Los ingenieros del flow

De izquierda a derecha, J Simon, Bonni, Osmani Espinosa, Kelly, y un amigo / Foto: Cortesía del autor

De izquierda a derecha, J Simon, Bonni, Osmani Espinosa, Kelly, y un amigo / Foto: Cortesía del autor

Ponemos la TV, viajamos en el ómnibus, llegamos a una fiesta, y ahí está la música urbana. Al ritmo del flash-light, entre nubes de humo y sacudidas esperpénticas, las noches de Cuba han cambiado.

Verdaderamente… yo tengo la fórmula

A. se marchó de Cuba en la cúspide de su carrera. Hace un año y tanto decidió que era tiempo de dar un salto como productor. Asegura que para eso debía salir de la isla porque en este país “todo se queda en un mismo círculo y nada avanza”.

Como parte de La Fórmula Productions, uno de los estudios underground más populares de La Habana, trabajó los beats, la grabación de voces y la mezcla final de temas de Yulien Oviedo, William el Magnífico, El Chacal, Jacob Forever, Adriano DJ, Baby Lores, y El Yonki. La lista puede extenderse más.

Casi una década llevaba A. en el asunto; y ahora, mirando hacia atrás, considera que la red de productoras alternativas comenzó a desarrollarse porque el tipo de música que hacían determinados intérpretes no “entraba” en el circuito oficial. “No se grababa en ningún estudio estatal; ni era comercializado o patrocinado por ninguna disquera cubana”, explica.

Toda la maquinaria para producir música estaba en manos del Estado hasta que a inicios del 2000 comienza a tomar auge la producción independiente en Cuba, con la entrada del equipamiento necesario al país.

Pero más allá de esto, A. identifica una razón mayor: “muchas orquestas y músicos destacados del país no reconocían al reggaetón, y por consiguiente, a ninguno de los que trabajábamos en ese mundo”, relata.

“Y así mismo ocurría con los dirigentes de la cultura en el país”. Y como casi todo lo vedado, luego de la prohibición vino la proliferación.

Así ocurrió con A. . Le gustaba mucho la música underground pero como no había modo de hacerla oficialmente solo le quedó producirla en su propia casa, con equipos modestos en un inicio, con ayuda de todas partes.

Luego surgió otro lío: la legalidad. Ese es un asunto que aún hoy no está resuelto. La mayoría de las productoras independientes no están inscritas en registro alguno.

Y esa es una realidad en la que todos pierden: el Estado desaprovecha una jugosa entrada por concepto de impuestos, y a las productoras se le siguen dificultando los conciertos, los viajes, las giras. “La cuestión es tener una empresa musical que te legalice; después que lo logras ya todo es mucho más fácil”, cuenta A.

¿Cuáles son, en promedio, las tarifas que se cobran por producir música a un cliente?

“Eso depende del nombre del productor o del estudio. Puede partir desde 10 cuc en los estudios michi-michi; pero en los mejores te sale desde 100 hasta 300 cuc por tema”.

En tu caso, cómo lo ves: ¿más negocio que arte, o más arte que negocio?

“Creo que con el tiempo ha pasado a ser un negocio tanto para los que aspiran a ser reconocidos algún día, como para los que ya tienen este reconocimiento.”

Platinium Records, Célula Music, La Fórmula Productions, algunos de los laboratorios más conocidos del reggaetón, la electrobachata y otros géneros bien populares en la actualidad enfrentan otro tema difícil: la distribución.

La forma de distribución más empleada y efectiva es insertar los video clips o los demos en el célebre Paquete de la Semana. “El trabajo de llevar a cada punto donde se organiza la información que queremos divulgar lo hacen ciertos promotores bien conocidos por los estudios”, afirma A.

Simon-Espinosa: que suenen los tambores

Patry White con J Simon / Foto: Cortesía del autor
Patry White con J Simon / Foto: Cortesía del autor

La Oficina Secreta -como se hacen llamar- ya no es tan secreta. Al menos no desde que varios músicos y agrupaciones de pegada han asomado la cabeza en una de las esquinas de la Avenida  114, en Marianao, donde radica.

“Una vez vinieron Los Ángeles, y aquello fue apoteósico. Todas las chiquitas de las escuelas de la zona dejaron las clases y se parquearon en la esquina, coreando canciones del grupo”, recuerda un vecino del lugar.

Llegó un momento en que la multitud bloqueó la transitada avenida 114, que conecta el centro de La Habana con la universidad politécnica más grande de la ciudad y el icónico centro de esparcimiento Parque Lenin.

La policía tuvo que intervenir para contener la fanaticada y facilitar la “huida” del trío pop. Esa es solo una muestra de cuánto público acarrea esta productora musical creada por el arreglista Jay Simon y el compositor Osmani Espinosa.

El primero es más un hombre de estudio. Pasa horas frente a su computadora, rodeado de instrumentos musicales, pensando cuál será la próxima melodía que robará el hit parade del mes.

