Daína Chaviano: una escritora mística y surrealista

La adicción por sus textos va pasando de generación en generación, escapa de ese universo paralelo que la autora crea en sus páginas y llega al subconsciente como un dardo “envenenado” de fantasía.

Daína Chaviano es una de las tres mejores escritoras de Fantasía y Ciencia Ficción de Hispanoamérica junto a la argentina Angélica Gorodischer y la española Elia Barceló.

Daína Chaviano es un mito en Cuba. Mencionar su nombre evoca recuerdos tan nítidos como la fundación del primer Taller de Fantasía y Ciencia Ficción de Latinoamérica “Oscar Hurtado”. Emigró a los Estados Unidos en 1991, pero parte de su espíritu quedó en la Isla. La energía de sus libros es tan intensa que logra que las nuevas generaciones de lectores y escritores cubanos los busquen “hasta debajo de una piedra”, a pesar de que muchos de ellos nacieran años después de que Chaviano abandonara el país y de la escasa publicación de sus libros luego del exilio.

Su obra trascendió en el tiempo. Ya no es esa muchachita imaginativa que pintaba señales en el techo de su casa esperando una visita extraterrestre, como narra en su primer libro Los mundos que amo, que la hizo conocida en el panorama literario de Cuba por primera vez. En la actualidad se la considera una de las tres escritoras contemporáneas más importantes de Fantasía y Ciencia Ficción en habla hispana.

“Los mundos que amo” fue el primer libro publicado por la autora en Cuba.

Su obra literaria va más allá de técnicas narrativas perfectas. El atractivo de su prosa recae en la fuerza espiritual que proyecta, en la manera tan efectiva de abordar la realidad fusionada con esos mundos surreales que parecieran fantasía.

“Fábulas de una abuela extraterrestre” es uno de los libros de la autora más reverenciados por el público cubano.

Sus libros tienen un aura impactante y tierna a la vez. Son historias que parecen contadas a la autora por duendes o hadas antes de llegar al papel. Sin más preámbulos, conversamos con Daína Chaviano sobre su amplia y prolífera trayectoria profesional. Nos habló sobre sus inicios en el mundo literario mientras aún vivía en Cuba y sobre el éxito de sus libros posteriores, escritos en Estados Unidos, escalones que ha recorrido con audacia hasta escribir su última novela Los hijos de la Diosa Huracán, obra que le llevó 10 años de investigación. Esta novela, según el sitio web de la autora, se desarrolla en dos hilos narrativos: “uno que transcurre en un futuro cercano cuando Alicia, una joven criptógrafa, viaja desde Miami a La Habana para colaborar con un equipo de arqueólogos que investigan un inusual objeto hallado en una tumba, y otro situado quinientos años atrás, durante los primeros tiempos de la conquista de América. La reconstrucción del universo taíno, y la interacción entre aborígenes cubanos y conquistadores, constituyen un verdadero tour de force nunca antes abordado en la ficción”. Tal vez por su originalidad es que esta obra ha obtenido diversas distinciones como las de “Mejor Ficción Popular” y “Mejor Novela de Aventura o Drama en Español”, en los prestigiosos International Latino Book Awards, así como la Medalla de Oro al “Mejor Libro en Lengua Española” en la 14° edición de los Florida Book Awards.

Las obras de Daína Chaviano han sido traducidas a una treintena de idiomas y han recibido diversos galardones internacionales como el Premio Anna Seghers (Academia de Artes de Berlín, Alemania, 1990) y el Premio Nacional Malinalli para la Promoción de las Artes, los Derechos Humanos y la Diversidad Cultural (México, 2014).

¿A qué edad comenzó a escribir? ¿Qué la impulsó a hacerlo? ¿Recuerda aún el tema y la estructura de su primer texto?

Cuando tenía unos diez años. No recuerdo cuál fue el tema ni la estructura. Solo tengo claro que mis primeros relatos fueron cuentos de hadas y de ciencia ficción. 

¿Qué recuerdos tiene de su época de estudiante en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana? ¿Cree que este ambiente tuvo alguna influencia en su primera novela?

Los recuerdos de esa época fluctúan. Pasan desde la amistad que me unió (y todavía me une) a algunos compañeros del aula y varios profesores, hasta imágenes terribles que no he logrado olvidar, como el acto de repudio que presencié en la puerta de la facultad.

Con todo lo bueno y malo que tuvo, el ambiente académico universitario no ejerció ninguna influencia en mi primera novela. Fueron mis años de secundaria y preuniversitario los que dejaron huellas en esa obra, incluyendo algunos de sus personajes.  

¿Qué significó para usted obtener el primer premio literario “David” en el género de fantasía y ciencia-ficción por Los mundos que amo? ¿Nos pudiera hablar un poco más de la publicación posterior de este título en formato fotonovela?

