Cornell: Grunge, suicidio, detritus

Chris Cornell durante su último concierto, horas antes de quitarse la vida. Foto: Playground.

Chris Cornell durante su último concierto, horas antes de quitarse la vida. Foto: Playground.

Los forenses lo confirmaron hoy mismo. Chris Cornell se suicidó por ahorcamiento. Hallaron su cuerpo colgando en un hotel de Detroit, según BBC.

Muchos cubanos debieron conocer a Cornell durante el año 2005. Audioslave hacía el primer concierto de una banda de rock estadounidense en La Habana. Otros tuvieron la dicha de haber escuchado su voz de jeans deshilachados y coreado Black Hole Sun anticipadamente con alguna emoción legítima.

Audioslave tocó nada menos que en la Tribuna Antiimperialista, frente a los ventanales antipáticos de la entonces Oficina de Intereses de Estados Unidos. Se hablaba de que la cultura era capaz de tender puentes y aflojar las tensiones entre dos países de enemistad histórica. Audioslave venía bondadoso de la fusión de Rage Against the Machines con el ex vocalista de Soundgarden. Antes de pisar el suelo del archipiélago, a Rage… se le había visto incluso colocar en el clip de Guerrilla Radio la imagen del Che de Korda en rojo y negro.

El ex cantante de Rage… Zacarías de la Rocha, conocido como Zack de la Rocha, se había separado de la banda y esta perdió el ingrediente rapero que le proporcionaba y que la convirtió en una de las referencias musicales de los 90. Cornell venía a vestir con un poco de seda al estilo de Rage…

Zack de la Rocha fue poeta y activista, algo muy distanciado de los grupos actuales. Aquella gran generación de los estertores del siglo pasado se componía por momentos de una fuerza intelectual que ahora mismo se ha perdido. Es decir, ni Katy Perry, ni Bieber ni One Direction ni mucho menos Wisin o Yandel se mueven por los carriles de trasmitir ningún mensaje del sentimiento de una generación completa. Y si la música que hacen es el sentimiento que transmiten, podemos inclinarnos a afirmar que el futuro está jodido y depauperado.

De aquellos tiempos en que la música iba directo al joven frustrado y chasqueado por la realidad que lo rodeaba en una especie de asfixia, quedaba Cornell. En La Habana cantó en camiseta frente a decenas de miles de cubanos, muchos también frustrados y decepcionados, aunque 2005 no fuera un año tan hostil. Algunas muchachas se enamoraron de Cornell o de los tatuados Wilk o de Commerford; en menor número de Morello quien, no obstante, era el genio pelón de la guitarra. Cuando Cornell cantó “Like a Stone” la Tribuna se electrificó y se abrió una puerta, una válvula. El público soñó que iba a ser el comienzo de una ola de bandas visitantes que solo conocía en mp3 o mp4. Que solo conocía de videos cianóticos o rotos.

Pero no pasó nada de lo que se anhelaba. Audioslave se desintegró. Luego, Cornell sorprendería haciendo dúo con Timbaland en el tema Part of me. La voz de jeans deshilachados en ambiente pop. El pelo ondeado más largo y las cejas encabritadas hacia el centro de siempre, muerto a manos propias en un hotel de Detroit. Wikipedia corriendo a actualizar su biografía con la fecha del deceso.

Hay muchas maneras en que los finales se anuncian. Después viviremos de la memoria, nos refugiaremos en ella como nos envolvemos en una manta, porque algo te dice que no hay marcha atrás y que a alguna cosa te tienes que aferrar. Al morir Cornell es, salvando las distancias, como si se hubiera vuelto a morir John Lennon, una época que se derrumba aceleradamente para darle espacio a otra, hacia la que no sentimos menos que zozobra.

En el 94, Kurt Cobain se suicidó a los 27 años. En 2008, a los 46, se ahorcó David Foster Wallace, autor con cuadro depresivo de La broma infinita, novela que fuera comparada, debido a su contenido y popularidad, con el movimiento revuelto –casi hormonal– del grunge, del que eran representantes el mismo Cobain y Cornell. A los 52, el ex cantante de Soundgarden decide suicidarse y continuar la rima de lo que se asemeja más a un cliché que a cualquier acto al extremo: los momentos en que la vida se hace de veras insoportable y uno siente que tiene que ponerle fin o si no lo aplasta, y ese pedazo de voluntad al fondo es lo único que salva. Tres grunge son suicidas. Tres grunge, a lo mejor, fueron demasiado lejos, a lo mejor, demasiado inteligentes.

Salir de la versión móvil