que esto dependerá de los cambios internos en la Isla, así es que habrá que esperar.

En Cuba tienes aún muchos lectores, ¿te seduce la idea de publicar toda tu exitosa obra en tu país de origen?

No descarto la idea. Un reencuentro con los lectores de la Isla sería un gran regalo. Siempre me sorprende la cantidad de personas que me escriben desde allá. Pese a las dificultades con Internet, me encuentran a través de las redes sociales, ya sea por mi sitio web, mi blog o mi cuenta en Facebook. Muchos de ellos no habían nacido o eran muy pequeños cuando me fui. Eso me indica que sigue existiendo una conexión entre los libros que publiqué allí y una generación que nació y creció más tarde. Me gustaría mantener esa continuidad con mis libros posteriores.

¿Qué opinas del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos y en qué medida crees que favorecerá la relación de la Isla con su diáspora?

Creo que la Isla crecerá cuando abra sus puertas a Estados Unidos, no solo económica y socialmente, sino espiritual y culturalmente. Por un lado, hay casi dos millones de cubanos viviendo en Estados Unidos. Nunca antes Cuba había contado con una reserva humana tan grande en el exterior, deseosa de impulsar el desarrollo de su país de origen. Por otro lado, los propios Estados Unidos han cambiado mucho en los últimos cincuenta años .Su presidente actual (y los que vendrán) eran apenas bebés o no habían nacido cuando surgió el conflicto entre ambas naciones. Podrán existir desacuerdos, pero esas diferencias no significan una enemistad obligada. Hay que pensar más en las generaciones presentes y venideras, y menos en nuestros propios dolores y rencores. No vale la pena malgastar tanta energía en conflictos que, a la larga, no producen ni conducen a nada útil.

¿Ha cambiado algo en la Daína Chaviano que conocimos y la que hoy es una de las autoras cubanas más conocidas en el mundo?

Creo que, en esencia, sigo siendo la misma. Continúo soñando con mundos mejores.

¿Cuáles son los proyectos literarios en los que trabajas actualmente?

Acabo de entregarle a mi agente una novela que me ha llevado diez años de trabajo, debido a la cantidad de investigación que requería. Ahora me tomaré un tiempo para realizar otras actividades, como impartir un taller de escritura en el Miami Dade College y preparar la ponencia para un panel sobre literatura fantástica en México. Después decidiré entre tres libros que he dejado a medias, y de nuevo a escribir.

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