Alain Pérez: Me inspira todo lo que sea de corazón

Alain Pérez. Foto: Tony Hernández y Ramsés Batista.

Alain Pérez. Foto: Tony Hernández y Ramsés Batista.

Veinte años de vida y obra en España trabajando con muchos de los grandes músicos del mundo no lograron modificar su acento, ni le hicieron perder sencillez y cubanía a Alain Pérez. Su esencia ha quedado intacta para regresar y compartir con el público que le es más querido: el cubano.

De estilo vigoroso, rítmico, dotado de símbolos y alegorías, Alain se autodefine músico popular cubano contemporáneo y, por encima de los múltiples instrumentos que domina, cantar es lo que más le apasiona.

Bien pronto aprendió a no aferrarse a un instrumento o a una sola línea interpretativa. El bajo, el piano, la guitarra y la percusión, son los ingredientes que, junto al “agua de coco” y su voz, han hecho de sus melodías una explosiva mezcla de sonoridades en la que funde rumba, salsa cubana, bolero, jazz, trova, flamenco, samba, guaracha, son, punto guajiro.

Alain es heredero del azuca y el tumbao de Celia Cruz –con quien trabajó muchos años–, y de la cadencia de Paco de Lucía –a quien acompañó con su bajo por medio mundo. El también arreglista, orquestador y productor musical, ha interpretado junto a varios grandes como Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Estrella Morente, Tomatito, El Cigala, Winston Marsalis, Gonzalo Rubalcaba, entre otros. Y ahora está de regreso en su tierra, presentando ADN, su más reciente producción discográfica, con la que, comenta, llega para quedarse.

Todo comenzó en su natal Manaca Iznaga, cerca de la espirituana Trinidad, “donde la guaracha, el son y el punto guajiro me atraparon. Provengo de una familia humilde, parrandera y muy alegre, y tuve contacto con la música desde que nací. El primer artista que descubrí fue a mi padre Gradelio Pérez. Por él conocí la emoción del arte, él es un artista natural, empírico y letrista de casi todas mis canciones”.

“Aprendí el punto guajiro y la guaracha a los siete años. Decidí inconscientemente inclinarme por la música. Me dejé seducir sin saber que era algo que me iba a comprometer de por vida. A los nueve años llegué a Cienfuegos a formar parte del grupo Cielito lindo, con el que tuve mi primera experiencia en escena. Luego en el conservatorio “Manuel Saumell” a estudiar guitarra clásica. Comencé cantando y tocando guitarra. Mi primera meta era llegar a la Escuela Nacional de Arte. Ya allí, con 17 años, en el segundo curso, me llama Chucho Valdés para trabajar con Irakere como tecladista y vocalista. Para cualquier músico, eso era un gran honor, por supuesto, más para mí, que era tan joven. Fue una gran emoción e impacto, una especie de confirmación porque yo venía de abajo, del campo y de pasar mucho trabajo. La música me movió, ahí tuve mis primeras experiencias internacionales y muchas satisfacciones. Tiempo después me llama Isaac Delgado para tocar el bajo en su grupo. Luego seguí mi trayectoria en el exterior del país. En la escuela me gradué de guitarra, pero después me convertí en el bajista y productor que acompañó a grandes músicos”. 

Estuviste muchos años trabajando fuera de Cuba, ¿por qué decides regresar ahora?

Veinte años en España y de ahí al mundo… Estuve mucho tiempo tocando con Paco de Lucía, cuando él fallece decido regresar a Cuba. Llego con mi quinta producción en solitario, con muchas ganas. En las producciones anteriores no tuve la dedicación y el tiempo que requería porque el trabajo con Paco me absorbía mucho. Regreso a mi idea fija, a mi proyecto personal que siempre quedó en segundo plano. Decidí volver para defender la música cubana, las letras de mi papá, la música popular bailable, siempre respetando los géneros, las raíces, las tradiciones. 

Alain Pérez en concierto. Foto: Tony Hernández y Ramsés Batista.
Alain Pérez en concierto. Foto: Tony Hernández y Ramsés Batista.

¿Cuánto hay de todos esos grandes artistas en lo que eres hoy?

Siempre digo que, además de la gran experiencia musical que ellos me aportaron, me dieron su gran energía, vivencias, lenguaje, conceptos y me enseñaron el respeto por la música. Todos estos maestros tenían en común la humildad, el ser de corazón, de verdad, auténticos sin creerse nada extraordinario a pesar del gran talento y la fama de cada uno. Iban por la vida con los pies bien puestos en la tierra, esto es algo que siempre admiraré de ellos y, a la vez, algo que me choca bastante en las nuevas generaciones, que no han hecho prácticamente nada y andan con posturas y poses que jamás le vi a estos inmensos seres. 

