Tras los pasos perdidos de Carpentier en China

El periodista cubano Abel Rosales Ginarte reflexiona sobre los vasos comunicantes entre las literaturas de Cuba y China.

Foto: Cortesía del entrevistado.

Hay calles de Pekín que adivinan los pasos del cubano Abel Rosales Ginarte. Son las que por diez años han soportado su andar de incisivo periodista, siempre en procura de desvelar misterios. Las mismas que él recorre cargando un enorme bolso negro, que lo asemeja a un antiguo médico de familia. De su interior Abel saca por igual una pócima para curar sabañones que un fajo de billetes para el amigo necesitado.

Y es que Abel es además un buen samaritano. Siempre dispuesto al auxilio de quien tenga cuitas de cualquier naturaleza. Del alma, el cuerpo o el bolsillo. Lo sabemos de primera mano sus numerosos y agradecidos amigos. De múltiples nacionalidades. Con su plática amena, trufada de buenos consejos y hechicerías, estimula y embruja a mujeres, hombres, e incluso al otrora llamado “tercer sexo”. Es un malabarista de las palabras –las malas incluidas- que en años de trabajo en las radios cubana y china ha sabido pulir y embadurnar de carisma, apoyándose en una voz bien timbrada. La que le sirve para reiterar su porfía de dar con las huellas –hasta ahora casi inéditas– de Alejo Carpentier en China, de la que se sabe muy poco.

Una de las contadas publicaciones que ha trascendido al público es un memorando, hoy desclasificado, de una reunión entre el presidente Mao Zedong y una delegación de 10 intelectuales cubanos, el 19 de abril de 1961. El grupo, liderado por el entonces ministro de Educación de Cuba, Armando Hart, incluyó a Alejo Carpentier, a la sazón director de la Imprenta Nacional. Aquí incluyo el breve intercambio (traducido del inglés) entre Mao y Carpentier:

Presidente Mao se dirige a Carpentier (Kaerbendiai, según la transliteración del mandarín al inglés):  Su trabajo consiste en supervisar actividades culturales.

Carpentier:  Sí. Siempre quise comprar sus obras, y nunca pude conseguirlas en Francia (pero ahora) las encuentro en China.

Presidente Mao: Para su referencia.

Carpentier: Estas son las (obras) de referencia más grandiosas de este siglo.

***

¿Me adelantas algo de tu búsqueda “carpenteriana”?

Empecé cuando trabajaba en el servicio de español de la Radio Internacional de China (CRI), donde hacía el programa “El arte de la palabra”, dedicado a la literatura china e iberoamericana. Lentamente la investigación ha ido creciendo y tomando fuerza de una forma inesperada, porque han comenzado a aparecer traducciones desconocidas de Carpentier al chino; he conocido a sus traductores y, lo más importante, he encontrado su legado en un famoso escritor chino, que lamentablemente falleció en 2016.

Tal como escribió Alejo en su corta crónica en “Tientos y diferencias”, “seguimos buscando qué se esconde detrás del dragón y la máscara”. Así, visité la Universidad de Nankín (Nanjing), donde Alejo estuvo y donde, lamentablemente, la Revolución Cultural no dejó ninguna huella de labor literaria. Están las esquinas de la ciudad que tanto le impresionaron y la famosa Gran muralla que también visité.  Cada vez que creo haber terminado aparece algo inesperado, como si Carpentier se hubiera convertido en un niño travieso que se niega a confesar todos sus secretos.

Tal vez China nos va revelando su huella con la parsimonia de un monje taoísta. Lo más impactante fue que hace unos meses una amiga argentina que habla chino –porque todo esto que menciono solo está en idioma chino–, me contó que en una clase de literatura apareció el tema. Esa noche casi no pude dormir; tenía ante mis ojos fotos de un libro en chino, y mi nivel del idioma solo me permite comprender algunos caracteres.  Tuve entonces que recurrir a la paciencia y pasión de esta amiga para ir desentrañando cómo el escritor chino Chen Zhongshi agradece a Carpentier el haberle mostrado la forma de utilizar la historia a su antojo para escribir una novela. En este caso se trata de La llanura del ciervo blanco, que hasta donde sé no se ha llevado al inglés –se ha publicado en francés, vietnamita, japonés y coreano. En China ha sido llevada al teatro, al cine, a la ópera… Al morir, su autor era uno de los escritores mejor pagados de China y uno de los mejores en términos literarios, a juicio de entendidos en literatura contemporánea china.

Por ahí vamos, con mucho cuidado, con la certeza de que a cada paso seguirán surgiendo nuevas historias que demuestren que Carpentier es el autor cubano con una huella más sólida en el ambiente literario chino, como también lo es en la literatura hispanoamericana.

Foto: Cortesía del entrevistado.

Eres, junto a la escritora María Elena Llana, el otro cubano que se ha atrevido a llevar un clásico literario chino al lenguaje radial. ¿Cuál fue el mayor reto al adaptar Viaje al oeste? ¿Te dejó alguna insatisfacción?

Adaptar esa obra significó navegar entre lo real maravilloso chino, entre el budismo y el taoísmo, entre la historia y la fantasía, entre la filosofía tradicional y el existencialismo de un continente.

