Bailes cubanos de salón precisan rescate

Algunos emigrantes cubanos encontraron en el baile un medio de vida pese a no ser bailarines profesionales. Por toda América Latina existen academias de danzas populares cubanas donde la mayoría de los instructores no ostentan títulos académicos, simplemente son originarios de la isla y viven de enseñar a bailar salsa, casino, mambo, cha cha chá, rumba, entre otras danzas casi extrañas dentro del país caribeño en estos tiempos. Dentro de Cuba, encontrar un joven que sepa moverse de acuerdo a esos ritmos hoy es difícil. Por el rescate de estas tradiciones apuesta Marta Bercy con la realización del taller internacional de danza moderna y afrolatina Workuba, del 15 al 23 de febrero, en el Teatro América de La Habana.

El evento, abierto a nacionales y extranjeros, bailarines  profesionales y aficionados, ofrece talleres y clases magistrales de danza moderna, ballet, folklore afrocubano, rumba, salsa, cha cha chá, rueda de casino y además de bachata, milonga y folklore argentino, que aunque no son cubanos tienen influencia africana.

A principios de los 2000, la bailarina contemporánea investigó los bailes en América y encontró que el elemento común en todos era el influjo africano.

“Yo tenía la experiencia de los Cuballet que desde el año 1991 comenzó a realizar la maître Laura Alonso. Con el permiso de ella, apliqué casi la misma idea y le sumé los bailes afrolatinos para que el evento no se quedara en danza moderna y ballet. En todos los países de América hay comunidades negras y me di a la tarea de rescatar aquellos bailes que tuvieran una importancia coreográfica y trascendencia cultural y social”, explicó la profesora de danza moderna y folklore del Centro Prodanza desde 1987.

En 2003, Bercy dirigió el primer Workuba en Argentina y desde entonces renueva el evento anualmente. Al incorporar a Cuba como otra sede desde 2010, la maestra pudo convocar el festival dos veces al año, en septiembre para celebrarlo en América del sur y en febrero en su isla caribeña.

Más de 20 ediciones del workshop, como también les llama, han ofertado talleres de merengue y bachata dominicanos, el candombe uruguayo, de Argentina la chacarera, el tango y la milonga, de Brasil la lambada, el kouk, la samba, de Perú el cajón y el zapateo peruano, que según la maestra es el más lindo de los conocidos por ella pues exige cadera y mucho más.

“Dosificamos en cada festival los bailes porque no anunciamos un taller hasta contar con un profesor de cada danza nativo del país correspondiente”, detalla.

Años de investigaciones y organización de talleres dieron a la maestra un abanico de conocimientos sobre las distintas maneras de asumir las tradiciones en el continente. “Por ejemplo, en Brasil hubo una degeneración mayor de los bailes africanos. Mientras en Cuba casi se conservan de la forma en que los trajeron los esclavos, allá el colono portugués era muy severo, no permitía a los negros desarrollar sus bailes. Como consecuencia, una danza de Shangó de Brasil no tiene nada que ver con la de Cuba, son diametralmente opuestas, ni siquiera tiene cantos. Un folklorista afrocubano baila como Oshún en Nigeria y lo reconocen. No obstante, Brasil tiene su riqueza particular, allá está la capoeira, que es un baile, no un arte marcial, y existen dos tipos, la capoeira de Angola y otra sola, una lleva canto y la otra no”, explicó la estudiosa.

Gracias a los Workuba ella y otros artistas y aficionados supieron de la existencia del Chicago Stepping, antecedente del hip hop que se practicaba en la ciudad de Chicago desde los años 30 del siglo XX. De Estados Unidos han tenido talleres de jazz, rock and roll, hip hop, mas cuando apareció el de Chicago Stepping cuenta Bercy que hubo más de un sorprendido pues resulta muy similar al hip hop pero bailado en pareja.

“Ni los norteamericanos que participaban en aquel Workuba conocían este antecedente y el aprendizaje de esas danzas resulta útil sobre todo para quienes quieren incursionar en la coreografía. La mayoría de los bailes en Estados Unidos fueron creados por negros, como mismo la mayoría de los bailes en Cuba tienen una raíz negra”, puntualiza la creadora que recién acaba de montar una obra para una nueva película del director argentino Gustavo Tareto. La cinta “Las insoladas” tendrá su estreno en La Habana en el próximo Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y para cumplir con la propuesta Bercy debió primero enseñar a danzar a las actrices, algunas muy conocidas pero sin experiencia en este ámbito.

Tantos años yendo y viniendo entre Cuba y Argentina también la captaron como admiradora del arte de ese país suramericano y de hecho ha contado con bailarines del Teatro Colón de Buenos Aires para impartir en los workshop las clases de partenaire.

“Nadie pensaría que el tango tiene raíces negras y hasta la palabra tango es yoruba, se dice tangó y significa hombres que bailan; porque en los inicios  fue interpretado por unos hombres conocidos por los compadritos. La milonga igual es negra, pese a la escasa permanencia de personas de esa raza en Argentina pues las enviaron a la guerra en Uruguay en esa época de tanto racismo”, comentó la mulata orgullosa de la energía que sus ancestros impusieron a las danzas.

A principios de 2014, a Marta le concedieron un premio en Argentina por la trayectoria y contribución artística. Como la invitan con frecuencia a dar talleres, cursos o ser jurado de eventos, la profesora ha recorrido casi todas las provincias.

“Particularmente en los países de América no tienen la misma organización de la enseñanza artística que tenemos en Cuba. Las personas asisten a eventos como el que yo organizo para actualizarse”, relató.

Sobre la danza en su país dos temas le preocupan. La maestra reconoce que los cuerpos de quienes estudian ballet y danza han cambiado respecto a los de su generación pero a veces se pone más énfasis en la acrobacia que en bailar con el estilo, la motivación y la proyección artística adecuada. “Y no se debe dejar de trabajar eso. Pasa no solo acá sino en muchos países. Los bailarines están ávidos de demostrar que ellos pueden hacer muchas cosas y descuidan la otra parte. Hay que bailar el movimiento, eso requiere un trabajo de interpretación con clases de teatro, de estimulación”, indicó.

La otra inquietud proviene de las últimas experiencias de Workuba. “El año pasado cuando hicimos en La Habana la edición número 20, los participantes cubanos no sabían cha cha chá, yo monté algo con eso y cuando empecé la coreografía quienes sí sabían eran los participantes extranjeros, no los nacionales”, precisó.

Por eso este año Bercy organizó varios talleres de bailes populares cubanos como el cha cha chá y la rumba, para ir al rescate de los bailes de salón de su isla, según confirmó. “En Latinoamérica existen academias de bailes populares cubanos donde se enseña salsa, cha cha chá, mambo, casino, entre otros, y academias de folklore afrocubano. ¿Cómo nosotros no las tenemos en Cuba para que asistan los trabajadores después de las jornadas laborales? No tenemos ninguna academia que enseñe casino y eso debería ser un interés”, sugirió.

Todavía tiene la deuda de incorporar a los talleres bailes de Jamaica, Venezuela, Ecuador, Guatemala y Nicaragua, entre otros. Pero los planes son inclusivos e infinitos, y más importante, todos al rescate de los bailes folklóricos de los distintos países del continente.

Foto de portada: Roberto Súarez (internet)22-Workuba-2014

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