Liuba María Hevia, guajira y tanguera en Argentina

Liuba en Argentina. Foto: Kaloian.

Liuba en Argentina. Foto: Kaloian.

Por casualidad nació en La Habana, pero su patria es un mapa musical –y sin fronteras– que palpita a ritmos de 3/4 y 2/4. Sus sentimientos van desde la campiña cubana hasta esas “tardecitas de Buenos Aires que tienen ese, qué se yo, ¿viste?”.  No tengo duda de que Liuba María Hevia es tan guajira como tanguera. Por eso, tras once años físicamente lejos de Argentina, desembarcó en una gira que dio en llamar “Tantas vidas” y un tango como Vuelvo al sur, describe su retorno: “Vuelvo al Sur, / como se vuelve siempre al amor, / vuelvo a vos, / con mi deseo…”.

Y así la cantautora, de la mano de José Bonavita, un hidalgo gestor cultural argentino, en un par de semanas y con muy buena acogida de público, recorrió plazas y teatros de Chascomús, Paraná, Pergamino, Rosario, Córdoba, La Plata y Buenos Aires. En cada recital estuvo acompañada por el musicazo cubano Arnulfo José Guerra y arropada de un manojo de sentidas canciones. Unas, las suyas, fruto de 30 años de carrera y otras que forman parte de la banda sonora de su vida, como temas de Matamoros y de Silvio, o algunos tangos y canciones del rock argentino.

Precisamente fueron los tangos interpretados por la cubana lo que más llamó la atención a cercanos y extraños. “Si yo tuviese dos vidas, una y media la dedicaría a cantar tangos”, confesó Liuba en uno de los recitales. Esa afición que la acompaña desde niña la dejó grabada en “Naranjo en flor”, un disco publicado en 2012, bajo el sello La Ceiba, de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Ahí cumple el sueño de cantar una docena de antológicas piezas rioplatenses como son Cambalache o Malena.

Ahora cerraba un círculo pasional y un capítulo inolvidable para su carrera profesional: cantar tangos en la tierra de Gardel, Tita Merello, Ástor Piazzolla, Homero Manzi, Anibal Troilo, El polaco Goneche y tantos otros grandes del género. Y, por si fuera poco, uno de los escenarios donde actuó (dos noches repletas de público) fue en Torquato Tasso, célebre e histórico espacio tanguero de Buenos Aires donde, además, fue ovacionada. Quién pida más es un goloso.

Con el compositor argentino Osvaldo Montes, productor musical del disco "Naranjo en flor". Foto: Kaloian.
Con el compositor argentino Osvaldo Montes, productor musical del disco “Naranjo en flor”. Foto: Kaloian.

Por otro lado, la compositora y cantante argentina María Elena Walsh, junto a la cubana Teresita Fernández, es huella indeleble en la obra y la vida de Liuba. “María Elena y Teresita son almas gemelas. Encima nacieron las dos en 1930. Dos almas libres como pocas he conocido. Para mí las dos han sido un pilar en la creación, no solo en el trabajo para los niños, sino unas fuera de serie en todos los marcos. Los cuentos de María Elena son para tenerlos siempre cerca. Su música ni hablar. De Teresita ya hice un disco y ahora acabo de grabar, para un formato digital, diez canciones infantiles de María Elena. En ambos casos muy difícil elegir porque cuando son solo diez tienes que desdeñar otras o no elegir a otras que también amas”, dijo Liuba en un especial para el programa Sin Telescopio.

Pero las vivencias intensas de la trovadora fueron más allá de los escenarios. También fue a compartir con amigos y músicos muy entrañables para ella como el compositor Osvaldo Montes (autor de la banda sonora de clásicos como el filme El lado oscuro del corazón), la cantautora Georgina Hassan o Teresa Parodi, referente del folclore argentino y ex ministra de cultura. También fue –por supuesto– caminar por Buenos Aires, sin más mapa que los versos de ese vals de su amada Walsh, que dicen: “y también es morirse de amor un otoño en el Parque Lezama”.

Liuba junto al músico cubano Arnulfo José Guerra. Foto: Kaloian.
Liuba junto al músico cubano Arnulfo José Guerra. Foto: Kaloian.

“Regresar a Argentina ha sido más que hacer tangible un sueño. Ha sido constatar que algo de mí pertenece a este espacio del mundo. Tal vez en otra vida fui de aquí. Quizás sea ‘culpa’ de María Elena Walsh, Horacio, Charly, Mercedes Sosa, María L. Bember, Borges, Cortázar, Gardel o Adriana Varela. No lo sé bien. Pero sí estoy segura de que en lo más profundo mucho de mí pertenece al misterio de este país”, me confiesa Liuba a pocas horas de tomar el avión que la llevará de vuelta a Cuba.

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