Viaje al oeste es una obra capital, una crítica potente al autoritarismo y una muestra de todo lo que debemos de ser capaces de comprender en esta vida para alcanzar la iluminación, como lo hicieron el monje y sus acompañantes.

Debí hacerlo sin actores profesionales, sin música adecuada, teniendo que aprender el sentido de lo que se dice y lo que se quiere decir en cada capítulo. Hubo veces en que pensé que no la terminaría. Al final uno se queda con las ganas, con el vacío de no poder alcanzar muchos elementos importantes, porque es inevitable jerarquizar.

Viaje al oeste utiliza un personaje histórico real y aprovecha la entrada del budismo a China para sacar a la luz personajes como Sunwukong, el Rey Mono, que ha marcado a todo el continente asiático y sigue apareciendo en producciones cinematográficas y televisivas con fuerza inusitada. Cada versión cinematográfica me va ayudando a comprender, las persigo en Internet y aunque estén solo en chino, puedo descubrir el sentido de cada una, porque así son los clásicos:  no mueren.

¿De dónde te nace ese afán por detectar puntos de contacto entre figuras y expresiones literarias de América Latina y China? ¿Qué es lo más destacable hasta ahora?

Si revisas los medios informativos te darás cuenta que generalmente buscamos lo que nos diferencia, y personalmente prefiero ver lo que nos conecta, lo que nos une, lo que nos toca como seres humanos bajo un mismo sol, sin importar las distancias que nos separan.

Las expresiones literarias de China que han sobrevivido a dinastías imperiales y reinos en guerra, obviamente no tienen la riqueza que la nuestra.  Cada vez que una dinastía terminaba intentaba borrar la huella y las creaciones de la anterior. Las obras que sobrevivieron demuestran que tenían un gran desarrollo, pero tras siglos de aislamiento la literatura se tornó un poco repetitiva en el uso de los recursos; la vida interna de los personajes no es muy rica y muchas situaciones y acontecimientos narrados se repiten.

Viaje al oeste, por ejemplo, es un claro uso del realismo mágico en su concepción. La obra se atribuye a Wu Chen´en, pero algunos estudiosos dicen que solo fue un compilador, así que un país grande tiene grandes y secretas historias siempre interesantes. Las transformaciones sociales de la China posimperial encendieron la llama de la literatura, y muchos escritores ya con cierta influencia foránea, entre ellos grandes poetas como Ai Qing, o el propio Lu Xun, -considerado el padre de la literatura contemporánea china-, emergieron con fuerza. La Nueva China, con sus cambios bruscos, también vio nacer a nuevos autores con diferentes tendencias literarias, que han llevado el chino mandarín hasta el podio de los Nobel de Literatura. La poesía de antes y la moderna sigue siendo enigmática y atractiva para mí.  Siempre recuerdo que en la literatura china lo más importante muchas veces es lo que no se dice, es lo que se sugiere, lo que está en el aire y que generalmente pasa desapercibido para los lectores foráneos.

La literatura femenina china también tiene mucha fuerza. Hay muchas autoras como Tie Ning, capaces de ofrecer una visión liberadora de la mujer en la china actual. Se ha ganado y mucho. Sucede empero que en China el español no es un idioma importante y las traducciones no son abundantes. Creo que algunas editoriales españolas van a la vanguardia en traducciones de obras chinas al español.  En América Latina estamos rezagados. La literatura china actual tiene la fuerza del caudal del rio Amarillo, que arrastra más que sedimentos, lleva una identidad milenaria exquisita. Tengo la misma sensación de Alejo, no me alcanzará una vida para entender cómo quisiera a un país que, como bien escribió la periodista y sinóloga peruana Patricia Castro, es un planeta. Me siento afortunado de haber podido acceder de una forma limitada a los laberintos insondables de la literatura china que me sigue asombrando cada día más.

¿Qué opinión te merece el actual estado de publicaciones literarias chinas en Cuba y viceversa?

Te respondo con otra pregunta: ¿Qué traducciones literarias cubanas? Las actuales son limitadas y no alcanzan a ser referente siquiera de la realidad literaria de la Isla. Hace poco vio la luz Cecilia Valdés, así que en ese sentido hay que empezar a dar algunos pasos.  Creo que el principal problema es la carencia que tenemos de buenos traductores del chino al español en la Isla.  Los chinos han hecho mucho más, traduciendo gran número de sus obras contemporáneas y clásicas al español, pero la mayoría no llega a Cuba, porque son bastante caros los libros chinos y los precios en Cuba para ellos son demasiado bajos, así que nuestro mercado no les resulta atractivo. La Feria Internacional del Libro de La Habana lo demostró. Llegan las editoriales gubernamentales con muchas compilaciones u obras de interés específico, como por ejemplo la editorial China Intercontinental. Tampoco los hispanistas chinos se han interesado ni se interesan por obras literarias o autores cubanos, lamentablemente. De Alejo he encontrado más referencias que de cualquier otro escritor cubano, clásico o actual. Incluso cuando trabajé como profesor de español, en las clases que impartí de Literatura Latinoamericana solo apareció Carpentier.

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