“George Martin tenía los ojos aguados, rojos”

Foto: getintothis.co.uk

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George Martin tenía 76 años cuando llegó por primera vez a La Habana en 2002. Se dirigió al parque John Lennon, pidió que lo dejaran solo unos minutos y se sentó durante un breve tiempo al lado del líder Beatle. A su mirada, como reconoció luego, llegaron en ráfaga los agitados años que compartió con los fabulosos cuatro y los recuerdos atesorados durante la grabación de varios de los temas que lo convirtieron en mitos, entre ellos, “Please Please Me”, “Penny Lane”, “Help”, “All You Need is Love” y “Hey Jude”.

“George se sintió muy impresionado por la verosimilitud de la estatua de John. Reconoció que esa visita tuvo un gran simbolismo para él y luego me dijo, un poco en broma, que John, en persona, era más alto”, cuenta a OnCuba el especialista de rock Guille Vilar, al conocer la noticia de la muerte a los 90 años de George Martin.

Vilar acompañó en su paso por La Habana al visionario productor británico que depuró el sonido Beatle y fue el responsable de más de 30 éxitos de la banda. En Cuba, Martin, también, hizo historia. Llegó para las Jornadas de la Cultura Británica, terminó dirigiendo a la Orquesta Sinfónica Nacional en dos piezas antológicas de Los Beatles, “Yellow Submarine” y “Hey Jude” y el instituto Superior de Arte le entregó la condición de Doctor Honoris Causa en Arte.

“En aquella ocasión, Leo Brouwer organiza un concierto en homenaje a George y solicita que asuma la dirección artística. Dicho concierto estuvo dividido en dos partes. Una inicial como un concierto de cámara con solistas como Gerardo Alfonso, el guitarrista Luís Manuel Molina, el pianista Roberto Carcassés y el Coro Nacional de Digna Guerra entre otros. La segunda parte, era la Suite de Los Beatles, obra del Leo Brouwer quien conjuntamente con la Orquesta Sinfónica Nacional se encargó de su dirección y que tenía como solista al guitarrista Joaquín Clerch. El concierto concluye con el propio Martin dirigiendo “Yellow Submarine” y “Hey Jude”. De más está decir, que Martin terminó muy emocionado por la acogida que le dispensamos los cubanos. Estaba con los ojos aguados, rojos, recuerda “El Guille”.

Foto: Cortesía Guille Vilar
Foto: Cortesía Guille Vilar

Martin parece que estaba tocado por una inspiración divina desde que comenzó a trabajar con la mítica alineación británica. Con un tremendo olfato, supo llevar al límite el sorprendente talento que ya mostraban en la temprana fecha de 1962. Cuando la banda se encerró en al estudio para grabar “Love me do”, Martin llamó a Ringo Starr para que demostrara de qué era capaz detrás de las baquetas y Ringo se quedó, finalmente, al mando de la batería, suplantando a Peter Best.

Era el inicio de la formación que conoció la leyenda apoyada en el ingenio de un productor, ingeniero de sonido y arreglista que no cesaba de innovar en cada tema hasta alcanzar un sonido libre de accesorios, que llevó a la banda a situarse definitivamente como una revolución musical que definió nuevos conceptos en la escena del rock y el pop. No es de extrañar, entonces, que pasara luego a la historia como el “Quinto Beatle”.

Martin transformó a la escudería en un laboratorio creativo desde que se incorporó a sus filas. Su maestría alcanzó una cúspide enorme con la grabación de dos piezas cumbres sin las que no se puede entender los aportes y la grandeza del grupo: “Abbey Road” y el mítico “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, editado en 1966.

Foto: Kevin Lamarque / Reuters
Foto: Kevin Lamarque / Reuters

Ringo Starr fue el que anunció la muerte de Martin a través de Twitter. “Gracias por todo tu amor y bondad George. Vamos a extrañar a George”, dijo el ex baterista de los cuatro de Liverpool.

“Martin fue como un segundo padre para mí. Supo guiar nuestra carrera con gran habilidad y con gran sentido del humor. Si alguien mereció el título del quinto Beatle, ese fue él”, reconoció, por su lado, Paul McCartney

En Cuba se recuerda aún la visita de George Martin. Hoy músicos como el guitarrista Luis Manuel Molina o Leo Brouwer posiblemente estarán evocando en silencio a un productor que estuvo, durante unos días, muy cercano a los cubanos y que también permitió, durante su paso por La Habana, que la legión de seguidores del rock and roll saldaran algunas deudas pendientes con su pasado musical.

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