Amílcar, de Warapo, busca su oportunidad en Miami

Foto: cortesía del entrevistado

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De niño recuerda al abuelo sentado en una butaca, con acordeón en mano, incitándolo a cantar en “el gran concierto” que tenía preparado para entretener a las visitas. También evoca los años del Preuniversitario, cuando nadie quiso romper el hielo y cantar en público, por temor a la burla de los más grandes de la escuela. “Me tocó echarle mano a un tema de Montaner, sin guitarra ni coro. Estaba asustado, pero tenía que defender el derecho al pase de mi grupo”, recuerda y se le siente un dejo de nostalgia dentro del chiste.

Parece que aquello le gustó  y desde entonces se convirtió en “el cantante” para mucha gente. Algunos años después, la vocación vería sus frutos en la Universidad Central Marta Abreu de las Villas, en Santa Clara, donde junto con otros amigos fundó un grupo para poner a bailar a la escuela.

El nombre de sus integrantes quizás para algunos resulte desconocido, pero cuando se dice Warapo otros muchos recordarán entusiasmados aquella canción que sonó en toda Cuba en el 2004: “(…) ¡Ay, qué dolor, qué dolor, qué pena! …”

Han pasado algunos años desde entonces y, aunque su “jugo” musical ya no se saborea en la Isla, Amílcar Pérez Chaviano, el vocalista de aquella banda, sigue intentando mantenerse en la música, ahora al frente de un proyecto germinado en tierra canadiense y puesto a prueba en el sur de la Florida.

“En una de esas vueltas que da la vida llegué a Montréal y bastante rápido tuve la oportunidad de sentirme en casa, estando fuera de Cuba. Interactuar con otras culturas es siempre un hecho enriquecedor. A través de la música he podido conocer otras costumbres, otras geografías. La música me ha llevado lejos y siento agradecimiento por ella porque ha sido tan disfrutable como probar un plato del otro lado del mundo. La música es una amiga que siempre ha estado ahí para mí”.

Foto: cortesía del entrevistado
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¿Cómo surge el nuevo proyecto?

Después de acostumbrarme y de apreciar la cultura canadiense tuve deseos de seguir cantando y expresándome a través de la música. Es ahí cuando fundo, junto a mi amigo Vincent Perreault, el nuevo proyecto Tegou.

El tegú es un reptil bastante parecido a la iguana que tiene su hábitat en el sur de América. Me pareció una palabra interesante y sonora. He mantenido ese nombre últimamente sin importar el formato con que me presente.

Warapo tenía una sandunga cubana, una mezcla de ritmos muy pegajosos, ¿Qué sonoridad distingue al nuevo piquete?

Algo con lo que me he sentido identificado es con la mezcla de ritmos y tendencias. Quizá por ser cubano, por haber nacido en un país mestizo o, simplemente, por la curiosidad de ver cómo mezclar esto con lo otro. El hecho de la fusión en sí me resulta interesante, por eso busco el contraste de una sonoridad moderna con una idea tradicional. Tegou aboga por esta mezcla de ritmos, en donde converge el funk latino, la música electrónica y el Rhythm & Blues.

¿Dónde queda Warapo en la vida de Amílcar?

Warapo fue la prueba de que vale la pena luchar por tus sueños y guardo un recuerdo muy grato de esa época. Vi crecer el proyecto, formé parte de él y tuve mucha libertad de crear; por ello me siento agradecido de aquellos logros que tuvimos.

Todavía cuando canto y me presento con el nombre de Tegou o Amílcar, salta algún cubano del público y dice: “¡Vaya, la gente ‘e Warapo!”. Eso me satisface porque sé que Warapo fue algo apreciado en Cuba y aunque la banda siga coleando en Panamá, hay mucha gente que tiene un recuerdo agradable de aquella época.

Foto: cortesía del entrevistado
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¿Qué andas haciendo ahora mismo?

Hace poco me mudé para Miami. Espero tener mi propia experiencia en una ciudad que tiene tantos lazos con Cuba y donde mi país tiene tantos representantes. Al fin y al cabo, uno siempre ha escuchado hablar de Miami, y a mí me gusta más ver con mis propios ojos.

Pocas semanas atrás también comencé un proyecto nuevo con mi colega Frank Palacios donde seguimos mezclando lo tradicional con lo novedoso. Lo llamamos AsereBeat Tegou feat. Frank EQTLP) y hay cosas muy interesantes por venir. Con esta idea lo único que tenemos garantizado es el cambio”.

¿Y Cuba…?

“Aunque no está confirmado, sé que algún día llegará el momento en que cante en Cuba de nuevo y estoy seguro que lo disfrutaré mucho”.

Foto: cortesía del entrevistado
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