Alberto Reina: “Antes de La Bambina fui golpeado por el fatalismo geográfico”

Foto: Facebook del artista

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Alberto Reina ha vuelto a colarse en las listas de éxitos de Cuba. Me gustas tú, también en voz de Will Campa, empieza a pegar con fuerza parecida a La Bambina, el primer tema suyo que logró sonar en Cuba hace alrededor de un año.

Para el joven artista es la realización de un sueño, y también la confirmación de que el éxito de La Bambina no fue casual.

“Antes de que esa canción pegara, hay 10 años de trabajo como compositor. En total, más de 150 temas grabados. Lo que pasa es que yo fui golpeado por el más grande de los fatalismos geográficos”, dice.

Nacido en Pinar del Río, 37 años atrás, Alberto Reina es graduado de Derecho en La Universidad de la Habana, una carrera que estudió para cumplir la voluntad de su madre de que estudiara “algo”.

Pero su verdadera vocación siempre ha sido la música.

Cuenta que desde niño, veía los muñequitos en la televisión con un radio VEF pegado al oído, para no perderse las listas de éxitos, y que sus primeros intentos como compositor y cantante, datan de la época en el preuniversitario.

Sin embargo, asegura que abrirse paso en el mundo del arte, suele ser complicado.

“Alrededor de esto existe mucho burocratismo. En mi caso, por ejemplo, a pesar de que había varias orquestas que me querían, en Pinar del Río me pusieron muchas trabas para hacerme profesional.

“Para lograrlo tuve que irme a una agrupación de La Habana, viajando casi a diario, y dejando la vida misma en la autopista”.

Tras concluir la universidad, en el 2002, trabajó algún tiempo como abogado, hasta que decidió apartarse definitivamente de la profesión que había estudiado, para dedicarse a la música.

“Fue una decisión difícil, pues no contaba con el aval profesional que se necesita para cantar. Aun así, lo dejé todo y comencé de cero, sin tener ingresos económicos.

“Para mí y mi familia, fue una etapa muy dura, de muchas carencias, pero también de mucha satisfacción por hacer lo que realmente me gustaba.

“Hay tanta gente que termina sus días con frustración, reprochándose no haberse dedicado a lo que en verdad le apasiona, y me dije que eso no me pasaría a mí, costara lo que costara”.

El compositor Osmani Espinosa, amigo en lo personal, le recomendó en varias oportunidades que se fuera a la capital del país. “Recuerdo que muchas veces, en la sala de su casa, me decía: ‘tú eres bueno guajiro, tienes talento, pero tienes que mudarte pá la Habana, si no es por gusto’”.

Alberto optó por probar fortuna en Trinidad, tocando para los turistas con un grupo de música tradicional, y de allí viajó a Ecuador, donde reside desde hace dos años.

¿A qué te has dedicado en este tiempo?

Escribo temas por encargo, y además soy cantante de una orquesta que se llama Onda Manía, con la cual preparamos una gira por los Estados Unidos en el mes de mayo.

¿También se necesitan avales para trabajar en Ecuador?

Aquí las cosas funcionan de forma natural. Si usted canta y le gusta al público, o si se presenta a un casting y lo escogen, ahí mismo comienza su carrera.

Por suerte no existen esas instituciones que hay en Cuba, que han burocratizado todo el proceso, y establecen que sin papeles nadie puede cantar y vivir de eso. Y créeme, que sobre todo en provincia, para obtenerlos pueden pasar muchos años de gestión.

A más de uno, esta situación los ha hecho perder la fe en su arte y dedicarse a otras cosas.

¿Cuán difícil resulta componer, en un país con sonoridades tan distintas?

Existe una gran diferencia entre la música cubana y la de Ecuador, que tiende a ser más triste.

Es lo que más me ha llamado la atención, y el público suele ser más frío a la hora de interactuar con el artista.

Cuando trabajo por encargo, intento acercarme bastante al sabor al que están acostumbrados. No es nada fácil. Uno tiene que tratar de convencer al cliente, y resulta bien complicado de lograr cuando te desenvuelves en una cultura que no es la tuya.

¿Entonces, ya no haces música cubana?

Hoy en día compongo muchos de los géneros que están de moda, y también otros que no lo están. Voy desde el bolero y el cha cha cha, hasta el reggaetón, el merengue y la timba. Incluso he hecho algo de música electrónica.

No tengo fronteras en ese sentido. Pero siempre hago saber que soy cubano. Me encanta el respeto que tienen acá por nuestra música. Además, me mantengo en contacto con los artistas de allá. Ahora mismo tengo otro tema que comienza a sonar con Will Campa, y próximamente el grupo Anacaona debe grabar varios más.

Por otra parte, aquí soy como un divulgador de la obra de Polo Montañez. La gente no conoce mucho de él, así que le cuento a todo el mundo la historia de aquel talentosísimo guajiro que estuvo largo tiempo con esa maravillosa música a cuestas y casi nadie le hacía caso. A mí, en lo particular, me ha inspirado muchísimo en los momentos en que las cosas no salen bien.

Después de tantos años de esfuerzo, ¿por qué decides ir a probar suerte a Ecuador, en el momento en que una de tus canciones conseguía pegar en todas partes?

Las dos cosas vinieron al mismo tiempo, y la verdad es que atravesé momentos de mucha frustración, pues me tocó vivirlo desde acá.

La Bambina me dio la posibilidad de llegar a Cuba entera e incluirme dos años seguidos en las listas de éxitos. Incluso de escalar al número uno. Eso solo lo había experimentado en sueños, y te confieso que sufrí bastante. Los medios nacionales preguntaban por mí, y yo simplemente ya no estaba para aprovechar al ciento por ciento esta oportunidad.

Hay artistas, no solo en el ámbito musical, que aunque han hecho carrera fuera del país, afirman que necesitan regresar a Cuba cada cierto tiempo, para retroalimentarse, para mantener sus raíces ¿Has sentido eso?

Muchas de mis canciones nacieron dando pedal en la bicicleta, o caminando. Esa siempre fue una buena fuente de inspiración cuando vivía en Pinar del Rio.

Así que actualmente también salgo a caminar con frecuencia, para que me vengan ideas, y nada más que aparece alguna, agarro el celular y la grabo.

Por suerte, estar lejos de Cuba estos dos años, no me ha robado la inspiración. Pensé que podría pasarme, pero no ha sido así. Además, cada vez que puedo me doy mi saltico a la tierra, y es como volver a nacer. No existe nada comparable con eso.

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