Daymé Arocena, un fenómeno

Con 24 años recién cumplidos, Daymé Arocena tiene, según la crítica del diario británico The Guardian, “todos los ingredientes para ser la próxima gran estrella cubana”. Luego de recorrer el mundo con su primer disco en solitario Nueva Era –incluido entre los 50 mejores álbumes del 2015 por la Radio Pública Nacional de Estados Unidos (NPR)– esta joven jazzista quiere que en Cuba se conozca su obra, quiere compartir con el público de su país la música “que sale del corazón”, esa en la que se mezclan sus raíces, su fe religiosa y una sinceridad consigo misma que la desborda.

“Un fenómeno”, “vocalista excepcional”, “improvisadora sin par”, son frases que saltan a la vista cuando Google nos devela a Daymé. Será que ha vivido mucho en poco tiempo, que ha llegado a escenarios a los que muy pocos a su edad han logrado llegar, pero habla con la madurez de quien ciertamente, al decir de la revista Billboard, parece seguir los pasos de grandes divas locales como Omara Portuondo y Elena Burke.

“He sido una suertuda”, confiesa, sin embargo, la también graduada de Dirección Coral en el sistema de enseñanza musical de la Isla. Y rememora aquel episodio de su primer encuentro con la saxofonista canadiense Jane Bunnet que la catapultó al mundo; su espontánea presentación en una peña donde conoció a organizadores del proyecto Havana Cultura; la invitación a participar en el lanzamiento de Havana Cultura Mix: The Soundclash, en Londres, y su inesperado pero fructífero encuentro con el DJ Gilles Peterson, quien le propuso, de pronto, hacer su primer álbum con el sello Brownswood Recordings.

¿Por qué escogiste el jazz como género de expresión artística?, no puedo dejar de preguntarle.

“Yo no lo escogí, él me escogió a mí. Empecé a cantarlo sin darme cuenta. Cuando estaba en la escuela, a la big band Los primos, le hacía falta una cantante y yo asumí el puesto. No puedo decir que yo escuchaba jazz y me encantó, porque nunca pasó así. Recuerdo que mi papá es amante de este género y en la casa siempre hubo discos. A veces me llamaba la atención algún artista y le preguntaba quién era por curiosidad, pero sin prestarle mucha atención. Quizás por ese antecedente, cuando me pusieron delante las canciones de la big band no me fueron indiferentes, era algo que ya estaba en mi chip. Sin darme cuenta ya estaba improvisando, ellos me alentaban, me daban otras letras.

“Cuando los muchachos se graduaron, quedamos muy pocos en la escuela enfocados en el mundo del jazz. Había grupitos de salsa pero ya no me sentía cómoda en esos espacios, entonces pasé a formar un cuarteto de jazz con el que tuvimos varias presentaciones, incluso en el extranjero. Mientras, por la calle me mantenía cantando con otros músicos y otras agrupaciones. Normalmente esa era mi mundo, pero siempre veía con inquietud que era la única mujer en esos entornos, me preguntaba qué pasaba con las mujeres que no estaban para el jazz. Por eso, me decidí a hacer un grupo de jazzistas, todas del sexo femenino, que se llamó Alami.

“No fue fácil en ningún sentido, busqué a amigas con condiciones musicales como para entrarle al género, amigas con luz pero que no se dedicaban a esto. Tuvimos que afrontar muchos obstáculos, nos dieron muy pocas esperanzas, pero aun así nos comenzamos a hacer un camino.”

Foto tomada de su página personal.
Foto tomada de su página personal.

Después de un intenso camino que comenzó con los seleccionadores de Havana Cultura, giras por Canadá, sesiones con DJ’s internacionales y presentaciones en Londres, la buena estrella de Daimé confluyó con Gilles Peterson, en la capital británica, motivándola a grabar su primer disco en solitario.

