Los Van Van de Cuba

Los Van Van

Foto: Iván Soca.

Juan Formell, en 1969 fundó la orquesta Los Van Van y con ello consiguió obtener el espacio necesario para sus innovaciones; esas que habían comenzado años atrás, y que durante su estancia en la Orquesta Revé, se hacían notar.

La década del 60 traía consigo los más grandes cambios del siglo xx en lo referido a la música y, sin dudas, en el ámbito social. Cuba, tenía los propios, que desembocaban luego de una epopeya que cambiaría nuestra realidad; pero la repercusión mundial de la música rock, del pop, y otras variantes que pasaron a ser protagonistas del gusto en los más amplios públicos, sobre todo el juvenil, traía también para Cuba desconciertos y cuestionamientos, en temas de identidad. La proeza de Juan fue encontrar el camino para ser moderno y ser cubano; una fórmula que le siguió durante toda su carrera y garantizó el mayor triunfo con su orquesta Los Van Van.

Los Van Van

En principio, procuró cambios en el formato instrumental que marcaron pautas en la renovación constante de la agrupación tipo charanga, que fue su base; instrumentos electrónicos que sustituyen los acústicos y traen consigo una mayor riqueza tímbrica, y más tarde la inclusión de trombones, para asegurar tonos medios reforzados. Pero lo significativo fue qué hizo con todo esto: mezclar sonoridades foráneas con las propias, llevar el son a una postura diferente, y llegar al songo –el más preciado aporte. Pero si importante fueron las novedades en el ámbito musical, no perder de vista jamás la realidad de su país, lo inmediato, lo que ocurre en las zonas más populares y traerlo a su poética, para devolverlo después en tantos estribillos que fueron conformando un modo de decir, fue crucial; allí está su papel como cronista, convertirse sin pretenderlo en un corresponsal de historias de Cuba.

Entonces la orquesta Los Van Van traía consigo lo nuevo; Juan Formell, heredero de tantas tradiciones en el ámbito bailable cubano, supo escalar más alto con renovaciones y aportes que también consiguió gracias a la nómina de músicos de la orquesta, que en todas las etapas han contribuido con su talento, virtuosismo, y genialidad, a que se consumaran sus ideas. Baste mencionar a César Pupy Pedroso, con un toque sui géneris en el piano, que aportó también al son una nueva manera de interpretarlo, una mezcla de balada y son montuno y, sin dudas, con una identidad particular que nos permite reconocer sus tumbaos, sus descargas e improvisaciones. Changuito, el percusionista que introdujo los toques de géneros foráneos, en aparente simple mezcla con los nuestros; y Juan con el bajo que, respetando lo usual en el son, se comportó también de modo hereje al introducir toques más métricos, y figuraciones melódicas que tomaban protagonismo en los temas. Los cantantes, todos elegidos con rigor, de la mano de Juan siguieron una poética particular que jamás renunció al buen gusto y a la calidad en el lenguaje: sin ser elitistas, pero tampoco inelegantes.

Pero detrás o delante de todo esto, está el bailador que, ante los cambios, eligió también hacer cambios y aparecieron nueva formas de “moverse” en pareja, o sin pareja, pero siempre al tanto de cuándo la música merece un paso, y cuándo otro. Ahí también se produjo la mezcla como resultado de lo que la música despertara: un poco de rock, con un poco de son o guaracha, un bolero, con un poco de balada… en fin.
Esta historia es inapreciable, y lo es más, a la altura del ser humano que fue Juan Formell, querido y respetado por todos, en Cuba y en cuanta zona del mundo se conoce de su paso por la vida.

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