Kamankola quiere decir

Jorge Kamankola. Foto: Claudio Pelaez Sordo.

Jorge Kamankola. Foto: Claudio Pelaez Sordo.

Se llama Jorge Kamankola, aunque ese no sea el nombre de familia. Nació en plena fiesta del Comité en 1985, cuando todavía nadie sospechaba que el muro lo fueran a tumbar. Chamaco de solar del Cerro, está disparando temas desde los 12 años, y tiene ahora 31. Es un rapero con guitarra, padre de Abril, amigo de Krahe y Sabina. Un loco que tiene raspa’o en el antebrazo “Patria es humanidad” porque “Martí es un tipazo” y “esa es la frase más grande que se haya dicho jamás”.

Kamankola es un blanquito con dreadlocks que dice lo que le venga a la mente. Escribe lo mismo “pierde el aliento si es preciso, vuela, hazme el amor antes que lo prohíban”, que “esto es suda cabrón pa’ que goce el turismo y nosotros con la lengua afuera”. Lo que quiere es sentir que la gente siente.

Cuando se quedó sin opciones hizo lo que nadie en Cuba había hecho para música: se tiró a las redes y logró un crowfunding para sacar un disco. Así grabó otro más, y así hará un tercero, sin comprometer su arte sino con él mismo y los miles que pusieron el dinero de a poco, confiando en la propuesta que traía. Por eso se sienta en la esquina del Cooppelia a publicar en Facebook sus temas y sus conciertos. Y por lo mismo cuando termina su toque programado va para G a seguir cantando con un rifle y quien quiera seguirlo.

¿Cómo empezaste a hacer música?

Yo escuchaba la Charanga Habanera y Los Van Van en mi barrio. Entonces llegó el rap y fue como “coño esto tiene que ver conmigo y con las cosas que pasan”. Así que hice un grupito con dos socios, escribía canciones y grabábamos los backgrounds en aquellos casetes americanos de antes, pero era terrible todo eso y no pasó nada más. Igual seguí conectado y escribía todas las noches. Tenía montón de papeles llenos de canciones. Parece que todo aquello estaba adentro. Yo vivía con abuela, abuelo, tía, tío, y mi luz encendida molestaba a todos porque era un bombillo ahí encendido, pero no podía parar, era necesario.

Con el tiempo me involucré más con la música alternativa y me alejé de toda aquella timba del Cerro. Entonces de alguna forma choqué con un tipo que tenía un grupo que era más o menos como Interactivo. Eran como 11 gentes, jovencitos todos. Ellos estaban buscando un rapero. Yo era como Telmarys ahí. Empecé a escribir las canciones y me metí a hacer melodías y eso.

Pero aquello también se calló.

Jorgito Kamankola en su casa durante esta entrevista. Foto: Claudio Pelaez Sordo.
Jorgito Kamankola en su casa durante esta entrevista. Foto: Claudio Pelaez Sordo.

¿Qué pasó después? 

Por esas cosas de la vida entro a ser utilero de Aceituna sin Hueso, tú sabes que todo tiene que ver. Un día estábamos en una peña de las del Fresa [y Chocolate], hace años ya, y le digo a Miriela Moreno que yo era rapero, y en una de esas locuras de ella grita: “Dice mi utilero que él es rapero”. Me subió y canté. A partir de ahí me pasé un año entero con ella por todo el país cantando… y cargando cosas.

¿Cuándo grabaste tu primer CD? 

A partir de ahí, con los músicos de Aceituna que son ahora D’Corazón, me grabé un primer disco que se llamó Musas desechables. Eso lo hicimos en unas condiciones precarias porque metí tumbadoras y de todo en un apartamentico y nada más teníamos un micrófono para grabar aquel montón de cosas. Salió un CD de diez temas. Con eso entré en la AHS. Entonces me presenté en Cuerda Viva en 2008 y me llamaron para un programa. Pero yo, por no tener, no tenía ni nombre pa’l grupo.

¿Y el Kamankola?

Eso es una palabra que se usaba siempre en mi barrio. Es algo así como “intriga”, “lío”. La gente decía “no me formes kamankola”. Y yo tenía un tema que era: “ya se va la caravana / ya se formó el arrebato / kamankola en la farándula”, entonces alguien me dijo que ese podía ser el nombre, y lo fue, no solo porque estaba en la canción ya, sino porque defendía la jerga de la calle. Así me presenté por primera vez como Kamankola, en Cuerda Viva.

