Sindo Pacheco: un Premio de la Crítica desde la diáspora

Sindo Pacheco. Foto: Ulises Regueiro

Sindo Pacheco. Foto: Ulises Regueiro

 

Con alegría, sorpresa y como un “lindo estímulo” recibió el escritor cubano Sindo Pacheco, residente en Miami, el Premio de la Crítica 2014 otorgado a su libro Un pie en lo alto y otras encerronas por el Instituto del Libro de su país de origen.

El Premio de la Crítica, dijo Pacheco a OnCuba, viene siendo como un premio de premios donde no es el autor quien se postula.

Se trata de una colección de cuentos donde un humor corrosivo y una atmósfera kafkiana tratan de apresar la visión del autor sobre la realidad de su país del que emigrara para establecerse en Miami a principios del milenio y donde actualmente sigue escribiendo, en este mismo momento cuentos, una novela y un guión cinematográfico basado en una obra suya, junto al actor y también guionista cubano Eduardo Macías.

El guión parte de una noveleta que Pacheco prefiere definir como un relato largo titulado Mañana es Navidad y cuyo argumento gira sobre una familia cubana que cria un cerdo en el quinto piso de un edificio de apartamentos durante la difícil década del noventa.

Un pie en lo alto y otras encerronas fue publicado por la editorial de la Isla Letras Cubanas en 2014. El año anterior había visto la luz en Miami bajo el sello de La Pereza dirigido por la autora cubana Greity González y su pareja, el poeta nicaragüense Dago Sasiga. En 2015 Eriginal Books realizó una publicación digital.

Para el escritor cubano Francisco López Sacha, Presidente del Jurado que le otorgó el Premio a Pacheco, los relatos son “historias entretejidas con el hilo sutil de la nostalgia o con la extraña madeja de la melancolía y construye su universo con el sentido clásico del cuento y al mismo tiempo con la agudeza, la ironía y el sarcasmo de la postmodernidad”.

Sorprende en el conjunto la mezcla de atemporalidad con situaciones abstractas en las que, sin embargo, siempre el lector puede encontrar un referente con la contemporaneidad cubana, vista muy críticamente, aunque de forma tangencial e incluso cuando no todo el libro centra sus temas en esa dirección.

Los relatos, opina Sacha, avanzan poco a poco, nos seducen con personajes a veces esquivos, a veces imaginativos. Sindo Pacheco, asegura, nos acerca a un mundo de pequeñas criaturas condenadas por su soledad o sus deseos irrealizables, así logra un volumen sumamente original, atravesado por el humor, la crisis existencial y la progresión dramática hacia un cambio que nunca se produce, expresión también de un profundo malestar y el anhelo de una vida mejor.

Pacheco asegura que piensa y además desea seguir publicando en su país de origen. De hecho solo tres de sus libros no han sido publicados aquí.

Las razones que aduce son simples: primero, por su condición de cubano, segundo porque el lector de este país es el lector natural para un escritor de la Isla y tercero porque la inmensa mayoría de sus personajes son cubanos, independientemente del lugar donde radiquen.

Si algo señalaría yo a Un pie en lo alto… es cierta falta de unidad estilística. Los cuentos van desde un realismo casi naturalista hasta alegorías simbólicas. Son estos últimos los que, en mi opinión, poseen mayores valores estéticos y dan un toque muy personal a la narrativa de Pacheco.

Narraciones como “Legalidad post mortem”, “Parábola del buen ser” o “Monólogo sobre la marcha”—quizás los más críticos hacia la sociedad cubana de todo el libro—se encuentran entre lo mejor de la colección.

El lector puede adivinar en ellos que se está hablando de Cuba, pero a la vez, a la manera de Kafka, rozan un absurdo colectivo que les confiere cierto carácter universal, como si los acontecimientos y los disparates que en ellos se nos narran crearan una especie de metarrealidad.

Por otra parte no puede negarse la eficacia de los textos donde criaturas insignificantes que habitan, por lo general, en pequeños pueblos provincianos, complejizan acontecimientos banales para convertirlos en hechos de alta significación existencial.

Sindo Pacheco es, sin lugar a dudas, uno de esos narradores que puede escribir sobre cualquier cosa y que, sin demasiados alardes tecnicistas y un lenguaje preciso y directo, seduce al lector con la magia de sus asuntos y de su escritura.

Desde su obtención en 1995 del Premio Casa de las Américas con su excelente noveleta María Virginia está de vacaciones este escritor cubano, ahora en la diáspora, se perfiló como uno de los autores a tener en cuenta en el panorama de la literatura cubana contemporánea.

Ahora este Premio de la Crítica 2014 lo confirma en un lugar especial. Y, sobre todo, constituye un ejemplo contundente de la indivisibilidad de la literatura cubana, escríbase donde se escriba.

Ojalá siga produciéndose este intercambio entre autores cubanos y las editoriales de la Isla sumen cada vez más a sus catálogos a autores que, por derecho propio pertenecen al corpus de la escritura de una nación que ha dado y seguirá dando nombres a tener en cuenta en el mundo hispanoparlante y, ¿por qué no? más allá de él.

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