El premio “David” marcó mi entrada al mundo literario. El libro galardonado, del cual solo se imprimieron 1.500 ejemplares, estaba compuesto por cinco cuentos. Tras ser publicado por Ediciones Unión, la editorial Gente Nueva me contactó para hacer una fotonovela basada en el relato que le daba título al libro, la cual tuvo una tirada de 200.000 ejemplares. Así es que la mayoría de los lectores cubanos supieron de mi existencia a través de esta edición, una adaptación del texto premiado.

Fue un proyecto divertido. Visité junto a la diseñadora Miriam González muchísimas locaciones, entre ellas, la Estación Terrena Caribe y el ISA (Instituto Superior de Arte), en busca de escenarios para el interior de la nave espacial 1. Estábamos recorriendo los terrenos del ISA cuando me encontré con mi primo César Évora, quien en esa época estudiaba allí. Nos saludamos, hablamos un poco y nos despedimos. En cuanto nos dio la espalda, Miriam me preguntó: “¿No pensaste que podría ser uno de los extraterrestres?”. Tuvimos que dar la vuelta para hablarle del proyecto. Hasta donde sé, fue su primer papel como actor antes de entrar al cine.        

“La isla de los amores infinitos” se ha traducido a 27 idiomas y ostenta así el récord de ser la novela más traducida de un autor cubano.

¿Cómo fue su experiencia como presentadora de programas de televisión y de radio, y como actriz y guionista en programas televisivos en Cuba? 

Nunca me han gustado las cámaras, ni que me tomen fotos o videos. Mis breves incursiones como presentadora de televisión y como actriz se debieron a personas extremadamente insistentes, entre ellas, dos amigos ya fallecidos. El primero fue Ángel Ma Argudín, productor de TV, quien me invitó a grabar un ciclo de programas sobre cine de ciencia ficción. El otro fue Tomás Piard, director de cine independiente; quería que actuara en una de sus películas. Al final aparecí en tres. El propio Tomás y otro amigo, el escritor y guionista Antonio Orlando Rodríguez, me propusieron que actuara en un filme corto de TV. Para quitármelos de encima les dije que solo lo haría si podía hacer el papel de un personaje que se vistiera con traje largo de época —ya fuera de princesa, hada, fantasma, o algo parecido— y se pasara todo el tiempo caminando de un lado a otro, sin decir nada. Puse esa condición pensando que sería imposible que concibieran una historia con semejante desatino. A los tres días, Antonio Orlando me llamó para decirme que ya tenía el guion de “Adorable fantasma”, el cuarto y último filme donde aparecí…Pero esas no fueron experiencias que yo pretendiera ni buscara. Más bien las acepté a “regañadientes”, aunque al final resultaron bastante divertidas.   

Lo que sí hice con gusto fue escribir guiones. Me encantó adaptar cuentos de hadas para el espacio “Había una vez”, y luego escribir la telenovela ‘Hoy es siempre todavía’, junto a Antonio Orlando Rodríguez, Chely Lima y Alberto Serret. Lamento la pérdida del guion de una aventura de fantasía y ciencia ficción que nunca llegó a grabarse porque me fui del país. El guion quedó en manos del que hubiera sido su director, Julio Cordero. Alguien me dijo que el manuscrito se quemó durante un incendio en su casa, años después.  

¿Por qué existía en Cuba la necesidad de crear en los años 80 un taller literario de Fantasía y Ciencia Ficción? ¿Cómo cree que este espacio influyó en el logro de una mejor calidad de la literatura fantástica realizada en la Isla posteriormente?

Cuando empecé a trabajar como asesora literaria, ya había ganado el premio “David” de Ciencia Ficción. Por eso me invitaron a dirigir un taller dedicado exclusivamente al género. Desde el principio insistí en nombrarlo “Oscar Hurtado”, en honor al cubano que había fundado la colección Dragón, la primera en Cuba dedicada a difundir la Ciencia Ficción, la Fantasía y la Literatura Policíaca; aunque existía una propuesta para llamarlo “Julio Verne”, quien había sido una gran influencia en mi infancia, me pareció más justo nombrarlo Oscar Hurtado.

 Uno de mis objetivos fue siempre estimular la creatividad. Con esa idea, organicé conversatorios sobre temas muy diversos, con entrada libre para el público. Invité a muchos especialistas que se entusiasmaban con la idea, desde físicos hasta psicólogos. Las conferencias sobre arqueología, exobiología, percepción extrasensorial y otros temas semejantes, abordados por científicos, no suelen ser comunes en ninguna parte. Imagínate en la Cuba de los años 80, donde cada mes presentábamos una diferente.