Kamankola quiere decir

¿Así empezó la larga historia de Antes que lo prohíban?

Sí. Con el primer CD Musas desechables me gané el premio a mejor tema spoken word en el festival Puños Arriba y una beca para hacer un disco más pro en los estudios de la EGREM. Por supuesto fui con mis amigos de D’Corazón y mis temas nuevos a grabar todo aquello. Pero el dinero no dio para mucho y terminamos haciéndolo en la casa. De pronto teníamos todo grabado y ni un peso para mezclarlo, así que nos pusimos a inventar.

Entonces uno de ellos, que es amigo de Israel Rojas [de Buena Fe], lo llamó para que él diera su opinión sobre lo que estábamos haciendo. A la semana me dijo que Israel quería saber quién era yo y para allá fuimos con cinco temas en pre-mezcla ortopédica. Le encantaron y quiso que Fito, el tipo que trabajaba con Síntesis y [Carlos] Varela, mezclara mi disco.

Como yo no tenía plata para eso, Israel me propuso pagarlo y le devolvería el dinero cuando licenciáramos el álbum. Por supuesto le dije que sí porque me parecía todo muy seguro.

Finalmente Antes que lo prohíban estuvo listo, ninguna disquera quiso licenciármelo, y me vi yo con una deuda de 1200 CUC y un disco en una memoria flash. Me quería matar.

Con su primer CD, "Musas desechables", ganó el premio a mejor tema spoken word en el festival Puños Arriba y una beca para hacer un disco profesional con la EGREM. Foto: Claudio Pelaez Sordo.
Con su primer CD, “Musas desechables”, ganó el premio a mejor tema spoken word en el festival Puños Arriba y una beca para hacer un disco profesional con la EGREM. Foto: Claudio Pelaez Sordo.

¿Por qué no quisieron licenciarte el disco?

Las disqueras me dijeron a mí que no había presupuesto. Pero otros amigos me dijeron que el problema era que estaba tirando muy fuerte. Lo típico de la censura tonta, que la gente entiende lo que no es, o entiende lo que es pero le pone demasiada cabeza.

¿Sobre qué estabas escribiendo entonces?

Sobre lo mismo de ahora: del país, de las cosas, de los cubanos. Hay quien me dice que yo debería hablar de otras cosas, pero bróder, es que cuando yo me siento a escribir tiro pa’ eso.

Finalmente, ¿qué fue del CD y tu deuda?

Bueno, apareció Robertico Ramos, el diseñador, y me habló de algo que se llamaba crowfunding. En ese tiempo aquí no había ni zonas wifi ni nada pero igual nos metimos en eso. Andábamos por embajadas y hoteles buscando conexión, una locura. Loco, pero en 40 días ganamos ¡3 mil euros! Eso sirvió para pagar la deuda, y para irme a España a fabricar el disco y tocar por allá.

Imagínate si eso del crowfunding funcionó bien, que decidí hacer el siguiente disco Hasta precisar el aire así también. Aquí en La Habana se grabó una parte y se terminó todo en un montón de ciudades en España.

Ahora estoy en el proceso de un nuevo disco, Viento, que también produciré de esa forma.

Y de tanto España llegó Javier Krahe…

Increíble. Un día estaba mirando el catálogo de los productores vascos que me movían por allá y vi que entre los músicos tenían a Krahe. Yo tenía que conocer al loco ese. Pasó un tiempito, y estando en Madrid me avisa uno de ellos que ya Krahe sabía que yo lo llamaría. Dándome el número lo llamé, y me dijo con la voz grave esa que tenía: “Jo.. ni media hora ha pasado…”.

Después de eso me dieron un toque en un bar de trovadores en un horario pésimo que no le dan a nadie. Llamé a Krahe de nuevo para invitarlo a mi primer conciertico en Madrid y me dijo que sí. ¡Todo eso sin el tipo saber quién yo era!

En fin, que cuando termino de cantar, entra él, preguntando además por mí, y todo el mundo se quedó muerto. “Quién es el cubano este que acaba de meter a uno de los mejores cantautores de España aquí”. A partir de ahí me daban viernes y sábados en ese bar: los mejores días. Y Krahe y yo empezamos a vernos más seguido.

¿Cómo era?

