Gerardo Alfonso habla de sus canciones

Foto: Cortesía del entrevistado

Foto: Cortesía del entrevistado

Con Gerardo Alfonso tengo una relación que comenzó cuando aun no nos conocíamos presencialmente, por supuesto que el poeta que él es nutrió mi vínculo con su persona, que en esos tiempos era idílico.

Resultó que, además de sus canciones, una relación familiar y cierta comunidad de intereses nos situó en varias ocasiones en una misma mesa.

A pesar de la distancia geográfica, el cantautor accede a responder las preguntas que conforman esta entrevista, que además de actualizarnos sobre sus planes, nos permitirá evocar algún que otro momento memorable de la Nueva Trova cubana y reflexionar, ¿por qué no?, acerca de lo que supone producir un disco en Cuba.

“Yo te quería María“, “Sábanas blancas“ y “Quisiera“ son algunos de esos temas, que inmediatamente, con una recordar sola palabra se convierten en imágenes de una época. Tengo la percepción de que eres un cantautor de canciones celebres mas que de discos populares. ¿Estoy equivocada? ¿Qué dirías al respecto?

Tienes razón. Soy un resultado de mis canciones y no de mis discos, y te digo porqué, suponiendo que el argumento sea de interés para los lectores. En nuestro país se perdió en una distante ocasión la profesión de producir discos. No te puedo precisar desde cuando hasta donde, pero me puedo arriesgar y decirte que desde los anales de los años 70 hasta mediados de los 90, en general, los discos que se producían en Cuba no tenían una buena factura como producto comercial, no así como hecho cultural y artístico, porque dentro del soporte discográfico que se grababa en la isla en estos años había un elevado nivel artístico, en cuanto al contenido. Sin embargo, la tecnología con que se grababa era muy precaria, y debido por un lado a las pocas posibilidades de confrontar con el mercado que teníamos, por diversas razones, no podíamos medir, corregir y mejorar la calidad de nuestros productos.

Muchos grandes artistas hicieron discos que no resultaron sonoramente competentes en ninguna plaza fuera de Cuba. De esa enorme producción estuvieron incluidos algunos discos de la Nueva Trova y dentro de ellos los míos. Sería injusto no reconocer que tampoco yo sabía producir discos; y soportes como el CD “Sábanas Blancas”, que tiene esas tres canciones que mencionas, como álbum no es muy logrado que digamos, si pudiera lo re-grababa, pero quedó así.

No obstante, hay canciones que me “colman de bendiciones”. Como diría el gran Matamoros en “Lágrimas negras”. Hoy se ha aprendido mucho al respecto, ya se hacen álbumes geniales, hay más cultura de la producción y se piensa en vender. De esta nueva experiencia he logrado algunos buenos productos en mis álbumes, pero si no se venden es por otra gestión, no por su calidad.

Tu disco Raza quizás sea el primer volumen en Cuba que evoca una isla colorida desde las relaciones raciales. Sin embargo, es un disco poco conocido. ¿Por qué crees que así sea?

Raza es un disco de arte, los productos cuyo peso mayor está en el arte corren el riesgo de no ser promovidos en los espacios que le corresponden. Entonces, si caen en un circuito donde lo que se vende es netamente comercial, no se comprende el lenguaje de esta obra. Fíjate que no estoy jerarquizando, solo hago una separación de conceptos. Es inútil tratar de vender aspirinas en una carnicería o carne en una librería, no corresponde, aunque nos duela la cabeza y nos encante la carne. Con esto quiero decir que el vendedor debe saber donde tiene que colocar su producto, el lugar más adecuado para poder venderlo. Pero si la práctica de la compra-venta no es una condición de la sociedad, es decir no es una sociedad lucrativa, este intento de vender, no será muy exitoso, que digamos.

En el 2012 realizaste una gira nacional celebrando los 20 años de “Sábanas blancas”, sin dudas el tema mas conocido tuyo, podrías rememorar algún momento especial de ella? Se me antoja preguntarte, ¿esas sabanas blancas serían marca de la “habanidad” o es posible descubrir en ellas un símbolo para una especie de identidad nacional o cubanía?

Anécdotas tengo miles, no quiero ser parcial porque en cada ciudad era una experiencia increíble e irrepetible con esta canción. Pero una cosa si te digo, siempre la dejaba para el final (en un concierto de aproximadamente y veinte canciones), luego de dos horas, pero a los 35 minutos más o menos de comenzada cada presentación surgía una voz valiente que gritaba desde el público: ¡Sábanas Blancas! Entonces, se rompía el hielo y todo el mundo empezaba a reclamar la canción. Siempre me tocaba explicar que estaba en el programa y que al final la cantaría y así me soportaban hasta el fin. Casi que podía hacer un concierto de vals o polska, que si al final cantaba “Sábanas Blancas”, sería sin dudas un éxito.