Aquellas charlas, que se anunciaban en la cartelera cultural de la ciudad, se abarrotaban de público. No era raro que, después de cada una, los talleristas se aparecieran con cuentos y poemas relacionados con el tema. En ese sentido, creo que constituyó una fuente de inspiración y aprendizaje para todos.

En ese taller se formaron varios autores cubanos que hoy son reconocidos en la Isla. Muchos textos que fueron premiados en varios concursos, se leyeron y discutieron antes allí. Cuarenta años después, aún sigo encontrando en los currículos y biografías de esos escritores, o en las contratapas de sus libros, frases como “Fue miembro fundador del taller Oscar Hurtado”. En términos de valoración, supongo que eso significa algo.

¿Por qué considera usted que algunas de sus obras pertenecen al estilo “gótico caribeño”?

El término “gótico caribeño” es una clasificación que concebí porque mucha gente me preguntaba a qué género pertenecían los relatos de Extraños testimonios. Cuando los describía como góticos, a falta de otra definición, pensaban en castillos embrujados y vampiros tradicionales, pero no se trataba de eso.

Los cuentos contienen ingredientes del gótico tradicional, pero con características peculiares, pues transcurren en escenarios cubanos o caribeños. En esas ficciones, las sombras enrarecen la naturaleza tropical. Hay una oscuridad que amenaza o subyace tras ese mundo luminoso, donde ni las playas, ni el mar, ni el ambiente campestre, ni la relajada atmósfera del Caribe, son capaces de contrarrestar la maldición, la alteración de las leyes naturales o la proverbial abominación.   

El abrevadero de los dinosaurios fue su último libro de cuentos publicado en Cuba ¿Por qué escogió a este animal como una metáfora para hablar de los seres humanos?

En ese libro me propuse reivindicar actitudes olvidadas o menospreciadas que me parecía necesario rescatar, como la defensa del individualismo, la importancia de pensar por nosotros mismos, los derechos de los homosexuales, y otros valores que habían sido condenados o abolidos arbitrariamente. Los dinosaurios representaban una especie extinta, cuya estructura social se basaba en la libertad para pensar y actuar sin dañar al prójimo. Fue, en esencia, un libro contra los tabúes, los prejuicios y las restricciones absurdas. Por eso decidí escribirlo en tono de sátira, a través de breves episodios que mostraran situaciones específicas. El minicuento me pareció una estructura ideal para ese propósito.  

“El abrevadero de los dinosaurios” fue el último libro publicado por Chaviano mientras vivía en la Cuba.

¿Cómo ha logrado en su obra hibridar la Fantasía, la Ciencia Ficción y el Realismo?

El mestizaje de géneros se inició a partir de mi segundo libro, Amoroso planeta, cuando empecé a incorporar elementos mitológicos y de cuentos de hadas a la Ciencia Ficción. Esa hibridación continuó de manera más abierta en mi tercer libro: Historias de hadas para adultos, y con más fuerza en los siguientes.

Después de irme de Cuba, el proceso se amplió porque incorporé temas que no había trabajado antes. Me había dado cuenta de que la pureza de géneros limitaba lo que quería decir y cómo. El Realismo era, y sigue siendo, una herramienta sumamente restringida. No permite el uso de símbolos, de metáforas mitológicas, ni de elementos paranormales, con los que busco enriquecer la psiquis y la psicología de los personajes.

Por eso utilizo los ingredientes que necesito para una historia, sin importarme si estos se encuentran dentro de los patrones previsibles. No me interesa escribir literatura de género, sino literatura.

La Habana Oculta es una serie de cinco libros que pueden leerse de manera independiente, pero que también guardan una relación entre sí ¿Por qué hablar en ellos de las problemáticas de Cuba fusionadas con un mundo fantástico? ¿Por qué hacer esta hibridez cuando podría haber contado historias meramente realistas al respecto?

Cuba vive inmersa en el Surrealismo, en el absurdo, en el misticismo de la santería, y en muchos otros mecanismos no realistas. Desde mi punto de vista, quedarme solo en el enfoque “realista” cuando abordo el tema cubano es como intentar dibujar un árbol mostrando solamente su tronco, sin prestar atención a sus ramas, sus hojas, sus frutos, o cualquier otro detalle que defina qué clase de árbol es. Es como describir a una persona apelando solo a sus características físicas o externas, sin referirme a su psicología, a su carácter y a sus creencias. 

¿Hasta qué punto sus personajes femeninos son inspirados también en su propia vida?

