Vitalina Alfonso y una sola Cuba para narrar

Recientemente se presentó en el popular espacio Sábado del Libro que se realiza en el Centro Histórico de la capital cubana, el título Un País para narrar. En ella crítica y editora cubana Vitalina Alfonso, una de las mayores autoridades entre las que se han dedicado a la literatura de la llamada “diáspora”, recoge interesantes ensayos sobre el tema. Según la nota de contracubierta del volumen, publicado por la Editorial Letras Cubanas del Instituto Cubano del Libro, trata de “varias generaciones de escritores y escritoras cuya obra no puede ser pasada por alto al escribir la historia literaria de la nación. En Un país para narrar la autora nos invita a adentrarnos en la exploración de este complejo y muy diverso universo narrativo —con el cual el lector de la Isla está poco familiarizado— desde la convicción de que conocer estas obras nos enriquece.”

En unas breves palabras preliminares, Vitalina Alfonso se pregunta: “¿Puede negárseles a los ya numerosos escritores que desde hace décadas residen fuera de la Isla y se identifican con orgullo como cubanos la integración de sus discursos a una totalidad literaria dispersa?”.

OnCuba se acercó a Vitalina en busca de más explicaciones. Y he aquí sus respuestas, afirmaciones a tener en cuenta cuando se conoce el rigor y la dedicación con que ha abordado estos temas desde fechas muy tempranas.

¿Desde cuándo y qué motivación este convirtieron en una estudiosa de la literatura de la diáspora?

Todo comenzó en septiembre de 1998, cuando entrevisté aquí en La Habana a la escritora dominicano-estadounidense Julia Álvarez. En el diálogo afloraron obsesiones, anécdotas y conflictos omnipresentes en su literatura que eran comunes en otras escritoras de la diáspora del Caribe hispánico. La singularidad de las escritoras cubanas, en relación con las puertorriqueñas y dominicanas residía, mayoritariamente, en el tema de la imposibilidad del viaje circular y todo lo que ello entrañaba. En busca de las diferencias, pero también de la unidad dictada por el origen caribeño y la condición femenina, realicé un serie de entrevistas a escritoras de origen cubano asentadas en los Estados Unidos, después de enero de 1959, que fueron recogidas en el volumen titulado Ellas hablan de la Isla. Ya para la fecha de su publicación, 2002, no podía sustraerme de querer conocer más y más lo que se escribía tanto en español como en inglés por las distintas generaciones de escritores de origen cubano que habían emigrado hacia el principal país receptor.

Tu libro Un país para narrar incluye autores cubanoamericanos que escriben en inglés. ¿Consideras importante el idioma en que se escribe para la pertenencia al corpus de la litertura cubana?

Ese es un tema bastante polémico, tanto para críticos y teóricos como para algunos escritores cubanoamericanos que se han sentido excluidos, a partir de criterios que se han manejado acá en torno a la lengua de la escritura y, por consiguiente, su nacionalidad literaria. Se ha hablado de que el propósito de establecer un diálogo directo con el lector prioritariamente deseado determinará en el escritor bilingüe la lengua elegida para su creación y por consiguiente la nacionalidad de su obra. Los sabios presupuestos de Fernando Ortiz acerca de que la cubanidad plena es más cuestión de voluntad que de origen, no hacen, sin embargo, que el deslinde resulte sencillo. Factores como los relativos a mayores facilidades con la lengua de formación académica, necesidades afectivas, un mercado editorial más favorable, son imprescindibles a tener en cuenta para esgrimir un criterio de determinación acerca del sentido de pertenencia del escritor. Y, por si fuera poco, cada día, con la interacción cultural cada vez más intensa, entre la Isla y su diáspora, se hacen menos claras las diferencias en temas tratados y sueños compartidos llevados a la escritura.

¿Piensas que es suficiente la cantidad de autores que escriben fuera de la Isla que publican las editoriales cubanas?

El corpus literario de escritores cubanos o de origen cubano que escriben y publican fuera de Cuba es inmenso e irá aumentando cada vez más. Pero por una razón lógica las editoriales cubanas tienen que priorizar a los escritores de acá. Aquí están los lectores potenciales de estos y el principal mercado para el cual ellos escriben. Igual sucede con los escritores cubanos residentes aquí en relación con el mercado internacional. Por supuesto, hay voces muy importantes conocidas de las cuales los lectores cubanos han estado privados y otras tantas que se desconocen, y ello es consecuencia de disímiles razones: desde la no posibilidad de adquisición de los derechos de autor por razones económicas, de la negación explícita de no publicar aquí por parte de escritores con mucho resentimiento, de necesidad de traducciones que hay que comprar los derechos, como de censuras ideológicas en la política editorial cubana, entre otros.

¿Por qué escoges el tema de la familia como uno de los fundamentales de tus ensayos?

La escisión familiar es el tema en que se centra el segundo estudio que integra mi libro pero es cierto que de alguna manera u otra está presente a lo largo de los otros tres restantes. Como explico en los primeros párrafos de ese segundo estudio, si de clasificaciones tipologizadas se trata, la sociedad cubana es de tipo “familística”, aun con los drásticos cambios que ha experimentado en distintas décadas hasta el presente. Si una estructura se ha desestabilizado fuertemente, a consecuencia de la continua dispersión, ha sido la familia, y el panorama de desgarramientos y rupturas se ha convertido en un tema recurrente en la literatura, fundamentalmente en la narrativa.

¿Por qué dedicar un capítulo especial a las mujeres escritoras de la diáspora?

Como te decía en la primera pregunta, “entré” al tema de la literatura de la diáspora de la mano de “confesiones” de una gran escritora, en cuya obra están las indudables marcas de las diferencias de una perspectiva literaria femenina ante el hecho migratorio. No obstante, a lo largo de los estudios comparados que he realizado de cuentos, memorias y novelas, he abordado la producción también de escritores. Todo está en que los temas abordados sean los que me interesen, no exactamente el género autoral.

¿Satisfecha con esta compilación y con que se le haya dado tanta visibilidad al presentarla en un Sábado del Libro?

Eso de la “visibilidad” es relativo. Luego del día de la presentación y algún que otro anuncio previo para que el público asista, bien sabes que si luego no hay una promoción posterior de reseñas, comentarios, etcétera, la obra se diluye en el recuerdo y más ahora cuando las tiradas son tan pequeñas y vas a la librería y ya el título se agotó.

¿Cuáles son los próximos proyectos investigativos de Vitalina Alfonso?

Como es de todos sabido, aunque el principal enclave de emigración cubana es los EE.UU., nuestra diáspora literaria cada vez se extiende más a otros territorios y ello implica marcas lingüísticas, temas y contrapunteos con la literatura escrita en la Isla bien interesantes. Por ahí ando asomándome, mediante lecturas y apuntes que todavía no han adquirido la forma de ensayos, pero llegarán a serlo no muy tardíamente.

Salir de la versión móvil