Elaine Vilar Madruga: pensar en lo hermoso del puente

Elaine Vilar Madruga. Foto: Tomada de su Facebook

Elaine Vilar Madruga. Foto: Tomada de su Facebook

La muy joven y reconocida escritora cubana nacida en 1989, Elaine Vilar Madruga, presenta seis nuevos títulos en la Feria Internacional del Libro de La Habana y se alista para promocionar un poemario suyo en los Estados Unidos. Sin dudas prolífica, confiesa su desinterés por ” las modas y los cantos de sirena”. A pesar de su juventud, los premios que engrosan su currículum garantizan la profundidad y madurez de su carrera en las letras.

No es común que un mismo autor ofrezca en tan poco tiempo tantos nuevos títulos, editados por distintas editoriales, de temas y géneros diversos.

Siempre disfruto la posibilidad de hacer llegar al lector nuevas y variadas propuestas literarias: la Feria Internacional del Libro de La Habana es una plataforma ideal para la promoción. Este año expongo un diapasón de propuestas muy diferentes entre ellas. “Viajan” por la ciencia-ficción y la fantasía de corte steampunk; otros encuentran su estación de paso en la literatura infantil, el teatro para adultos y, finalmente, la poesía: una de las grandes deudas que tenía con mi escritura se salda este año con la publicación de mi segundo poemario: Escudo de todas las cabezas, Premios Hermanos Loynaz 2014.

Añoro la posibilidad que brinda este evento para la confluencia y el encuentro como formas indispensables de cultura. En los libros una encuentra el pretexto para hablar no solo de literatura, sino de la vida misma, con sus aristas y veleidades y sus grandes (y silenciosas) riquezas de este mundo.

¿Hacia cuáles de tus títulos encaminas a los lectores con mayor énfasis?

Si tuviera que recomendar a alguien la lectura de mis libros, solo podría decirles que les entrego, les regalo y les comparto mi sangre.

Esa es una manera de darle a otro un pedazo de tu vida, un trasplante de tus energías y de las cosas que más importan en tu existencia. Todas mis obras han tratado de ser honestas, conmigo y con la esencia que ellas mismos portan. Y si lo son conmigo, entonces también lo serán con el lector. Si alguien compra mis libros –alerta de spoiler–, debe saber que se lleva, en un núcleo cerrado, una de las versiones de la Elaine que soy, uno de los rostros de mi vida… un poquito, también, de mi espíritu.

Al lector cubano le recomendaría que buscara –si a bien tiene– Los arcos del norte de la colección Ámbar de Gente Nueva, pues es, según creo, uno de los experimentos más certeros que he realizado en cuanto a la mixtura y lo liminal dentro los géneros literarios que trabajo. Deudor del steampunk, este título busca desdibujar los límites entre la ciencia-ficción y la fantasía e, incluso, entre la narrativa y la poesía.

También me gustaría insistirles a los públicos que buscaran tiempo para leer Hentai (Ediciones Loynaz, Pinar del Río). En este caso, es un libro de teatro que reúne tres de mis piezas dramáticas (algunas de las que considero significativas en mi carrera como dramaturga). Sus líneas más acuciantes resultan la carnavalización del sexo, el arte como epicentro de la vida, la mujer en su concepción de sujeto de acción y el exilio.

De mis libros publicados fuera de Cuba, quisiera recomendar el más reciente: Canto de cisne, un poemario que constituye una especie de biografía literaria, vista bajo el tamiz nebuloso del arte (que mucho esconde y mucho exhibe, sin ser ambas condiciones excluyentes de la otra). Este volumen es la manifestación más real que tengo de la poesía como motivo de exorcismo, como erotización de la vida, como cualidad indetenible para contar el devenir de mi/la historia.

Elaine Vilar Madruga. Foto: Tomada de su Facebook
Elaine Vilar Madruga. Foto: Tomada de su Facebook

¿Cuánto han aportado a tu creación más reciente las experiencias profesionales que has vivido fuera de Cuba en los últimos tiempos?

Como para todo artista, cualquier experiencia que te permita conocer el mundo y expandir horizontes, vale la pena. Es necesario saber qué existe más allá de los límites de nuestra realidad. Lo que he vivido fuera de Cuba, en ambientes y espacios a veces diametralmente diferentes de los cubanos (y quizás por eso iguales) ha enriquecido mi obra y la forma en que la pienso. Me ha permitido, además, enfrentarme a nuevas editoriales, editores, maneras de concebir la literatura y el mercado del libro.

