Eva

Eva Griñán y su guitarrista acompañante Gabino Jardines en la mítica Casa de la Trova santiaguera/Foto: Miguel Rubiera

Eva Griñán y su guitarrista acompañante Gabino Jardines en la mítica Casa de la Trova santiaguera/Foto: Miguel Rubiera

A la afamada intérprete Eva Griñán (1946-2013) se le rendirá homenaje en el Festival Boleros de Oro en su natal Santiago de Cuba, mañana 21 de junio.

 

Tengo en el pecho una llaga

que me la abrió tu desdén…

 

Eva, como la primera mujer; Eva en el rincón, chocando la madera, con una flor a la cabeza, rodeada de los viejos maestros. Rítmica,  poderosa.

Eva se apareció en mi vida una noche del Oriente ―el otrora Teatro de la Reina que anda cayéndose a pedazos en Santiago de Cuba—. Todo luces. Cuarteto Proposición Cuatro. Me removí en el asiento. La esperé a la salida. No sé si estoy  trastocando recuerdos, mas la curiosidad iba conmigo.

La primera entrevista  fue una descarga: Karina mi noviembre azul, tema de Daniel Vázquez. El Festival Benny Moré, el Lira de Oro de Bratislava, el otro…. Todos los ganó,  mas hay una anécdota ―una gema—, que anda quemándome:

Gira del Orfeón Santiago por Europa del Este. Último año de los setenta. ¡Ay, los setenta! José Armando Garzón y Eva Griñán como solistas. Dos robles derritiendo la nieve, a diapasón limpio.

Una señora se le acerca. Alza sus manos a la altura de la cabeza. Tiembla. Se quita los pendientes y se los extiende a Eva. Se va con una reverencia.

Hay instantes que valen una vida

No hay que decir cuantas veces me la encontré, cantándole a la virgen, a la patria, a su padre. Cuantas veces me rendí ante ella en una nota, en un concierto. Cuanto se lo dije personalmente.

Escribir de los grandes, de los fieles, es un honor.  No hay que escatimar amor: la vida es un suspiro.

Pero no sé que hago aquí, cuando debería estar aplaudiéndole ahora mismo. Su voz que rueda por el barro, rebota en las montañas, emerge de los adoquines.

¿Estaréis sordos?

Eva como la primera mujer. Eva en el rincón, chocando la madera, con una flor en la cabeza, rodeada de los viejos maestros. Rítmica, poderosa.

 

Tengo en el pecho una llaga

que me la abrió tu desdén…

Salir de la versión móvil