El Latino, una experiencia extrema

Estadio Latinoamericano. Foto: Cortesía de Play Off Magazine.

Estadio Latinoamericano. Foto: Cortesía de Play Off Magazine.

Alexander Abreu es un excelente músico cubano, trompetista y director de la orquesta de música popular Havana D’Primera. Alexander nació en Cienfuegos, una provincia al centro sur de la Isla, pero tanto tiempo y tantas cosas vividas lo unen a La Habana definitivamente. Llegó a esta ciudad en 1994, para estudiar música en la Escuela Nacional de Arte, la ENA. Son 24 años que lo hacen, como mismo él dice, “industrialista por fuerza mayor”.

Industriales es el equipo de pelota de la capital, el “Latino” es la casa del equipo. En realidad, el nombre es Estadio Latinoamericano, el antiguo Gran Stadium, que a su vez fue el antiguo Stadium Cerveza tropical en la década del 30 del siglo pasado. Pero con esa costumbre de hablar corto, directo y atropellado, los cubanos le llaman, simplemente, el Latino. Le pregunto a Alexander Abreu si el Estadio Latinoamericano sería un lugar que recomendaría a quienes visitan La Habana; lo veo dudar. Alexander se refiere a que este sitio, tan concurrente de los fanáticos de la pelota cubana (con todo apasionado que un fanático cubano puede ser) es solo para aquellos que buscan experiencias extremas.

– Imaginemos nomás que en el Latino hay sitio para 55 mil personas que tocan con lo que tengan a mano lo mismo una rumba que una conga. Da igual, lo importante es que la fanaticada suene. Y que suene bien alto, además.

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En 1961 se rebautizó el estadio con su nombre actual, durante la clausura del VII Congreso Latinoamericano de Estudiantes. Hasta entonces se mantuvo como sede de la Liga Profesional Cubana de Béisbol conformada por cuatro equipos: el Almendares, Habana, Marianao y Cienfuegos, el más importante fuera de la capital.

Hasta ese año se mantuvieron igualmente las vallas publicitarias de la cerveza Hatuey, una bebida que ya no se produce ni comercializa en la Isla, del ron Bacardí, así como de otras pequeñas empresas y negocios cubanos y estadounidenses.

Pero en 1962 se prohibió la publicidad en las vallas y el INDER (Instituto Nacional de Deporte y Recreación) desprofesionalizó la pelota. El deporte adquirió entonces un carácter amateur.

El cafetero del Latino. Foto: Otmaro Rodríguez.
Escultura en memoria de Armandito el Tintorero en el Estadio Latinoamericano de La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
Área especial para visitas importantes que asistan a presenciar el juego. Foto: Otmaro Rodríguez.
Gradas y pizarra. Esta ultima será sustituida por una donación realizada por la firma coreana Samsung. Foto: Otmaro Rodríguez.
Antes del partido se prepara el terreno. Foto: Otmaro Rodríguez.
Área de las cabinas del estadio. Foto: Otmaro Rodríguez.
Caretas utilizadas por fanáticos. Foto:Otmaro Rodríguez.

Los Industriales se formaron ese mismo año, y heredaron de los viejos equipos de la provincia (Habana y Almendares), sus dos símbolos identificativos: la mascota del león y el color azul. Un azul tan intenso y peculiar que entre los habaneros nos referimos a ese tono como “azul industrial”. Hicieron del Latino su casa, y de su equipo el máximo ganador en las Series Nacionales de Béisbol, con 12 títulos hasta la fecha.

El león, que pertenecía al equipo Habana, no volvió a aparecer hasta la década del 90, pues toda la parafernalia de mascotas, seudónimos y eslóganes se consideraban propios del béisbol profesional y no de la “pelota revolucionaria”.

El azul, que pertenecía al Almendares, es también el color representativo de la ciudad, gracias a la Virgen de Regla (Yemayá, en la religión yoruba), patrona del puerto de la Bahía de La Habana y diosa del mar.

Estadio Latinoamericano. Foto: PlayOff Magazine.
Estadio Latinoamericano. Foto: Play Off Magazine.

Yemayá, reina de 2018 según la Letra del Año, es, precisamente, una de las protagonistas de “Lamento yoruba”, tema en el que Alexander hace un viaje desde los inicios de la religión en Cuba, y que está incluido en su próximo disco: El cantor del pueblo.

Del pueblo porque Alexander, así lo afirma, ha logrado escenificarse con la naturaleza de lo que somos los cubanos.

Cuando termina a tiempo de una de las sesiones de grabación del disco (del cual se espera su salida al mercado en marzo), y juega Industriales, Alexander va al Latino, el sitio donde se concentra parte de lo que es este pueblo. Disfruta encontrarse con el público, hacerse una foto, abrazar a alguien… Tanto es Cuba el Latino que tiene el mismo ambiente, los mismos olores y el mismo desenfreno.

Es normal que a uno lo apretujen en la entrada y en la salida, que los vendedores pierdan el galillo pregonando cualquier snack típico (rositas de maíz, maní tostado), que el antojo y la gula puedan más que la barriga llena y uno termine comiéndose no uno, sino varios panes con lechón –el clásico sándwich cubano– por solo 5 pesos o 0.25 centavos CUC.

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Desde que cambió su nombre a Estadio Latinoamericano tuvieron que pasar 40 años para que un equipo estadounidense de la Grandes Ligas jugara en su terreno. En marzo de 1999 se batieron, en un juego histórico, Cuba y los Orioles de Baltimore. Los Orioles ganaron, 3 carreras por 2.

En marzo también, pero de 2016, durante la visita del entonces presidente Barack Obama a la Isla, los Tampa Bay Rays se enfrentaron al equipo Cuba. Por segunda vez, los locales perdieron con una carrera frente a las cuatro que anotaron los Rays.

Para ambas ocasiones, el estadio fue remodelado. Aun así, no deja de ser el lugar que es: folclórico, frenético, y hasta un poco decadente.

Alexander Abreu en un juego en el Latino. Foto: Ricardo López Hevia.
Alexander Abreu en un juego en el Latino. Foto: Ricardo López Hevia.

– Entonces, ¿recomendarías o no el Latino? –le insisto a Alexander.

– Si tienes deseos de soltar adrenalina, ve al Latino. Si tienes deseos de reírte, ve al Latino. Si quieres ver un juego de pelota interesante, ve al Latino. Solo así te recomiendo que vayas.

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