Frank Fernández, 70 años y una promesa

Como si 70 años no fuesen nada, horas antes de cumplirlos, el gran pianista cubano Frank Fernández prometió estudiar y trabajar más, y más, para convertirse en mejor artista y ser humano.

Mientras críticos de Europa, Asia y Latinoamérica ponderan el virtuosismo técnico de este hombre humilde que comenzó a aprender música antes de poseer memoria, los habitantes de su isla natal identifican al genio por la pasión diluida hasta en las más complejas partituras. Si un artista se entrega de lleno a su trabajo y ha sido capaz de trasladar su temperamento a cada ejecución, ese es Frank Fernández.

Multitudes ovacionan al intérprete y compositor, pocos conocen de sus padecimientos físicos por tantas horas frente al piano, el único ejercicio durante el cual desaparecen los huesos y florece su alma. A la propia familia le impresiona verlo estudiar muchas veces hasta las 3:00 y 4:00 de la mañana, “una persona que horas antes se quejaba de un dolor muy fuerte, con una pomada echada, unos hielos, en un asiento hecho para la lumbar, y cuando él se vuelca en el estudio se le olvida que tiene cuerpo”, confesó un día su hija mayor, la también pianista Liana Fernández.

El Maestro insiste: “Mi lenguaje es el de los sonidos y los silencios” y cuando uno lo observa en el piano puede notar cuán a gusto viaja entre siglos, estilos y géneros. Pero Frank es también un intelectual de pensamiento agudo, capaz de cautivar con la oratoria y golpear con honestidad y decisiones ríspidas, poco comunes.

Pese a ser un extraordinario pianista-concertista entrenado en el Conservatorio Chaikovski de Moscú, enmarcarlo en un solo estilo musical sería obviar una gran parte de su carrera y contribución al desarrollo de diversos géneros y artistas. El Maestro ha sido arreglista, co-arreglista, asesor artístico, productor y compositor de obras para cine, novelas, noticieros, seriales, teatro, danza, pues de acuerdo con ese virtuoso el arte es uno solo, la diferencia está en la calidad: buena o mala, de una ejecución.

Otro de los grandes músicos cubanos, Chucho Valdés, considera a Frank el más completo pianista del país, en tanto el famoso trovador Silvio Rodríguez reconoció la valía de la madurez artística y humana de Fernández, determinante en su trabajo y para todo el Movimiento de la Nueva Trova.

Además de cursar cinco años de estudios superiores en Rusia, Frank se convertiría en el primer solista cubano en ofrecer un concierto con la Orquesta Filarmónica de Moscú. Un año después, en 1976, ganó el segundo premio del Concurso Internacional de Piano Teresa Carreño, en Venezuela.

En la década del ´80 del siglo XX, hizo historia como el primer latinoamericano en realizar la apertura del ciclo “Grandes Maestros del Piano” en Berlín, Alemania. En Checoslovaquia, recibió el lauro “Praga de Oro” de la televisión checa y en la República Popular Democrática de Corea el de “Mejor instrumentista solista” en el Festival de Pyonyang.

Por estos días, diversas instituciones rinden homenaje al Maestro nacido el 16 de marzo de 1944 en el oriental pueblo de Mayarí, donde tocó por primera vez el piano “de oído” en la Academia Orbón que dirigía su madre, Altagracia Tamayo.

A principios del siglo XXI, el Semanario Slovo de Moscú autentificó a Fernández como el fundador de la escuela pianística cubana contemporánea; pues propició un giro histórico en la enseñanza de ese instrumento en su país.

El pedagogo produjo desde dentro de Cuba los primeros alumnos laureados internacionales, sin haber estudiado en conservatorios de Estados Unidos o Europa.

A los 70 años de edad, cientos de premios y múltiples homenajes no generan conformismo alguno en el músico cuyas melodías pueblan la cotidianidad de los cubanos en la isla, aunque algunos desconozcan que el magnífico compositor e intérprete los acompaña tan a menudo.

Según confesó, otro momento especial de su carrera llegará el próximo 25 de marzo cuando inaugurará el Festival de Música de Cámara, en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, una sala que él mismo abrió en 1994.

Ese día, compartirá la escena con sus dos hijos, Liana y el oboísta Frank Ernesto Fernández, quienes tocarán obras de la autoría del padre en la primera parte del programa.

Para el gran pedagogo, el arte va a ser el próximo curador de todos los males de la humanidad. Con razón muchas de sus piezas siembran esa esperanza, cientos de cubanos de todas las edades y en distintas condiciones físicas y de salud, intentan superar cualquier barrera con tal de oírle tocar, cada vez que anuncia un concierto.

 Foto: tomada de Habana Radio

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