Los Orishas del rap cubano

Foto: htbackdrops.org

Foto: htbackdrops.org

Mi primer recuerdo de Orishas no es, precisamente, de Orishas. En los años 90 nos reuníamos los habituales del underground habanero en las discotecas más establecidas del circuito y los dj’s pinchaban temas con incrustaciones de rock and roll, techno y hip hop hasta que una canción de Amenaza anunciaba que ya moría la tarde y no quedaba más remedio que vivir la noche en el parque de G o en los desnudos muros del Malecón.

Cuando sonaba la canción desde la cabina los cuerpos empapados de sudor y adrenalina se despedían de la pista al ritmo del tema más popular del repertorio de esta banda de Cayo Hueso (en Centro Habana), que años más tarde sería el núcleo de Orishas.

Los años 90 fueron una época de oro para el rap cubano, aunque, para despejar dudas, hay que decir que sus exponentes tampoco disfrutaban del favor de los medios ni de las disqueras locales durante esa etapa. En aquellos tiempos, sin embargo, los grupos gozaban de la posibilidad de tocar para miles de personas en festivales como el de Alamar, un evento estrella de la cultura cubana al que lamentablemente se le puso fin.

Se dejaba huérfana a la escena rapera de una cita de enorme empuje, en la que las bandas podían intercambiar entre ellas y con otras foráneas que aterrizaban en la isla atraidas por la calidad y el respeto ganado internacionalmente por la cultura hip hop insular.

En numerosas ediciones de los festivales de Alamar, Amenaza arrasaba con los premios del certamen y sus conciertos eran una verdadera celebración del ritmo y de una música que sonaba honrada y convincente y que tenía todo para llegar lejos, lo más lejos posible.

El grupo, uno de las pioneros del movimiento de hip hop cubano, se armó en 1995 y estaba integrado por Joel Pando, Hiram Riverí (Ruzzo) y Yotuel Omar Romero. Pando, un icono del rap cubano, comenzó a trabajar años más tarde en sus proyectos en solitario y Yotuel e Hiram pasaron a integrar el line-up de Orishas junto a Roldán González, el dj francés Niko y Liván Nuñez (Flaco Pro).

Tomando Francia como base de operaciones, los miembros originales de la banda se encontraban en plena tarea a finales de los años 90 para darle forma a un experimento sonoro que explotó en las mismas narices de la música internacional e inició un revuelo mundial que desvió considerablemente la atención hacia el rap cubano y hacia las sonoridades alternativas fraguadas en las sombras del panorama insular. Se trataba de un fenómeno que puso en claro que este género no debía ocupar por más tiempo la trastienda de la música cubana. Sin embargo, años después, la historia no ha cambiado demasiado.

El mencionado experimento tomó como nombre A lo cubano (1999) y contenía pegadizas píldoras que te adentraban de lleno en la austeridad de la vida de los barrios habaneros y en el espíritu más acendrado de su gente. Al mismo tiempo, te llevaban a comprender, si no eras muy ducho en la materia, cómo se movía la escena musical más joven de esa época en La Habana. Aparte de su costado bailable, también el disco registraba algunas canciones que se entendían como testimonios generacionales.

Orishas encontró una fórmula rítmica que les abrió de par en par las puertas del mercado y de la industria discográfica (lograron vender más de 200 mil copias de su álbum debut y obtuvieron dos premios Grammy) pero no le dieron la espalda al hip hop cubano.

Por el contrario, difundieron este género como un movimiento vivo y efervescente, y ayudaron a que los cultores del rap más purista tomaran nota de que el género urbano podía enriquecerse con nuevas bases rítmicas sin que ello significara vender el alma al diablo.

Orishas_Wallpaper_Unno_1

Como muchas veces sucede en estos casos, los discos que siguieron no se hicieron famosos de la noche a la mañana como ocurrió prácticamente con A lo cubano, pero continuaron la leyenda de la banda, especialmente fonogramas como Emigrante (2002) y El Kilo (2007), publicados por la banda tras la salida de Liván Nuñez.

Ya cuando pusieron en circulación estos discos, seguidos del álbum doble Antidiotico (2007) y Cosita buena (2008) la banda era conocida mundialmente y les enviaban jugosas invitaciones para que formara parte del circuito de los grandes festivales internacionales. Así participaron en el punto álgido de su carrera en citas de la resonancia de Festimad, donde compartieron cartel, entre otros, con un par de monstruos como Metallica o Tricky.

La banda, que nunca perdió contacto con la escena del rap insular ni con sus raíces más profundas y colaboró con alineaciones como Calle 13, se desintegró a finales de 2009 y varios de sus miembros comenzaron a desarrollar proyectos en solitario, algunos de los cuales, sinceramente, no se relacionaba de ninguna forma con el espíritu inicial de la escudería.

Sin embargo, hace poco nació el grupo Cuban Beats All Stars, con exintegrantes de la formación original de Orishas encabezados por el “Ruzzo”. Fusionan elementos de la música cubana con el rap y la electrónica, un abanico sonoro que marca definitivamente su primer álbum La receta, con temas que ya han alcanzado una buena andadura internacional como «Cubañol».

Cuban Beats All Stars, con el Ruzzo al centro.
Cuban Beats All Stars, con el Ruzzo al centro.

Como siempre, los medios han sido perezosos para difundir información sobre esta banda, a pesar de que se desprende de un fenómeno musical que llenó de gloria la música cubana.

Orishas fue considerada en su momento como la mejor banda de hip hop hispano de la historia y su leyenda, sobra decirlo, ha puesto el listón muy alto a los Cuban Beats All Stars. Habrá que esperar entonces para comprobar si estos músicos guardan suficientes cartas bajo la manga para construir un discurso propio en la escena contemporánea actual, que como su banda matriz, les permita entrar por la puerta grande al siglo XXI.

Por si acaso, creo que nos le vendrá nada mal encomendarse a los Orishas.

CUBAN BEATS ALL STARS - CUBAÑOL

Salir de la versión móvil