Jay es un joven introvertido, correcto. No solo disfruta de su casa porque el estudio de grabaciones ocupe el segundo piso, sino por la devoción hacia su hija y esposa. Es todo lo opuesto al estereotipo de la farándula cubana. Incluso, su proyecto más íntimo no está ligado al tipo de música que produce en La Oficina….

Hace cinco años co-lidera su propio dúo de pop y electrónica, DJs Alabanza, y que ya ha aportado una sonoridad peculiar a la música creada por cristianos en Cuba.

Osmani es todo lo contrario: un tipo mediático, que lo mismo comparte la esquina de 23 y M un sábado por la tarde, que hace portada en una revista. Cuidadosamente vestido, es en sí la imagen de la empresa.

La combinación de personalidades con el enfoque y el trabajo como denominador común han generado la productora independiente más célebre del momento en la Isla. Pero supongo que acostumbrarse al éxito no es bueno en este negocio, la competencia siempre está resoplando sobre tu nuca, incluso luego de batazos con Como te Amo Yo, de Mayco d Alma, o Que suenen los tambores de Laritza Bacallao, que ya ha merecido versiones en el exterior del país.

Descubriendo la oficina secreta

¿Cuál es el status legal de La Oficina Secreta?

Jay Simon: Hoy Osmani paga como compositor impuestos a la ONAT, y a nivel internacional tenemos el apoyo de la disquera Planet Records. Pero como es un estudio donde solo se trabajan las canciones de Osmani, se invierte con el propio dinero que él toma de sus derechos de autor para pagarle al equipo técnico y artístico de La Oficina.

¿Cómo está compuesta La Oficina?

Osmani Espinosa: Esta productora consta de un estudio de grabación y una pequeña oficina de creación de obras a pedido de artistas interesados en grabar con nosotros.

Hemos trabajado con algunos de los solistas y agrupaciones más importantes del panorama actual, entre ellos David Calzado y la charanga habanera, Mayco d Alma, Boni y Kelly, Insurrecto, Rey Alonso y Sheena.

De izquierda a derecha, Jesús Ángel (integrante de Los Ángeles), Osmani Espinosa, J Simon, y DJ Conds / Foto:
De izquierda a derecha, Jesús
Ángel (integrante de Los Ángeles), Osmani Espinosa, J Simon, y DJ Conds / Foto: Cortesía del autor

¿Y cómo hacen para promocionar lo que sale de La Oficina…?

Osmani Espinosa: Organizamos un tour para dar a conocer las obras. Pero promocionamos primeramente en el Paquete de la Semana con Abdel La Esencia; a partir de ahí los mejores temas pasan a la radio, y así hasta que se dan a conocer por toda Cuba.

Si algún medio se interesa nos localiza para que llevemos las últimas producciones. Tenemos la ventaja de que soy miembro de la UNEAC, y me posibilita divulgar más mi música.

También aprovechamos las redes sociales y tenemos un canal en Youtube con el que estamos dando los primeros pasos.

¿Cómo están de cifras?

Jay Simon: La Oficina produce un promedio anual de 50 canciones. Preferimos hacer un single por artista cada año antes que realizar un disco entero. Eso ocurre por la alta demanda de trabajo que tenemos.

Hasta hoy solo hemos hecho producciones discográficas con tres artistas: Thayra, Laritza Bacallao y Alejandro Boué.

Respecto a las disqueras estatales, ¿cómo está su equipamiento?

Osmani Espinosa: Las oficiales sin duda tienen un mejor equipamiento, pero a veces se obtiene mejor calidad en muchos estudios particulares a causa del factor motivación. Los técnicos cobran más, por ejemplo, en uno como el nuestro.

Hay un término que se le incluye últimamente a todo: «independiente». En el caso de las productoras también ocurre así, ¿ustedes en qué categoría se sienten?

Jay Simon: Consideramos que no existen productores alternativos o independientes, sino sencillamente “productores”.

En nuestro caso trabajamos directamente con el artista, pues el trabajo así es más fácil, respondemos directamente a nuestras inquietudes como creadores y no necesariamente a intereses de otros.

Algo por lo que podrían catalogarnos como “independientes” es porque en un inicio los géneros que defendíamos no se incluían en las disqueras oficiales. Pero hasta eso cambió: muchas han sumado en sus discos temas de reggaetón y otros ritmos.

Por otra parte, hoy los artistas prefieren grabar el disco con sus recursos y ejercer como dueños.

El trabajo de esta se diferencia bastante de lo que se hace en otras productoras. ¿Qué conceptos defienden a lo interno? Sé, por ejemplo, que nunca han presentado a concurso sus obras.

Osmani Espinosa: Dentro de la música urbana intentamos que prime una media entre lo artístico, entregar un producto que sepa a cubanía, y que al mismo tiempo pueda ser comercializable.

Por otro lado, pensamos que el reggaetón es un género muy rico rítmicamente y nosotros lo utilizamos bastante para fusionar, pero no lo hacemos en estado puro.

Nunca nos hemos presentado a ningún evento competitivo, por lo tanto no tenemos ningún premio. Pero lo que más nos complace es alegrar con nuestra música a las tantas personas que nos siguen, ese es el mejor premio.

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