“Los acontecimientos sucedieron de modo muy espontáneo”, recuerda Daimé. “Nueva Era ha caminado mucho. Lo grabé en noviembre de 2014, salió en primavera de 2015, y todavía le queda la gira de Estados Unidos en marzo, donde estaré por diferentes ciudades como Nueva York, Miami, Filadelfia, y todavía se están organizando presentaciones en San Francisco, California y New Orleans. Ese es el final de la gira.”

¿Crees que han quedado atrás los obstáculos para una joven mujer jazzista como tú?

“El punto no soy yo, sino todo el que está haciendo cosas volaísimas o el que no las hace por miedo a la poca repercusión que pueda tener. Sin referirnos a las mujeres o a los hombres, sino al jazz en Cuba, puedo asegurar que la forma de comercializar está muy mal direccionada, no existen mecanismos reales de compra-venta, de acción para el género. Hay gente aquí fenomenal, súper high level, que yo admiro, por las que estudio, que no tienen lo que he logrado hasta hoy por el hecho de estar contratada por una disquera inglesa. Pienso que no debería ser así y que desde nuestro país deberíamos tener las armas para catapultarnos internacionalmente.”

¿Por qué crees que tu propuesta llama tanto la atención en el escenario internacional?

“Lo primero es el desconocimiento de la cultura cubana. Hay muy poca gente defendiendo las tendencias contemporáneas de nuestro país en el mundo. Entonces todo es exótico. Creo que si los extranjeros supieran cómo funciona la cultura, la música aquí, yo no fuera una atracción. Muchos piensan que seguimos haciendo son, aché y respeto para todos los exponentes del género, pero la realidad es que hay una Cuba que lleva más de 50 años haciendo cosas que hay que escuchar.

“Siempre es como ¡Waoooo!, una luz de lo nuevo que pasa en la Isla. Ya por ahí la gente quiere conocerte para ver qué haces. Por otro lado, mi música es muy sincera conmigo misma, algo que intento mantener pero que no es fácil. Cuando se llega al mundo de la industria, componer como lo sientes, cantar como quieres, defender tu imagen como la entiendes es complicado. De pronto estás en una etapa de la vida en la que compones con otro feeling, porque estás viviendo otro momento, y la disquera se niega y te dice que quiere más folclor. Sinceramente no sé cómo voy a manejar eso, me lo estoy tomando suave, a pesar de todas las presiones que tengo.

“Respeto mucho mi religión pero no he tenido ni el tiempo ni la dedicación que hace falta para estudiarla como es, para entender cómo funciona, cómo acciona dentro de la fe y quieren que haya eso, más afrocultura. Eso está en talla, a mí me gusta, pero existe una Daymé que es el ser humano, no soy la persona más religiosa de este país; entiendo mi fe de una manera muy personal y mi música va más allá de eso.”

Foto tomada de su página personal.
Foto tomada de su página personal.

¿Has pensado en alguna acción que pueda contribuir a desarrollar el jazz en Cuba?

“Tengo el sueño de hacer algún día una especie de asociación y ponerle justamente Alami, que son piedras femeninas que están en el fondo del mar y producen el sonido místico y mítico de las sirenas. Sería una institución que pueda ofrecer información, donde la gente tenga acceso a un concierto todas las tardes, y a clases magistrales en las mañanas… Es un proyecto que llevo muy por dentro pero que espero algún día podrá llevarse a cabo.”

¿Y Cómo es acogida tu propuesta en los Estados Unidos?

“Estadísticamente el público norteamericano es el que más ha comprado mi disco Nueva Era, donde más repercusiones ha tenido a pesar de que es el último país donde voy a estar de gira. Con Jane Bunnet estuve antes y en todos los casos siempre fue fenomenal. No sé si es que el país está ávido de cultura cubana pero se halla a la expectativa. Sus reacciones son muy sinceras. Si les gustaste desde la primera canción, sientes las ovaciones, la ola sobre ti. Por eso la gente dice que triunfar en Estados Unidos es triunfar en el mundo, porque es un público que te lanza.”

"Madres" — Daymé Arocena

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