¿Cómo asumes tu versatilidad para expresarte en varios instrumentos?

Se trata de un proceso de crecimiento, de desarrollo natural que transcurrió con los años. Empecé, como sabes, con la guitarra y estudiando piano complementario, aunque la percusión es el instrumento que resume el sentimiento rítmico de toda nuestra música. Siempre me llamó mucho la atención, me gusta más que el bajo y que todo lo demás. La percusión es una liberación espiritual, me limpia y purifica. 

¿En qué etapa de tu carrera te encuentras ahora mismo?

Ahora mismo lo que más me llena es lo primero que hice de niño: cantar. Es como volver al patio de mi casa, al mismo que me invitó a la fiesta. Estoy emprendiendo mi viaje a la semilla, regresando a mi génesis. Me encuentro en un momento de alegría, satisfacción y estoy buscando la forma de afianzarme para compartir mi quehacer. No le temo a las tendencias nuevas, ni me cierro a experimentarlas, el que vaya a hacerlo que lo haga de corazón y lo invito a colaborar conmigo.

ADN es tu quinto fonograma, ¿en qué se diferencia de los anteriores?

Además de ser el título de una canción del disco, y un tema bien simpático, recoge un poco el sentir de donde vengo, mi sangre, mi fundamento… Grabamos el tema en la raíz de la esencia. Hay temas con Rubén Blades y Omara Portuondo. Siempre la sonoridad salsera como en mis anteriores discos y fusionado, aunque la temperatura de estas melodías es mucho más alta, efusiva, cubana, alegre y actual. Este es una producción que nace de aquí, de la gente en la calle, de su mirada y de su sabrosura. Esta vez también traigo el flamenco a mi terreno con su lenguaje melódico, para que conviva de una forma natural con mis otras composiciones. 

¿Qué influencias reconoces en tu música?

Dicen que soy una mezcla del Benny y de Arsenio Rodríguez, entre otros grandes. En mi música hay rasgos definidos de Pérez Prado, Irakere, Van Van y la estética de las músicas tradicional guajira, brasileña y española. 

¿Qué es lo que más te inspira?

El ritmo y el folklore cubano, lo yoruba y también lo flamenco. Me inspira todo lo que sea de corazón. Quiero vivir de emoción, de cosas que me sacudan, que me muevan.

Si no hubieras sido músico…

Hubiera sido atleta. Corría cantidad, pero mi padre me aconsejó que por la música, que se me daba mejor. Cuando me vi en cuarto lugar me di cuenta de que no era lo mío.

La familia

Mi esposa se llama Daria Delgado, llevamos 21 años juntos. Es hermana del músico  Issac Delgado y nos conocimos cuando era parte de su grupo. Luego vinieron las niñas. Nacieron es España, pero son cubañolas, como ellas mismas dicen. Tienen 9 y 11 años y son adorables. Mis hijas son lo que más me motiva. Soy un hombre muy tranquilo y familiar. Ahora mismo estamos casi separados porque ellas están en España y yo prácticamente a tiempo completo en Cuba. 

Alain Pérez con sus hijas. Foto: Tony Hernández y Ramsés Batista.
Alain Pérez con sus hijas. Foto: Tony Hernández y Ramsés Batista.

El cabello largo

Un primo que quise mucho siempre me decía: “cuando llegues a la ENA y seas artista te puedes dejar el pelo largo”. Entonces cuando estaba en primer año de la escuela mi primo tuvo un accidente y falleció. Desde entonces no me corto el cabello, es mi forma de recordarlo y homenajearlo.

Miedos

Temo a la noche cerrada. Como nací en el campo le tengo mucho respeto, para algunos es romántica, pero para mí es tenebrosa. También me da un poco de miedo el mar porque no soy buen nadador. 

Pasiones

Me gusta mucho el café y disfrutar de un buen tabaco, quizá porque mi abuelo fumaba todo el día y me crié con el olor del tabaco.

Comida

Sin dudas la comida cubana es mi preferida. He comido en varios países y he rodado por varias culturas. He probado de todo, pero hay una cosa del paladar que se activa con nuestra comida. No es un cliché, ni por querer ser más cubano que nadie, es que en verdad amo nuestro sabores. 

“Siempre hay un AU”, es una frase que constantemente pronuncias, ¿Qué significa?

Significa que hay una opción, un sentimiento, una puerta. Puede ser una expresión negativa o positiva, depende de su contexto. Esa frase la decía Tata Güines y un día comencé a usarla, a mí se me pegan estas frases de mis mayores.

¿Llegaste para quedarte?

Si todo sigue con este ritmo y esta energía, me quedo aquí, la idea de morirme por Europa, lejos de mi tierra, nunca me pareció buena.

Salir de la versión móvil