Era un tipo tierno pero a la vez duro. Sin yo saberlo andaba con mi disco por ahí y se lo ponía a todo el mundo. No quiero sonar petulante, pero es un orgullo para mí que en España yo sea considerado el último descubrimiento de Javier Krahe. Eso tiene una repercusión muy grande porque él era el tipo más pesa’o y odioso, y que dijera eso de mí hizo que en ese mundo la gente empezara a respetarme.

Al tiempo yo vine para Cuba y el tipo se muere asere. Aquello fue terrible.

"...es un orgullo para mí que en España yo sea considerado el último descubrimiento de Javier Krahe". Foto: Claudio Pelaez Sordo.
“…es un orgullo para mí que en España yo sea considerado el último descubrimiento de Javier Krahe”. Foto: Claudio Pelaez Sordo.

¿Qué ocurrió en el homenaje a Krahe en el Galileo?

Tuve la suerte de ensayar con el guitarrista de Krahe el mismo día que él tenía ensayo con Sabina. Me preguntó si quería ir y le dije: “Qué me estás contando loco”. Por supuesto me fui con él. Cuando llegué a la casa de Sabina no podía ni mirarle la cara. Él ya sabía de mi relación con Krahe y fue una cosa súper linda todo aquello.

El día del homenaje yo toqué un vals de Krahe que es larguísimo, pero con mi estilo rapea’o; quedó brutal, la verdad. Y Sabina después dijo: “Yo voy a tocar con la guitarra de Kamankola”, ¡y tocó con mi guitarra bróder! Entonces de pronto estaba yo metido en toda aquella crema y no sabía si me lo merecía o no.

Después de eso casi nunca más pasé frío por las calles cuando tenía que tocar en alguno de esos lugares perdidos donde me presentaba.

Sin embargo no te quedaste en España…

No hay ciudad que me haya dado tantas canciones como La Habana. A mí La Habana me vuelve loco. Mis temas tienen sentido aquí y siento que es aquí donde tengo que cantarlos, y yo no quiero renunciar a eso aunque deba coger oxígeno y dinero afuera para hacer las canciones adentro. Además, ¿le voy a cantar allá al yogur de soya? Mi guerra no es aquella, es esta de aquí. 

¿Puedes vivir de tu música en Cuba?

A ver, es muy complicado vivir de la música en otro país. A mí me va bien porque salgo por cortos periodos de tiempo, me quedo en casa de socios, y como soy el cubano que vive en Cuba y está luchando cuatro pesos, no pago alquiler ni nada. Pero si dijera que me quedo allá, la cosa cambia, y de la música no pudiera vivir.

Ahora, no puedo dejar de ir a España porque la única forma en que puedo tocar aquí, donde casi nunca me pagan, es ganando cuatro pesos allá. Por suerte tengo la posibilidad de hacer eso.

¿Te censuran?

Mira, un viernes estuve en la peña de un amigo mío en Bejucal, y el lunes siguiente me llamaron para decirme que la Seguridad había pasado por allá porque yo fui el invitado. Ese mismo lunes salió un artículo súper volao sobre mí en el Granma. Es tan contradictorio que no cojo lucha.

Voy a seguir haciendo canciones porque es lo que me gusta y seguiré diciendo lo que quiero. Además, no me metí en esto porque fuera músico ni nada de eso, sino porque siempre tuve muy claro que quería decir cuatro cosas, y todavía necesito decirlas. Así que no me censuro. De mí no pueden esperar otra cosa que no sea lo que he hecho y lo que hago.

¿Eres rapero o trovador?

Yo ando ahí en la línea. El rap es lo que más me gusta en la vida, y la trova me encanta, es un amor parejo. El modo de vida de los dos es algo que comparto. Quizás me convertí un poco en el rapero de la trova. Imagínate que yo no tocaba ni guitarra. De hecho nada más toco los cuatro acordes que me hacen falta para decir, eso es lo que yo necesito: decir. Así que estoy en el medio de las dos cosas.

Lo malo es que muchos raperos dicen que yo no soy rapero, y los trovadores dicen que no soy trovador. Yo he asumido que no voy a salir en ningún libro ni de trova ni de rap, así que soy un algo ahí, pero le he entregado mi vida a las dos y creo en las dos.

"...he asumido que no voy a salir en ningún libro ni de trova ni de rap". Foto: Claudio Pelaez Sordo.
“…he asumido que no voy a salir en ningún libro ni de trova ni de rap”. Foto: Claudio Pelaez Sordo.
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