La poesía joven, la política y Sergio García Zamora

Ser poeta y ser poeta joven en Cuba tiene ganancias y pérdidas. El arte y el deseo de poetizar la realidad más inmediata: con sus oscuridades, sus carencias, los resultados de infructuosos gobiernos, crece a la par de la horda de escritores que se empeñan en crear. Ellos hacen política mediante un discurso coherente y bello, una forma de “periodismo eficiente”, todo dentro de lo que hace bastante tiempo aparece en el país bajo la calificación de poesía social.

En los últimos concursos del género es esta poesía la que obtiene los lauros. Se está registrando la historia contemporánea contada por los leones y no por los cazadores; está sucediendo lo que tanto reclamó Octavio Paz: hacer la historia de nuestros pueblos a través de la historia literaria, que en definitiva es la que puede decir —protegidos bajo el halo de la ficción— lo que un libro de historia nunca contará.

Avanzada la etapa complaciente de la poesía social cubana que nació con la Revolución, superados aquellos versos de Guillén donde tenía todo lo que tenía que tener; y sin dejar de mencionar otros ejemplos como Cintio, Lezama, Virgilio, Fina…, que nunca declinaron su arte a los nuevos condicionamientos; llegó una etapa demoledoramente voraz. Los nuevos poetas y las nuevas poesías “atacaban” al sistema también como símbolo de comprometimiento, de necesidad de ahondar en asuntos escabrosos, vetados, la mayoría ausentes en otros medios de comunicación. Todo ello sin dejar de hacer arte, y sin dejar, de cierto modo, de ser patriótico en sí mismo.

Se pueden nombrar autores como René Coyra, Yamil Díaz, Ronel González, Karell Boffil, Jamila Medina, Leymen Pérez, Maylam Álvarez, y muchos más. Pero de un tiempo para acá hay que incluir en la lista a Sergio García Zamora (Esperanza, 1986), considerado por críticos y escritores, el mejor poeta de su generación, la llamada Generación Cero.

Mucho revuelo ha suscitado en el mundillo literario de la Isla sus incontables premios, su arrasador paso de galardones en los concursos (como el más reciente, el Rubén Darío en Nicaragua), la reiteración temática (el país como tema, los problemas del país); en realidad ha importado de todo menos su aplastante calidad poética.

Aunque él mismo afirmara durante la presentación de su libro La borrasca (Ediciones Mecenas, 2013) que había llegado al fin de su etapa poética más social, su último cuaderno El perro que aúlla (Editorial Capiro, 2015) no escapa completamente de esos límites. Este es un ejemplo: “Perros de raza, perros legítimos (…) / Esos perros, me dijiste, seguro comen carne, / seguro tienen una dieta especial. / Hay que ser un poeta de raza, un poeta legítimo, (…) / para comer un poco mejor.”

La poesía de Sergio es fina, elevada y popular, repleta de referentes culturales. La poesía de Sergio es medida, precisa en tanto se hace más necesaria. Denuncia, es acusadora, describe las miserias con belleza poética y utiliza muchos elementos alegóricos, como los mambises, por ejemplo, para hablar de la gente que se va a cumplir misión.

En La borrasca hay un rejuego constante con la Divina Comedia, con Dante y todos los personajes creados por él, que son sustraídos de aquella literatura para mezclarlos con un supuesto infierno en Cuba:

“Por la gente que se ha ido / o debe ir pronto a Venezuela / creyendo escapar de la borrasca / —salario mercenario, agua por cargar, / familia siempre—, deberías rogarle / a San Judas, patrón de los desesperados…” (de «Sutileza del espíritu que vive en suspensión»).

“En las casas de la gente que se ha ido / han puesto oficinas del registro de vivienda: / papelería infranqueable / para la gente que no tiene casa / ni se ha ido…” (de «Las casas»).

“… En tanto veíamos la televisión / a los desempleados maestros de España, / he pensado que debemos dar gracias / a San Judas y a la Virgen de la Caridad / por no estar como los obreros del azúcar: / gente que quedó disponible, / es decir, gente de la cual el gobierno puede / soberanamente disponer.” (de «Televisión nacional»).

“… Hemos ido a la Cámara Oscura / y nos hemos asomado sobre un círculo: / la gente vive en el infierno sin saberlo.” (de «Cámara Oscura»).

Alejados ya de los días dolorosos del Quinquenio Gris, resplandece esta poesía joven en Cuba, resplandece Sergio y su camino poético, su afán y su innegable papel en y para la historia literaria y la historia cubana más inmediata.

Foto: Carolina Vilches
Foto: Carolina Vilches
Salir de la versión móvil