El Septeto Santiaguero y la fiesta del Grammy

Foto: Latinjazz.net

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La noticia le ha dado ya la vuelta al mundo, pero en Santiago de Cuba se vive de manera especial. En su tercera nominación a los Grammy Latinos, el Septeto Santiaguero alcanzó finalmente el premio y la celebración promete durar por mucho tiempo.

No quiero llanto. Tributo a Los Compadres es el disco galardonado, un fonograma en el que la agrupación comparte protagonismo con el cantante dominicano José Alberto “El Canario”, pero que tiene el indiscutible sabor de la música cubana. De la mejor música cubana.

Muchas son las razones para disfrutar este Grammy, tanto para los integrantes del Septeto como para la ciudad en la que viven y les sirve de alimento espiritual. Algunas de ellas las destacó Fernando Dewar, en declaraciones a través de la colega Synaley Hernán, para OnCuba:

“A todos esos grandes maestros de la música que accedieron a participar les agradecemos el doble pues su presencia en el disco ya era un premio en sí”, dijo, y envió un afectuoso saludo a Reinaldo Hierrezuelo (Rey Caney) –uno de los fundadores de Los Compadres que actualmente reside en La Habana.

“Consideramos que está olvidado y poco reconocido para su grandeza, este premio demuestra que su obra, junto a la de su hermano Lorenzo y la de Compay Segundo, es de lo más relevante de la historia de la música popular cubana”, aseguró Dewar.

Para Alden González Díaz, manager del Septeto Santiaguero y coproductor del disco, este es el resultado del “sacrificio personal de cada miembro del Septeto, así como de muchos amigos que nos han ayudado a llegar hasta aquí. Nunca dejamos de soñar en grande con este proyecto. Debemos mucho a José Alberto y su manager José Raposo. Tenemos que hacer énfasis en el apoyo de la Egrem, pues por primera vez en 20 años de carrera, un disco nuestro está circulando en Cuba”.

Portada del disco No Quiero Llanto
Portada del disco No Quiero Llanto

Todo el disco es un motivo de jolgorio. Se trata de un álbum memorable, que desborda cubanía y evidencia la madurez artística del grupo que lidera Fernando Dewar. Coincide felizmente con los veinte años del Septeto y viene a confirmar su estado de gracia, su facilidad para revitalizar la música tradicional cubana que lo ha llevado a importantes escenarios de Europa y América, y a merecer elogios de publicaciones como The New York Times.

Otra razón es la ciudad. Más que un disco, No quiero llanto… parece una fotografía de la tierra santiaguera. Es un álbum que, al ser escuchado, transporta a sus oyentes al corazón mismo de la urbe, a la calle Heredia, a la Casa de la Trova, al Parque Céspedes. Y para resaltar su simbolismo, al recibir el Grammy, Dewar lo dedicó con toda justicia a Santiago y al aniversario quinientos de su fundación. No podía ser de otra manera.

También en la esencia del disco, en su motivación principal, afloran razones para el regocijo. No es casual que este álbum doble rinda homenaje a una formación imprescindible del pentagrama de la isla: el legendario dúo Los Compadres. Así lo reconoce desde el título y así se percibe en la selección e interpretación de los temas.

Decir Los Compadres es recordar el magnético influjo de Lorenzo Hierrezuelo y Francisco Repilado, “Compay Segundo”, y del igualmente mítico Reynaldo Hierrezuelo, “Rey Caney”. Ellos moldearon con sus composiciones una época dorada y a ellos honra el Septeto al asumir, desde una sonoridad más contemporánea, clásicos de siempre como Baja y tapa la olla, Se secó el arroyito, Sarandonga y No quiero llanto.

Tiburón Morales y El Canario
Tiburón Morales y El Canario en la inauguración del MatamoroSon / Foto: Guillermo Salas.

Se vive al oír una mezcla del toque añejo del son tradicional y su reinterpretación respetuosa por parte del Septeto Santiaguero y El Canario. Su éxito, coronado ahora con el Grammy Latino, demuestra que cuando se bebe sabiamente de la raíz la calidad musical está asegurada.

Hay, claro, más motivos para celebrar. El premio no solo reconoce el camino transitado hasta hoy por la agrupación santiaguera, su talento y voluntad. También abre nuevas puertas para su trayectoria, nuevas oportunidades de llevar más lejos su música y por ende la cultura cubana.

Pero las puertas no solo se abren para el Septeto. Este Grammy es la confirmación de que, desde Cuba y –sobre todo– desde Santiago, se puede lograr un producto exitoso tanto comercial como artístico, y puede convocarse a estrellas del universo latino a interpretar nuestra música más auténtica.

Este no es el primer Grammy para artistas santiagueros. Antes lo merecieron otros grandes como Compay Segundo y Eliades Ochoa, dentro del proyecto Buena Vista Social Club, y en el caso de Eliades también en solitario. Pero este Grammy Latino tiene para Santiago una distinción especial. Es un premio de todos, de indiscutible calado popular, como populares son las actuaciones del Septeto en la urbe santiaguera.

Hay que verlos sobre el escenario, respirar su energía, bailar sin frenos al ritmo de su son. Hay que ver cómo imantan a las multitudes y cómo el alma de Santiago se desborda desde sus primeros compases. Cuando un año atrás hicieron vibrar al Teatro Heredia junto a José Alberto “El Canario” durante el Festival Matamoroson, muchos pensamos que esta vez sí ganaban el Grammy. Ahora, en el más vivo espíritu santiaguero, vamos a ver cuándo termina la fiesta.

https://www.youtube.com/watch?v=KUumMzU0zac

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