Tanto mis personajes femeninos como los masculinos muestran a veces características afines con mi personalidad, pero no porque los haga a mi imagen y semejanza, ni porque quiera adjudicarles mis vivencias, sino porque trato de ver el mundo a través de sus ojos y para ello, debo ponerme en su lugar. Las coincidencias entre ellos y yo, si las hubiese, suelen ser más anímicas que autobiográficas.   

Su fama internacional comenzó al obtener, en el año 1998, el Premio Azorín de Novela en España por “El hombre, la hembra y el hambre”.

Gata Encerrada es la primera de este ciclo de novelas, en este libro en específico usted fusiona la realidad cubana de finales de los años 80 con la cultura celta ¿Cuánto tiene de autobiográfica esta obra? 

En la novela incorporé ciertas vivencias personales, relacionadas con mi profesión como asesora literaria, y también hechos ocurridos en La Habana de los años 80, algunos cotidianos y otros de carácter excepcional, como el episodio de la anciana que le hace una advertencia a la protagonista antes de desvanecerse en plena calle. Fue algo que me ocurrió realmente en Centro Habana. Por otro lado, desde hacía un tiempo, andaba involucrada en el estudio de la magia celta. Había ensayado con visualizaciones, cierto tipo de meditación, el uso de las energías psíquicas, etc. Aproveché todas esas experiencias en varios episodios.       

Casa de juegos fue el primer libro suyo que leí completo y le confieso que me quedé impactada por la historia que cuenta y la gran maestría narrativa. El personaje de Gaia interactúa allí con muchos de los orishas de la religión afrocubana ¿Por qué se le ocurrió la idea de poner al mismo nivel de realidad en algunos de los capítulos a estas deidades y al personaje principal a través del erotismo? ¿No le preocupó desmitificarlas ante un público fervientemente creyente?

Los mecanismos de la creación son muy complejos. A veces no existe una razón lógica por la cual un escritor decide contar una historia. Solo sé que tenía pendiente ese tour de force por el que han pasado muchos escritores, desde poetas románticos como Alfred de Musset hasta un Premio Nobel como Camilo José Cela: escribir una novela erótica. Y deseaba abordarla desde una perspectiva que nadie hubiera intentado antes.

Como el género erótico siempre utiliza ambientes y personajes realistas, escogí un escenario fantástico, de corte surrealista, para llevarlo al extremo opuesto. Y como el argumento ocurría en Cuba, y ya había trabajado con mitologías europeas, me decidí por el panteón afrocubano como eje mítico.

Hasta ahora, nadie se ha mostrado molesto por la inclusión de los orishas en esa novela. Creo que la explicación está en el respeto absoluto que muestro por esos mitos, tanto en su esencia como en su manifestación.  

Muchos creen que la videncia, los espíritus, la telepatía, el esoterismo, dios, las deidades no son reales ¿Qué les diría a estas personas? ¿Cómo han influido estos conocimientos en sus libros?

Las creencias —y las experiencias asociadas a ellas— son asuntos muy personales. Por eso no me gusta opinar sobre lo que cada cual debe creer o pensar. En el plano literario, son temas que utilizo como reflejo de la psiquis humana porque, al compartir su carácter laberíntico, me dan acceso al subconsciente y me permiten manejar mejor el binomio ánimus/anima (en el sentido jungiano) de los personajes.   

Su versatilidad como escritora le ha permitido crear también cuentos y novelas para niños y jóvenes. ¿Ha disfrutado esta experiencia?

Cuando escribo, nunca pienso si la historia será leída por niños o adultos. Escribir es una experiencia que trasciende esos límites. Sé que hay autores que se proponen escribir para esta o aquella edad, o para este o aquel lector. Bien por ellos, pero no es mi caso. Solo si me enamoro de una historia, solo si siento el impulso abrumador de contarla, lo hago. Lo que ocurra después con los lectores, escapa de mis manos.

Sobre sus proyectos futuros Daína Chaviano prefiere no dar detalles, para no comprometerse con lo que ahora planea, así nos comenta:A veces he comenzado un proyecto y lo he abandonado para trabajar en otro. Ya veremos qué ocurre en los próximos meses”. 

Así nos despedimos de esta escritora mística y surrealista, que no pierde un día sin imaginar mundos posibles con el recuerdo de aquella Habana, ciudad que la persigue como un buen fantasma que alimenta su literatura, a pesar de que reside en Miami desde hace tres décadas.  

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Nota

1 En estas historias de Ciencia Ficción con elementos autobiográficos, una estudiante es testigo de varios avistamientos de ovnis que sobrevuelan La Habana y decide comunicarse con los extraterrestres de una manera muy insólita. Ellos la transportan en una nave espacial a varios escenarios, desde los megalitos pre-celtas del Neolítico, en Europa, pasando por la planicie de Nazca y las ruinas de Tiahuanaco, en Suramérica.

 

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