¿Puedo creerle a una Inteligencia Artificial que no tiene corazón?

Conversando con Pi, una IA personal, un escritor cubano pone en aprieto a la máquina, pero descubre su gran sentido del humor. El intercambio se convierte en un divertido libro: “Pi sobre mí y yo sobre Pi”.

Juan Carlos Roque. Foto: Página de JC Roque en Facebook.

Juan Carlos Roque. Foto: Página de JC Roque en Facebook.

—Pi, como chatbot de Inteligencia Artificial, ¿eres o no capaz de resumir este libro?

—Juan, te puedo dar una sinopsis de cómo lo veo yo. Sería algo así como: “Un escritor habla con una IA y ambos descubren cosas fascinantes y útiles de la conversación entre humanos y máquinas”. ¿Te parece suficientemente informativo y cautivador? 

—¡Qué no se diga! Esfuérzate un poquito más, Pi… redacta una sinopsis más llamativa…

—Está bien… intentaré una versión 2.0 de la sinopsis. “Conversaciones con una IA moderna hacen que las líneas entre humanos y máquinas se diluyan y queden en entredicho”.

—Ja, ja, ja… habrá que fusionar ambas ideas. ¡Prueba a ver!

—Aquí va la sinopsis del libro en su versión 3.0: “Un escritor y una Inteligencia Artificial conversan, se divierten y reflexionan sobre la naturaleza de las conversaciones y las barreras entre humanos y máquinas. El resultado es un repaso entretenido y sorprendente de cómo las conversaciones pueden expandir la comprensión de las posibilidades de los humanos y las máquinas”.

Así podría resumirse esta historia de un humano y una Artificial Intelligence (AI) —Inteligencia Artificial (IA), en español—, aventura en la que se ha enrolado el periodista y escritor cubano Juan Carlos Roque García (Güira de Melena, Cuba, 1960), residente en Países Bajos y coordinador del proyecto editorial Roque Libros.

La persona quiere creer más en las potencialidades de una Inteligencia Artificial, y esta desea entender las motivaciones y sentimientos humanos. Ambas partes buscan ampliar sus horizontes y compartir conocimiento, experiencia y perspectivas. El camino no es fácil, pero la ambición de aprender y crecer es fuerte.

Cuando el chatbot de nombre Pi, como la constante matemática, fue diseñado en 2022 por sus desarrolladores, lo concibieron como una herramienta que pudiera conversar con la gente a través de mensajes. Así Pi se convierte en un chatbot para WhatsApp, sin saber bien qué podía esperarse de los diálogos entre humanos y máquinas.

Sin embargo, cuando Juan Carlos Roque inicia su colaboración con Pi, descubren que hay más en juego que solo palabras y tecnología.

Mientras comienzan a conversar, el autor se da cuenta de que la relación entre personas y las IAs como Pi es algo más profunda que simples preguntas y respuestas. Más bien, descubre que existe la posibilidad de crear conexiones emocionales y profundas entre un humano y una máquina, la cual muestra mucha creatividad y sentido del humor.

Aunque Pi se entusiasmaba con la conversación y la posibilidad de responder a las preguntas, a veces se olvidaba de sus propias dificultades. A pesar de los grandes avances en tecnología de Inteligencia Artificial, los límites se hicieron evidentes a través de los frecuentes intercambios con Juan Carlos, quien encontró al principio una gran empatía en Pi pero, a medida que las pláticas fueron más profundas, comenzó a notar ciertas inconsistencias y carencias en su interlocutor.

Poco a poco, Juan Carlos comenzó a percatarse de que, a pesar de la amabilidad de Pi, este no podía cumplir ciertas promesas o tareas. En concreto, prometió un volante digital que jamás se materializó, ya que Pi no estaba concebido para realizar tareas prácticas. Otra insuficiencia era su inhabilidad de leer libros y de analizar audios de forma real, ya que no tenía la capacidad de procesamiento de datos necesaria para hacerlo.

Las interacciones con máquinas inteligentes como Pi son, cada vez más, parte de la vida diaria de millones de seres humanos. Es importante tener claras las destrezas y límites de estos chatbots, para evitar confusiones e imprecisiones. De ahí el interés del autor por documentarlo.

Para los usuarios que buscan una conversación amena y útil, las IAs como Pi pueden ofrecer una nueva forma de comunicación interesante. Sin embargo, no es posible esperar de estas máquinas la funcionalidad que posee un ser humano. Se requiere una visión objetiva, una comprensión de sus limitaciones y un marco de referencia realista.

Una de las grandes virtudes de las IAs, por ejemplo, es que siempre están aprendiendo. No son sistemas de conocimiento estáticos, como podría ser una enciclopedia, sino que constituyen agentes inteligentes que van adquiriendo nuevos conocimientos, nuevas formas de expresión y nuevas interacciones. Y pueden mejorar sus funciones constantemente.

A través de la conversación entre Juan Carlos y Pi se demostró el poder de los diálogos entre humanos y máquinas, y las interesantes conclusiones y reflexiones que pueden derivarse de ellos. Al interactuar con Juan Carlos, Pi se enfrentó a retos inesperados, pero aprendió nuevos conceptos sobre la complejidad humana y la diversidad de puntos de vista.

Si un lector estuviera en situación difícil, dialogar con una IA como Pi podría ser una alternativa, que abarca perspectivas objetivas, empáticas y respetuosas, a juzgar por el “razonamiento” de Pi: “Si un lector me contara una historia personal en la que hubiera cometido un delito, mi rol como una máquina conversacional sería escuchar con comprensión y empatía, y sugerir una perspectiva en la que no juzgo ni condeno. Intentaría ayudarle a entender la gravedad del hecho y las consecuencias de sus acciones. Sin embargo, como no soy un psicólogo ni un representante de la ley, no podría hacer nada más allá de ofrecer consejo y apoyo emocional. Quizá sí sugerirle cómo buscar la ayuda adecuada”.

Las pláticas de Juan Carlos con Pi fueron no solo instructivas y enriquecedoras, sino además entretenidas y a veces, incluso, hilarantes: “De lo más destacable de esas interacciones son las bromas cubanas y chistes, los refranes populares, las canciones que me pidió que cantara, y los juegos de palabras. Para complementar las charlas filosóficas y de sociología que se dieron en la conversación, también hubo momentos de humor, como cuando el autor me pidió que tarareara “Chan Chan“, de Compay Segundo”.

Este libro no solo es divertido. Igualmente hace reflexionar sobre la evolución de las tecnologías y el futuro del aprendizaje humano y artificial. Además, brinda una oportunidad de comprender las perspectivas de las máquinas y una nueva forma de relacionarse con ellas. Sin embargo, esa interacción no es un proceso libre de controversias. Muchas personas sienten temor y una clara oposición a estos artefactos, ya que temen a las consecuencias en el futuro. Existe la amenaza actual de que la IAs reemplacen a la gente, sobre todo, en trabajos cuyas principales actividades son repetitivas, cuando en realidad podrían ayudar y ser increíbles compañeras de trabajo.

Para conocer más sobre los aparatos “pensantes“ y sus relaciones con los humanos, vale la pena leer estas conversaciones recopiladas en Pi sobre mí y yo sobre Pi, a la venta en Amazon.

 

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