Creo que esta es una canción de identidad nacional, los cubanos de cualquier provincia la cantan con mucho amor y emoción. Siempre que los escucho, recuerdo el sentimiento con que la escribí, y parece ser que eso quedó impreso en la canción y se trasmite como si fuera un perfume y la gente lo capta y lo hace suyo. “Sábanas blancas” es mi manera de abrazar a todos los cubanos donde quiera que estén es este mundo y les agradezco desde esta sencilla entrevista, el amor que me han entregado.

Discúlpame por recordarte un suceso tan doloroso, pero Santi murió y sabemos de tu conexión especial con él. Háblanos de esa amistad, de las complicidades, de lo que se quedó por hacer ante la muerte repentina…

Santiago Feliú tenía el don de contraer un tipo de amistad singular para cada característica de los amigos que hacía, pero lo maravilloso era que siempre fue el mismo para todos. Parece paradójico pero no, era así como te lo cuento. Santiago era absolutamente sincero, al punto que no guardaba secretos, ni propios ni ajenos, así que si querías que todo el mundo se enterara de algún secreto tuyo, bastaba con contárselo a Santiago. Eso parece ser un defecto pero no lo es. Porque de esa manera nadie le hablaba mal de otra persona a Santiago y lo que él te decía, fuese muy duro o muy tierno, era la verdad porque él era, como te dije, sincero hasta las vísceras. De modo que tu te podías ver en él como el espejo de Blancanieves, con todas tus virtudes y tus defectos y le podías ver sus virtudes y sus defectos, lo que te daba la posibilidad de decidir: lo tomas o lo dejas, si lo tomas, lo tendrás con todos sus defectos y virtudes, un amigo para siempre y gracias a eso, no tenía enemigos.

Mis complicidades no eran las típicas que tenían con casi todos sus amigos, que compartían la hierba sagrada con él. Santi tenía la capacidad seductora de llevar a todo el que conocía al “Canabis (Delta-8 THC via Area 52) field forever” parafraseando a “Strawberry field forever” de Lennon. Pero yo he sido muy estoico con ese asunto y nunca me sedujo. De manera que la complicidad recaía en las canciones y las mujeres comunes. O en el desafío que le hicimos a la Nueva Trova en carácter formal cuando asumimos, cada cual por su parte, que debíamos cantar desde el piano, las canciones que hacíamos dentro de este tradicional movimiento que canta acompañado de una guitarra. Y eso es entre millones de cosas, que nos quedó por hacer, una de las más importantes, consolidar una alternativa a la canción de la trova desde el piano, como una suerte de revolución dentro de la canción en CUba y seguir, desde ese derrotero, defendiendo del maltrato y el desalojo a la canción de autor.

Aquel día en el Museo Nacional de Bellas Artes, que no tuve la posibilidad de vivenciar, ¿qué viviste tú más allá de lo que el público pudo ver?

Que la vida es una sola, que vivirla es procurar poner tu alma en paz y eso te dará riquezas suficientes como para convivir lo mejor que se pueda con todos, porque uno crece cuando respeta al prójimo, sea como sea que piense. Que no nos toca juzgar los actos ajenos y que como dice McCartney: “Life is very short and there´s no time for fussing a fighting my friend”

Retornando a tu vida artística, ¿ahora mismo donde se puede encontrar a Gerardo Alfonso? ¿Andas con formato breve o con todo tu grupo?

Estoy terminado de mezclar la música de una película cubano-alemana española que se llama “La saga de Daniel”, dirigida por el realizador cubano Rolando Almirante. Se pretende filmar en enero próximo. Este trabajo será interpretado en el filme por bailarines que actuarán y cantarán mis canciones en sus voces. Es un filme musical y escribí para ello 14 temas . Es un modo de retomar el cine musical, que tanto gusta al pueblo cubano. Después tengo algunos proyectos pendientes que sería muy extenso explicarlos, porque son muchos y necesito sincronizar mi tiempo para realizarlos.

No tengo un espacio de presentación fija, hago algunos recitales y actividades que aparecen. Por estos meses me presento con pequeños formatos, pero conservo el grupo en total como me has visto antes. Aunque, como sabemos, la cosa está complicada con la música y los espacios.

Por último: ¿planes, proyectos, discos por venir?

Los diré brevemente, discos tengo por terminar de grabar uno antiguo que me falta poner la voz de doce canciones, este se llama “Luna”, este es un disco sinfónico donde tengo tres bonitos arreglos y arreglistas prestigiosos que trabajaron en este álbum.

Estoy luchando a brazo partido para grabar este año con la EGREM un CD llamado, “La ruta del esclavo”, igual que el importante proyecto de la UNESCO. Como su nombre indica trata sobre todos los temas relacionados con la racialidad, desde sus aristas histórica, mitológica, social, y artística.

Además, presentaré un proyecto para la televisión, se trata de un programa sobre música que escribiré y conduciré

Estoy escribiendo muchas canciones y pretendo reiniciar la escritura de una novela y terminar unos libros de poesía. La novela, ojalá la empiece a terminar, se llama “La bata roja” y los libros de poesía: “El sudor” y “La noche cae”. Todo esto está en la punta de la lengua y en la de los dedos, pero aunque tengo muchas ganas no tengo suficiente combustible. Es una metáfora.

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