He recibido “golpes”, traspiés y dudas, pero también momentos muy hermosos, de verdadera comunión con el arte y que, por causalidad y casualidad, muchas veces no están conectados con el hecho artístico en sí.

Ver la nieve, contemplar un animal que nunca antes había conocido excepto por fotos, extrañar a Cuba y a la familia, experimentar la ansiedad y la distancia, son también experiencias valiosas para un creador.

Esto marcha conjugado al hecho de asistir a eventos artísticos junto a colegas, valorar un nuevo tipo de creación que viene muy emparejada con una nueva realidad –que cambia a la par que el espacio y el contexto. Eso sí, lo disfruto con los pies en la tierra, sin perder las raíces, sin tener miedo al retorno.

¿Producto de ese ir y venir es que ha cobrado vida entre tus textos (sobre todo de teatro y poesía) la emigración y cuanto a su alrededor se teje?

La emigración y el exilio forman parte de nuestro imaginario cultural como individuos y como nación; es una marca de dolor que signa nuestro pensamiento y producción creativa. Negarlo sería reducción, intento vano de cubrir el sol con un dedo. Aunque forma parte de muchas realidades en el mundo –no solo de la cubana. Como creadora solo puedo compartir las formas de pensamiento y de vida que me han tocado experimentar en el breve lapso de existencia que me corresponde.

Se encuentran en mi obra incluso antes de viajar fuera de la Isla. Amigos que se van. Amigos que no regresan. Familiares que olvidas. Familiares que no olvidan. Familiares que nunca más se acuerdan de ti. Familiares que sufren por no verte. ¿No es ese uno de los más universales dolores? Solo he decidido transmutarlo, poetizarlo en la medida de lo posible. Y entender, luego, su marca… porque sus huellas están a lo largo de toda mi producción.

¿Qué proyecciones profesionales aspiras a materializar con tu próximo viaje a los Estados Unidos, además de la presentación de Canto de Cisne?

Toda creación es una bendición, y esta ha sido espectacularmente hermosa: he disfrutado muchísimo la edición de mi texto gracias, en gran medida, al rigor profesional y la calidez humana de Josefina Ezpeleta, mi editora. En marzo, el libro se presentará oficialmente en el espacio “Desalmuerzo Literario”, en la sede de ArtSpoken en Miami. Estaré enfrascada en otras tareas de promoción y, quizás, puedan producirse otras presentaciones colaterales durante mi estancia en los Estados Unidos.

También dictaré una charla literaria, la cual ha sido organizada por el Cuban Research Institute y la Universidad de la Florida (FIU). En ella, conversaré sobre la más reciente y emergente literatura nacional, tanto en la narrativa como en la poesía.

Por una cuestión de tiempo quise concentrarme en veinte novísimas voces. Algunas de ellas son ya conocidas en la palestra literaria nacional e, incluso, internacional. Pero también incluí a autores no tan reconocidos y a algunos francamente inéditos. Creo que es hora de mostrar que no solo los premios y publicaciones son un indicador de calidad en cuanto a arte hablamos.

Por supuesto, es una selección personal y, por tanto, está dinamitada por diversas variables. Expone, más bien, una invitación a la lectura de los textos de veinte jóvenes autores cubanos. Porque la idea no es hacer una charla inmóvil en su propia eternidad conceptual, sino propiciar una conferencia que muestre, que exhiba, la creación que se concibe en la Isla en este preciso momento. Muchos jóvenes luchan por ser (bien)hallados. ¿Por qué? Es simple: tienen algo que contar. Los autores que cruzan el límite de la inquietud, que buscan la acción y la concreción merecen encontrar un oído que los aliente y escuche.

Por otra parte, otro de los deseos particulares que me acompañarán en este viaje es el hecho de que añoro conocer a autores americanos y cubano-americanos. Tal vez ellos –desde sus perspectivas particulares– puedan adentrarme en la producción simbólica de un país tan cercano al nuestro. Me gustaría lanzar las raíces de un puente que cruce un espacio  tan pequeño y abstracto como 90 millas. Ese es mi gran deseo: conocer lo humano, a la persona escondida detrás del poema, la obra de teatro o el cuento. Y luego descubrir el poema, la dramaturgia, la narración. Pensar en lo hermoso del puente.

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