Premio Casa de las Américas para escritores cubanos

El poeta Reynaldo García Blanco, uno de los cubanos laureados con el premio Casa de las Américas 2017. Foto: laventana.casa.cult.cu.

El poeta Reynaldo García Blanco, uno de los cubanos laureados con el premio Casa de las Américas 2017. Foto: laventana.casa.cult.cu.

Dos escritores cubanos obtuvieron el Premio Casa de las Américas 2017, entregado este jueves en La Habana, mientras un tercero fue reconocido con una mención en este prestigioso certamen literario.

El poeta Reynado García Blanco resultó galardonado por su cuaderno Esto es un disco de vinilo donde hay canciones rusas para escuchar en inglés y viceversa. Al premiar su obra, el jurado –integrado por Leonel Alvarado, de Honduras; Eduardo Langagne, de México; Selena Millares, de España; Freddy Ñáñez, de Venezuela, y Sigfredo Ariel, de Cuba– resaltó su “expresiva claridad de exposición” así como la presencia de “poemas de escritura depurada no desprovistos de un delineado humor y una serena ironía”.

Otro elemento destacado por los evaluadores fue su “doble diálogo con la inmediatez y la tradición, donde lo literario no es una realidad libresca sino natural y cercana”.

Natural de Sancti Spíritus, García Blanco vive desde hace varios años en Santiago de Cuba donde alterna su escritura con una importante labor de promoción literaria en la radio y otros espacios culturales.

A propósito del premio el poeta dijo al sitio La Ventana, de Casa de las Américas, que se trata de un texto lleno de referencias intertextuales que fue pensado como un disco de vinilo, con un lado A y un lado B, lo que dio pie a su sugerente título. “Es un libro con mucho desenfado, pero que sigue la Isla, el país, mi patria”, comentó.

Por su parte, Emilio Jorge Rodríguez mereció el premio de estudios sobre la presencia negra en la América y el Caribe contemporáneos. Su libro Una suave, tierna línea de montañas azules fue laureado por su acercamiento a los vínculos de Nicolás Guillén con escritores, artistas e intelectuales haitianos, a través de “una rigurosa investigación, riqueza bibliográfica y un uso minucioso de recursos de archivos nunca antes considerados”.

El jurado, compuesto por el brasileño João José Reis, el dominicano Silvio Torres-Saillant, y la cubana Gloria Rolando, ponderó igualmente la obra por mostrar “un camino para futuros estudios ‘trans-caribeños’ poniendo énfasis en la necesidad de profundizar en la historia de conflictos, colaboración, interdependencia y solidaridad intrarregional.”

Emilio Jorge Rodríguez (izquierda) junto a Reynaldo García Blanco en el acto de premiación en Casa de las Américas. Foto: Ismael Francisco / Cubadebate.
Emilio Jorge Rodríguez (izquierda) junto a Reynaldo García Blanco en el acto de premiación en Casa de las Américas. Foto: Ismael Francisco / Cubadebate.

Emilio Jorge, quien está vinculado a la Casa de las Américas desde los años setenta y fuera director del Centro de Estudios del Caribe de la institución, comentó a la prensa que su obra profundiza en las relaciones históricas y culturales entre Cuba y Haití, reforzadas por una visita de Guillén al vecino país. Este hecho propiciaría la fundación la sociedad de Amistad Cubano-Haitiana que resultaría esencial para desarrollar un fuerte intercambio en el que se involucrarían figuras como Jacques Romain, Wifredo Lam y Alejo Carpentier.

Mientras, el joven periodista cubano Yoe Suárez recibió una mención en literatura testimonial por su obra Charlas en el mosaico. El premio correspondió al libro Lloverá siempre, de la argentina Liliana Villanueva, una larga entrevista con la periodista y escritora uruguaya María Esther Giglio, primera ganadora del premio Casa en la categoría de testimonio y a quien –de acuerdo con el acta del jurado– se acerca la autora con “un atrapante lenguaje coloquial, abierto, sincero”, para “revivir momentos inolvidables, como si no se tratara de una lectura sino de una escena teatral o cinematográfica.”

En las restantes categorías fueron galardonados el ecuatoriano Ernesto Carrión, por su novela Incendiemos las yeguas en la madrugada; el colombiano Pedro Agudelo Rondón, por su volumen de ensayos América pintoresca y otros relatos ecfrásticos de América Latina; y María Valeria Rezende por su novela Outros cantos en el apartado de literatura brasileña.

Además, el Premio Honorífico de Poesía José Lezama Lima recayó en el ecuatoriano Raúl Vallejo por Mística del tabernario; el de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada correspondió a Aníbal Quijano, de Perú, por Cuestiones y horizontes: De la dependencia histórico-estructural a la colonialidad / descolonialidad del poder; y el de Narrativa José María Arguedas fue para Pablo Montoya, de Colombia, por su novela Tríptico de la infamia. Estos lauros se entregan a libros ya publicados.

Salir de la versión móvil